Industrialización y clase obrera para superar la alienación y crisis de identidad en la izquierda

La izquierda contemporánea atraviesa una crisis de identidad que se refleja en su dificultad para articular un proyecto claro y comprensible para las mayorías. Sus opositores aprovecha esta debilidad para presentarla como una alternativa fracasada.  

Debe por ello abastecerse de un programa orientador que refleje sus propuesta, potencialidades y como va a solucionar los problemas que critica al capitalismo. Venezuela gracias a Hugo Chávez se salvó de esta indefinición, pues planteo un camino concreto de unidad con el pueblo no solo para llegar al poder sino de mantenerlo y la defensa de sus intereses particulares y nacionales. 

En gran medida, esta situación crítica  se debe a que ha carecido de una propuesta sencilla, directa y centrada en la clase obrera, que es junto con la clase empresarial el grupo social estructurante de la sociedad capitalista y por lo tanto de todas las sociedades actualmente existentes. 

El capitalismo crea dos clases básicas, empresarios y obreros. Ambas son estructurantes. El empresario para un presente que ya se hace pasado y el obrero para el porvenir. Ya las propuestas empresariales no resuelven sino que crean problemas, caso Estados Unidos. En ese contexto la clase obrera al carecer de propuesta, de las referencias a la lucha de clases, a la clase trabajadora, a los obreros, ha tolerado que sus discursos se diluyan en narrativas ajenas, provenientes de sectores de la clase media, del empresariado e incluso de sus adversarios políticos. Quiero rescatar así el papel central de la clase obrera en la sociedad moderna. 

Esa propuesta ahora la tenemos, y es la industrialización en la mayoría de los países pobres del mundo y la reindustrialización en otros. Esta consigna se ha repetido muchas veces en distintos países y momentos históricos pero que ahora las circunstancias nacionales y globales le proporciona la resonancia que tiene como el instrumento politico necesario para la creación, modernización y actualización de las sociedades actuales y sus problemáticas. Un gobierno como el venezolano no puede olvidar que es la industrialización la que ofrece como base, empleos dignos, desarrollo tecnológico y, sobre todo, una estructura social que permite a los sectores populares recuperar su voz frente a las narrativas impuestas por las élites.

A medida que el tejido industrial crece y se complejiza, evoluciona, aunque no puede pensarse que se desliga del estado, se convierte en su sostén y financiador. Sin la base industrial las sociedades esperan que la riqueza la proporcione el estado pero el estado sin industrias no tiene financiamiento. Venezuela debe estar claro en esto y estudiarlo con mucha profundidad.

No hay que olvidar que esta debilidad socio política de la clase obrera, ha sido ampliamente utilizada por sus confrontadores que en sus agencias gubernamentales como la USAID,  disponen de intelectuales, programas y financiamiento para incrementar las contradicciones dentro de la izquierda, sus organizaciones y dirigentes, para invalidarlos en la lucha política.

La consecuencia ha sido una izquierda que, en lugar de consolidar un horizonte emancipador, se ha visto atrapada en debates secundarios, en fórmulas supuestamente modernas o flexibles que terminan desorientando a sus bases sociales y debilitando su capacidad de movilización. Inclusive en vez de servir de orientador general de la sociedad sobre las perspectivas de su futuro, ha contribuido también a la confusión por asumir discursos que no le son propios.

Y es que históricamente, la fuerza de la izquierda se ha sustentado en la clase trabajadora organizada, en su capacidad de convertirse en sujeto histórico y motor de transformación. La lucha por derechos laborales, igualdad, justicia y dignidad ha sido su principal motor, buscando construir una sociedad más justa, inclusiva y equitativa para todos. Sus objetivos y valores se fueron integrando a los perfiles de reivindicaciones de todas las sociedades y hoy de alguna manera, aunque transformados o metamorfoseados, están presentes siempre. Debe retomar su papel rector y Venezuela tiene un papel que jugar en ese sentido.

Sin embargo, cuando se abandona la centralidad que aporta la clase obrera y se busca agradar a sectores que no comparten los mismos intereses estructurales, no comparten la idea de la lucha de clases, el proyecto pierde coherencia y se transfigura completamente perdiendo su carácter combativo. Y apasionado. 

La clase media, por ejemplo, suele oscilar entre demandas de estabilidad y aspiraciones de ascenso social, lo que la hace vulnerable a discursos reformistas o neoliberales disfrazados de progresismo. Pero es la clase obrera potenciada por la industrialización la única posibilidad de crear un camino hacia el socialismo.    Al adoptar esas ideas externas a ella, la izquierda se aleja de la lógica de la emancipación obrera y se convierte en un actor político que gestiona el sistema en lugar de transformarlo. Se aliena.  

De igual manera, cuando se deja influenciar por el empresariado, se termina aceptando la premisa de que el desarrollo depende de la iniciativa privada y no de la construcción de una soberanía productiva que coloque la industria al servicio del pueblo.

Una clase obrera alienada en sus objetivos y consignas es aquella que defiende intereses ajenos a su propia realidad socioeconómica, perdiendo la conciencia de su posición de clase. Este fenómeno ocurre cuando los trabajadores adoptan discursos de sectores dominantes que, en la práctica, precarizan sus derechos o perpetúan su explotación. Venezuela debe luchar decididamente contra ello y ayudar a recuperar el terreno perdido en otros países, donde la pérdida de posiciones se ve solamente en los malos resultados electorales. No. Debemos contribuir a crear el programa de rescate de la clase obrera, la riqueza nacional por medio de la política de industrialización. 

La alienación se manifiesta en la priorización de consignas identitarias o ideológicas abstractas sobre demandas materiales concretas como salarios dignos o seguridad social. Al internalizar valores que benefician al capital, el trabajador se desvincula de su fuerza colectiva y se fragmenta frente a sus objetivos históricos de transformación. La industrialización es una consigna revolucionaria hoy.

 


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Oscar Rodríguez E


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