Catástrofe Humanitaria

La reciente cumbre de presidentes del Mercosur ha dejado en claro que la región atraviesa un momento decisivo. En medio de tensiones geopolíticas crecientes, el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva lanzó un llamado enérgico a la paz regional, advirtiendo que una intervención armada en Venezuela por parte de los Estados Unidos desencadenaría una “catástrofe humanitaria” sin precedentes en el hemisferio.

La doctrina intervencionista estadounidense, disfrazada de defensa de la democracia o protección de los derechos humanos, ha sido aplicada en múltiples escenarios del continente. Venezuela, con su riqueza energética y su posición estratégica, se convierte en un objetivo de alto valor para EEUUU que busca imponer su malandraje imperial.

Una intervención armada no solo atentaría contra la soberanía nacional, sino que abriría las puertas a un escenario de guerra prolongada. La experiencia internacional demuestra que las operaciones militares extranjeras rara vez logran estabilizar un país; por el contrario, multiplican las fracturas internas y generan crisis humanitarias que trascienden fronteras.

El llamado de Lula da Silva debe interpretarse como un gesto de responsabilidad histórica. Mercosur, más allá de sus dimensiones económicas, es un espacio político que puede y debe actuar como escudo frente a las presiones externas. La defensa de la paz regional no es un asunto exclusivo de Venezuela: cualquier agresión contra uno de nuestros pueblos constituye una amenaza contra todos.

Desde la perspectiva del derecho internacional público, una intervención armada sin autorización del Consejo de Seguridad de la ONU sería ilegal. Violenta el principio de no intervención y el respeto a la soberanía consagrado en la Carta de las Naciones Unidas.

El término “catástrofe humanitaria” no es retórico. Implica desplazamientos masivos de población, colapso de servicios básicos, incremento de la pobreza extrema y una crisis migratoria que afectaría a toda la región. Países vecinos como Colombia, Brasil y las naciones del Caribe se verían obligados a enfrentar flujos migratorios desbordados, con consecuencias sociales y económicas imprevisibles.

La advertencia de Lula da Silva,  es un llamado a la conciencia hemisférica. América Latina no puede permitir que se repita el ciclo de violencia impuesto desde afuera.

La catástrofe humanitaria que amenaza a Venezuela en caso de agresión estadounidense no sería un problema aislado, sino una herida abierta en el cuerpo de toda América Latina.

La historia nos exige estar a la altura: resistir la imposición externa y construir, desde la solidaridad, un futuro de soberanía y justicia.

 



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Oscar Bravo

Un venezolano antiimperialista. Politólogo.

 bravisimo929@gmail.com      @bravisimo929

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