Mandos militares de Colombia aprendieron a mentir como Bush

A raíz de la violación de la soberanía territorial de Ecuador por parte de tropas del Ejército colombiano, entrenadas por Estados Unidos e Israel, se ha podido percibir cómo los altos mandos militares de Colombia y sus policías han aprendido a mentir cínicamente para justificar sus acciones, de la misma manera como lo hizo Bush, para invadir a Irak, Afganistán y agredir a otros países
Le mintieron a Ecuador y al mundo, sobre los hechos del primero de marzo cuando asesinaron al comandante Raúl Reyes y 22 personas más, entre ellos cuatro jóvenes mexicanos e hirieron a una, Lucía Robert, que se encuentra hospitalizada en Quito

Veamos las mentiras de los mandos colombianos

Mentira uno. En el primer comunicado del ministro de la Defensa de Colombia, Juan Manuel Santos, en la mañana del primero dijo que los aviones que exterminaron el campamento de Raúl Reyes habían disparado o bombardeado desde el territorio colombiano a una distancia de 1.800 metros antes de la línea de la frontera, con lo cual quiso decir que las naves no habían violado el espacio aéreo. Falso: Los aviones volaron de sur a norte y, según los expertos, tuvieron que penetrar no menos de diez kilómetros adentro del territorio del Ecuador.

Mentira dos. Cuando el presidente Correa fue informado se le dijo que las tropas colombianas habían sido atacadas por la columna guerrillera. Falso: El comandante Reyes y las otras personas que lo acompañaban dormían, no hubo combates. Simplemente fueron masacrados por tropas terrestres.
Mentira tres. Dijeron que habían sido bombardeados primero y después bajaron los paracaidistas de los helicópteros para rescatar dos cadáveres, el de Raúl Reyes y Conrado. Falso: Todo indica que la operación fue al revés. Primero los masacraron con unidades de tierra y después bombardearon para el ejército probar sistemas de bombardeo de precisión de acuerdo con los entrenamientos recibidos por los Estados Unidos e Israel y que se aplicarían en otros casos y en otros países de la región, pero además podría servir para encubrir la verdad de la acción que se había realizado con tropas terrestres.

Mentira cuatro. Negaron que las tropas habían penetrado más allá de los 1.800 metros de la frontera en el territorio del Ecuador. Pero resulta que 36 horas después de los hechos., todavía aparece una patrulla colombiana, que argumentaba estar perdida y asediada por guerrilleros de la FARC, por lo cual pedían apoyo del Ejército ecuatoriano para salir y cruzar la frontera. Falso: No había combates, no eran atacados, sino que habían penetrado más profundo en el territorio, lo que hace sospechar que la invasión al Ecuador se había producido muchas horas antes del ataque al campamento y se mantuvo hasta 36 horas después

Mentira cinco. Si las víctimas en el campamento murieron por la acción del bombardeo, los mandos militares colombianos no han explicado: 1. ¿Por qué la mayoría de las víctimas tenían tiros de gracia en la espalda? 2. ¿Por qué no presentaron ningún cuerpo reventado, estallado, destrozado por la acción de la bomba de precisión lanzada contra el campamento?

Aumentan las mentiras

Ante la reacción del presidente Rafael Correa en la defensa de la soberanía de su país, entonces los altos mandos policiales destapan la caja de Pandora, con las supuestas computadoras del comandante Raúl Reyes que resistieron el violento bombardeo. De allí salieron las más temerarias acusaciones contra el presidente Correa, que de víctima con su país, por la magia de la mentira del gobierno de Colombia, pretendieron convertirlo en victimario. De paso, enlodan también al presidente Chávez, a quien los altos mandos militares de Colombia convierten con sus mentiras en colaborador con lo que ellos llaman “fuerzas terroristas” porque no las quieren reconocer, como en realidad lo son, fuerzas insurgentes en la guerra interna que vive Colombia.

Y la última mentira que analizamos es en relación a la muerte del comandante Iván Ríos y el cuento de que su jefe de seguridad, el guerrillero Montoya, lo asesinó y le cortó la mano, se llevó la cédula de identidad del jefe de las FARC asesinado y el computador que lógicamente servirá para enriquecer la caja de Pandora.

Existe la versión de que al comandante Iván lo mataron los militares en combate, pero para adjudicarse la recompensa de cinco millones de dólares, que ellos no pueden cobrar, entonces se buscaron unos testaferros para de alguna manera ponerle la mano a la mayor tajada de la recompensa. Actitud que no es extraña entre los militares colombianos que han convertido la guerra en uno de los más suculentos negocios.



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Jesús Moreno / Diario Vea


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