Al compañero Jesús Faría

Un debate necesario sobre el socialismo y la reducción de la jornada laboral

El diputado Jesús Faría en una declaración de prensa, nos dice que es imposible la reducción de la jornada laboral ya que vivimos en una economía atrasada y subdesarrollada, uniéndolo a que las empresas son improductivas.

Ante tales declaraciones y afirmaciones, es necesario debatir en el seno de la clase obrera y sectores explotados el problema de la construcción del socialismo como una sociedad liberadora de la humanidad, una sociedad que busca en definitiva, en su fase final, al hombre libre productor.

El diputado y compañero Jesús Faría asume militancia en la vieja escuela del positivismo “marxista”, donde el desarrollo de las fuerzas productivas es fundamental para la construcción del socialismo, sin ella es imposible según ésta escuela, la construcción del socialismo. En esta corriente se embarcaron la revolución rusa, los países de Europa oriental después de la derrota del fascismo y otros países que se plantearon la construcción del socialismo, más como una competencia con el capitalismo que como la construcción de una sociedad liberadora; la revolución china en la época de Mao se resistió a tal teoría (más los compañeros olvidados por la historia del socialismo real y el capital, quienes impulsaron la revolución cultural china y promovieron la luchas de las ideas como herramienta fundamental en la construcción del socialismo, fueron satanizados como la banda de los cuatro), siendo derrotados y se impuso Ten Sio Pin, que es el padre de la China capitalista actual.

Esta escuela se base en:

  • Desarrollo de todas las fuerzas productivas.
  • La ciencia y tecnología son neutras.
  • Mayor tiempo de trabajo, más productividad.
  • Mecanización, agroquímico y siembra de gran extensión para desarrollo de la agricultura.
  • Una estricta división de trabajo y jerarquización de la estructura burocrática del estado, empresas, partido, ejercito, como elemento que ordena la sociedad y la economía.
  • División entre lo técnico (como neutral) y lo político.
  • La rentabilidad como parámetro económico.
  • La sociedad socialista se plantea por etapas.

Jesús Faría asume también la teoría del subdesarrollo, por tal el desarrollo de las fuerzas productivas debe llevar a una economía (industrializada) desarrollada.  Por este hecho es necesario resaltar que las bases objetivas para Jesús F. son las fundamentales, por tanto la producción se basa a gran escala, bajo un control burocrático del estado y el cual se sitúa por encima del hombre y la sociedad como tal.

Ahora bien la lucha de la clase obrera en el mundo, en su línea programática, se plantea la eliminación de la explotación del trabajo.  En esa línea de acción la clase mantiene un combate permanente por defender y mejorar su salario, las condiciones de trabajo, estabilidad, por supuesto la reducción de la jornada laboral, mantener su autonomía e independencia como clase, luchar por la destrucción de la sociedad del capital y por la construcción de la sociedad de iguales bajo la dirección del proletariado. Bien, si estos elementos son parte de la línea programática y del programa de lucha de la clase contra el capital y su clase: la burguesía… ¿Cómo es que en la construcción del socialismo no podemos reducir la jornada laboral?

De allí, que comenzamos el debate planteando que la construcción del socialismo como fase inicial para la construcción de la sociedad sin clases, el comunismo, pasa por una crítica total a la sociedad del capital, asumiendo una nueva racionalidad, planteándose un nuevo orden civilizatorio, negador de la racionalidad de la sociedad burguesa.

Por tal motivo el desarrollo de las fuerzas productivas pasa por ver las necesidades reales de la población, se produce lo que se necesita para satisfacer necesidades, haciendo un uso revolucionario de los excedentes y una distribución de la riqueza basados en las necesidades de población, entonces el desarrollo de las fuerzas productivas están determinadas por la necesidades y no por las relaciones que en el mundo impone el mercado.

De allí que se plantee la discusión del problema tecnológico: la ciencia y la técnica como hecho concreto que asume militancia. Lo que hoy conocemos como ciencia y tecnología poco sirve para salvar la humanidad, sin que eso signifique desconocer el conocimiento científico y tecnológico. Por eso la clase se debe replantear la construcción de nuevas formas de ver y hacer ciencia y tecnología, en miras a construir un mundo sostenible y sustentable que responda a los intereses de la humanidad, los cuales están por encima del llamado desarrollo de la las fuerzas productivas o sociedades industriales.

La sociedad socialista que está planteada, no solo cuestiona la relaciones de producción y los mecanismos de poder capitalista, sino que pone en discusión las llamadas sociedades del socialismo real donde el estado burocrático y el poder de la burocracia fue tan perverso o más que el de las sociedades burguesas; por tal, los elementos subjetivos son fundamentales para su construcción y de allí que el socialismo pasa por la construcción de una cultura del trabajo y la solidaridad.

La reducción de la jornada laboral es parte de una sociedad que propende y promueve el disfrute, el ocio como elemento creador, por tanto la producción está subordinada a las necesidades y el tiempo para el disfrute. El socialismo como negación de la sociedad de consumo se plantea el disfrute, el bienestar, el goce como objetivos primordiales y dentro de un plan de construcción de sociedades libres y emancipadas. De aquí, que el tiempo de trabajo se determine en razón al trabajo socialmente útil.

Por eso la clase obrera en la lucha por la sociedad de iguales, se plantea el control sobre la producción, replanteándose el consumo, como también el problema de la distribución revolucionaria. Parte de los problemas graves que encontramos en el proceso revolucionario que vivimos, es porque la distribución de las riquezas no está en manos del proletariado y los sectores explotados. Por esto, compañero Faría, que el problema no es solo producir: es un problema de quién planifica, quién controla los procesos productivos y cómo se distribuye la riqueza. Esta discusión es urgente y necesaria, porque coloca en discusión una interrogante central: ¿Cómo es que en la distribución de la riqueza, en el marco de una revolución socialista, la banca privada obtiene ganancias de grandes magnitudes y la población está sometida al control y voracidad privada en sectores como la agroindustria e industria intermedia (en una revolución socialista no debe haber banca privada ni medios de producción privados).

Si la distribución de la riqueza estuviera en manos del proletariado y a favor de la construcción del socialismo, la llamada “renta” petrolera (bajo control del trabajador petrolero que la produce) permitiría resolver los problemas fundamentales de la sociedad. Vea compañero Faría, cada vez que se plantea “democratizar” esta plusvalía se desatan los demonios de las trasnacionales, la burguesía y los parásitos burócratas que temen por sus privilegios.

Uno de los elementos importante para la clase y los revolucionarios es debatir el concepto de trabajo, hoy perdido y olvidado por las recetas neoliberales, enterrado en  un submundo de nuevas relaciones de trabajo, perdiéndose la esencia de éste: contrataciones, subcontrataciones, con una precarización y flexibilidad donde el trabajo muerto se impone sobre el trabajo vivo, el valor de cambio sobre el valor de uso. La degeneración del trabajo, debido a la ofensiva del capital en busca de más ganancia, se generaliza y se asume como un hecho “normal”; ejemplo de ello, son las nuevas formas de trabajo que impone el mercado de las franquicias con la comida chatarra, pasando por las transnacionales de la construcción (eléctrica, mecánica, herramientas etc.) y el papel que juega como parte de esto la plataforma tecnológica de Internet.  Hoy compañero Faría, el estado venezolano es el mayor contratador de trabajo precarizado y flexibilizado con relación al pasado, con salarios indignos y donde el trabajador se forma en esa nueva cultura de venta de su mano de obra y conocimiento que  conlleva a perder el sentido de clase, más aun, elimina de manera perversa la esencia del Trabajo como promotor natural de relaciones sociales contrarias a la lógica del capital.

En este entramado de contrataciones y subcontrataciones encontramos las fundaciones, ONG, contratas y todo tipo de organismos degradadores del trabajo y su sujeto. Estas razones privadas, y las enmascaradas como públicas u organismos civiles, intencionalmente contribuyen a podrir la estabilidad laboral y a eliminar conquistas en medio un proceso criminal de rotación de trabajadores que pasan de contrata en contrata, muchas veces pasando hasta 5 años sin vacaciones, perdiendo el tiempo para sus prestaciones. Un caso llamativo la tenemos en las cooperativas, las cuales son utilizada por los “funcionarios” públicos al igual que por las empresas privadas para abaratar los costos. Y sabe usted, compañero Faría, que para ellos no hay en las mayoría de las veces horario de trabajo, por lo tanto pueden laborar más horas de lo permitido y cuando hablamos de abaratar los costos sabemos que es en la mano de obra (salario) donde se reduce fundamentalmente, siendo el estado el mayor contratante a través de esta perversa modalidad.

Decir o afirmar que por ser un país “subdesarrollado” (saqueado dentro la división internacional del trabajo) es imposible reducir la jornada laboral, es creer que este derecho solo lo tienen los trabajadores de los llamados países desarrollados. Sin embargo, son estos países lo que buscan aumentar la jornada laboral, precarizar cada vez más la mano de obra y eliminar todo derecho del trabajador. Esta lógica, planteada por usted, nos lleva a seguir los caminos del llamando mundo desarrollado, países con grandes industrias, donde para mantener el nivel de vida de sus ciudadanos tienen que saquear a otros pueblos del mundo, destruyendo la naturaleza en su afán de ser una potencia industrial. Dentro de esta lógica, se impone el criterio en un país petrolero como el nuestro, de seguir incrementando la explotación de nuestra riqueza fundamental: se habla de producir 4 o 5 millones de barriles diarios cuando nuestro consumo real es muy inferior, a sabiendas que con una revolucionaria distribución de la riqueza estaríamos explotando tal vez menos del millón de barriles de petróleo diario.

Con este argumento que usted defiende, no se podría eliminar la precariedad, flexibilidad y tercerización del trabajo, como tampoco la eliminación del desempleo ni contrarrestar la política neoliberal que ha echado a la exclusión a millones de seres humanos que no pueden ser incorporados al proceso productivo. Este es el problema central de toda Revolución: un problema de carne y hueso para no quedarnos en meros enunciados teóricos.

La discusión compañero Faría, mas allá de la reducción de la jornada laboral, pasa por la discusión de qué revolución hablamos, de qué orden civilizatorio nos planteamos construir.

Hoy presenciamos una humanidad humanamente indignada que levanta sus voces por una sociedad urgente, distinta y necesaria que confronte toda la racionalidad burguesa en esa nueva lógica libertaria que crece. Pienso hoy compañero como nuestras naciones indígenas nos muestran el camino del buen vivir que, por supuesto, nada tiene que ver con el mercado, su mercancía, producción y distribución, las cuales imponen intensas jornadas laborales a los pueblos del mundo.

Hoy afirmamos: CHÁVEZ se queda y se va la burocracia.

Más victorias para el socialismo, contra el capital, la burocracia y la corrupción

Que nuestros ancestros y naciones indígenas marquen el camino del buen vivir.



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Osvaldo León


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