La contaminación ambiental, el exterminio de lagos, ríos, las aguas negras y las inmundicias es lo que arrojan las industrias a los centros poblados resultado del modelo geoeconómico dependiente que sacrifica sus mejores áreas agrícolas, para que se asienten industrias químicas, de pintura, tenerías, de plástico, metalmecánicas, fármacos, cervecerías y otras, cuyas efluentes con alta concentración de metales pesados y otras sustancias tóxicas no biodegradables son vertidas a gran volumen al lago, junto a las aguas negras domésticas y del uso agrícolas, ello no obedece a una razón social, ni se corresponde con las necesidades reales del país, dicha actividades han estado en función de intereses de acumulación de capital, del lucro foráneo, en armónica relación con factores de poderes internos que controlan la industria manufacturera y la de la construcción (urbanística), actividad económica, propia del actual modo de producción, de su razón de ser, acumular veloz y rápida la mayor plusvalía. La irracionalidad capitalista del uso del espacio, además del cambio de uso y deterioro del suelo, ocasiona el efecto invernadero, la destrucción de la capa de ozono, permitiendo el paso de los rayos infrarrojo dañino para la vida en el planeta, es total la destrucción y desequilibrio de la madre tierra en la cuenca del lago de Valencia y en el resto del territorio nacional.
El modo de producción capitalista, las relaciones económicas de explotación, para la acumulación, sobre el espacio, distancia la posibilidad de la preservación del uso racional, equilibrado y de respeto a la naturaleza, un punto crucial que necesariamente hay que superar cambiándolo, para que no continúe disminuyendo los espacios agrícolas, ni se tenga las desastrosas consecuencias del fortalecimiento de "la dependencia neocolonial" (J.R. Nuñez Tenorio).
El emplazamiento industrial-urbanístico sobre áreas de vocación agrícola le trae al país, a nuestros hijos, nietos, a las futuras generaciones consecuencias funestas, no podemos hacer a un lado la declaración de PROTECCIÓN INTERNACIONAL Y NACIONAL DE LAS TIERRAS DE VOCACIÓN AGRÍCOLA, no se deben burlar los principios de planificación ecológica, según los cuales: "Las actividades humanas, en vez de pretender dominar a todo costo el medio natural, debe adaptarse al mismo lo más estrechamente posible". Lo que significa que deben reservarse las tierras agrícolas para estas actividades, destinando para el uso urbano aquellas áreas apropiadas para tales fines.
La situación, el panorama agrícola es extremadamente crítica para nuestro país por la reducción del espacio destinado a la agricultura, la contaminación de los suelos, el uso indiscriminado de fertilizantes y herbicidas, la tala, la quema y el crecimiento de aquellas actividades económicas no agrícolas, con sus agravantes de baja producción agraria en aquellos renglones considerados básicos para la dieta popular, una cada vez más creciente importación de productos alimenticios traídos del extranjero que nos hace vulnerable y más dependientes. Ello se evidencia al considerar, al constatar que para 1937 el comercio exterior de productos agrícolas le era favorable al país, nuestras exportaciones agrícolas fueron del orden de los 59 millones de bolívares y las importaciones fueron de 8,3 millones de bolívares, no obstante, esa ventajosa realidad lamentablemente varió, para 1975 se exportó 400,9 millones de bolívares, en tanto que se importó la suma de 3.368 millones de bolívares. Crisis y dependencia agrícola evidente y muy grave por los déficits de renglones destinados a la alimentación de la población, es así que para 1977 el déficit en granos y leguminosas (arveja, caraota, frijol, quinchoncho) fue de 70%, oleaginosas 76%, maíz 47%, leche, conservados y derivados 28%. Según la fuente Diario El Nacional 21 de agosto de 1978.
La producción agrícola en el país, por sí misma, no abastece el mercado nacional, requiere apoyarse de las importaciones de alimentos para satisfacer las necesidades alimenticias del pueblo. Del consumo total, para 1971 se importaba el 46% y para 1980 se incrementó hasta llegar al 80%. Conforme a la fuente consultada, (BCV Informe Económico. Importaciones de CORPOMERCADEO). Evidente sólo producimos el 20% de la exigencia alimenticia. *Ñ¿Habrá variado esa realidad hoy día? Oportuno es citar las palabras del maestro Ramón Tovar:
"….De un país que cubría con sus productos agrícolas gran parte de sus necesidades alimenticias hemos caído en un país importador de tales productos. La economía de importación que vulnera nuestra soberanía, pone en peligro nuestra seguridad colectiva y nos entrega a manos del lucro forastero…"
El mito del desarrollo y el progreso
El futuro de Venezuela, la agricultura sustentable, la soberanía alimentaria está estrechamente vinculada a la cultura, a las formas de producción imperante en la sociedad, cambiando esta florece aquella, de ello depende el trato, el respeto, un nuevo modelo político económico que considere que la actividad humana debe sujetarse, subordinarse a las condiciones del suelo, para vivir en armonía, tranquilidad y en pleno equilibrio con la naturaleza. Así se contribuirá a preservar la vida en el planeta. Una política ambiental donde el modo de vida se adecue al ecosistema y no a la inversa.
Hay que repensar un conjunto de palabras o frases impuestas, justificadoras de un deslumbrante y "brillante" proceso de "desarrollo industrial" sobre suelo de primera calidad agrícola, a partir de la supuesta premisa que la "agricultura es poco rentable". Ello justificó la invasión de áreas, (sin dolor alguno, sin remordimiento) que durante siglos estaban destinadas a la actividad agrícola, cuya consecuencia, un acelerado crecimiento de las ciudades y la aparición de invasiones de tierras y la construcción de ranchos que posteriormente han sido consolidados como barrios y urbanizaciones. Extendida y profunda la ausencia de atención a la salud, educación, recreación, entre otros, en los hogares proveedores de mano de obra fabril.
La población venezolana, en su conjunto, de forma global son reproductores creyentes de los "valores" y del conocimiento difundido por las clases dominantes, que justifican la manera de ser, de actuar y de pensar, de una sociedad neocolonizada, consumistas, donde el concepto de desarrollo y de bienestar se mide por la ropas de marcas, las grandes autopistas, los inmensos edificios, los carros de lujos, aun cuando estén excluidos todos aquellos que andan a pies, que sobreviven en ranchos, hacinados en poco espacio, que han sido uniformado con el jean, carentes de básicos servicios y concentrados en un espacio dentro de un territorio inmenso y despoblado.
Así, la población llega a pensar (con la construcción de ideas ajenas) que sinónimo de desarrollo, progreso y bienestar es el desplazamiento de la actividad agrícola, el abandono del campo y el uso no agrícola de aquellos espacios que la naturaleza ha privilegiado, de esta manera, con las ideas difundidas en más de 500 años, por los amos de la historia, el pueblo, la población con un conocimiento alienado y difundido para su propia explotación, que ha hecho suyo y con el cual se ha identificado, "juzgan las cosas por lo que parecen ser y no por el conocimiento exactos que se tiene sobre esas cosas", como bien lo decía Don Simón Rodríguez.
La sociedad reproduce el pensamiento de "los amos del valle", los mantuanos de siempre, o para decirlo en palabras del honorable Rodolfo Quintero, la minoría impone "la cultura del petróleo". Justifican afirmando, "pensando" que en la depresión del lago de Valencia y otros parecidos lugares del país, gozamos de bienestar, desarrollo y progreso por un condenable y dependiente proceso de industrialización. No se detienen a pensar que LA VERDADERA NOCIÓN DE DESARROLLO Y PROGRESO es aquella que guarda armónica relación con la naturaleza, que su aprovechamiento es planificado, equilibrado, racional, en interés y beneficio de la sociedad; que no puede ser contradictorio con el medio natural circundante.
Desarrollo y progreso debe significar el cuido del medio geográfico, condición necesaria para el bienestar y permanecía de la sociedad. También significa abundancia de las aguas, conservación de los recursos forestales, de las tierras, de la fauna. Desarrollo y progreso en concreto: significa el cuidado del medio ambiente a fin de garantizar el bienestar de las grandes mayorías en cuanto a alimentación, recreación y educación dentro de un espacio sano, en estrecha correspondencia y vínculo no contradictorio con la naturaleza humana.
La realidad nacional es otra, el crecimiento económico, el modelo neocolonial ha significado la destrucción del equilibrio ecológico, de los bosques, montañas desaparecidas, fértiles valles sin capa vegetal convertidos en asientos de galpones industriales y monstruos de concretos, miles de hectáreas erosionadas, taladas, grandes movimientos de tierras, desplazamiento de la poblaciones ancestral y fuerte penetración del capital financiero extranjero controlándolo todo, es el significado verdadero del supuesto "desarrollo y progreso" que esconde esa ilusoria frase difundida para justificar, engañar, dominar y explotar sin cuestionamiento alguno, la destrucción del país a la vista de nuestros ojos, peor al justificar, aprobar y consentir, por tener la creencia que es lo acertado, lo inevitable para el bienestar de todos.
En sí, el modelo neocolonial venezolano ha significado la alteración suicida del medio ambiente y ha destruido las condiciones naturales sobre la cual se fundamenta la vida humana, consecuencia del emplazamiento urbano-industrial y "soluciones" habitacionales que han sacrificado las mejores tierras agrícolas del país, como por ejemplo las de los valles de Aragua.
No puede significar "desarrollo y progreso", como nos lo han presentado: instalaciones industriales dependientes, intervenido por el capital extranjero y cajones de concreto, como viviendas, sobre la destrucción del reducidísimo espacio agrícola que profundiza la dependencia, por siempre, del suministro de alimento del extranjero, comprometiéndose así la Soberanía Nacional.
Polvorín. Explosión insumisa de ideas. Un combate por la vida.