Periodismo opositor venezolano: enunciar para ensuciar

¿Han notado la tremenda incomodidad que la construcción el viaducto Caracas-La Guaira en tiempo record le ha generado a los voceros de la oposición venezolana? Da pena ajena mirarlos convertidos en un galimatías, intentando por un lado ser cónsonos con su ideales crítico-destructivos de negación de la realidad (así "hacen patria") y por el otro intentando ser cónsonos con el acto humano de reconocimiento de la realidad misma, en este caso insoslayable. Decir "No" tiene los visos de un acto de locura, para no hablar de disociación. "¡No, no, no lo veo!" "¿De qué hablan?" "¿Hay un viaducto ahí?" "¡Ah, bueno, ya era hora de que el gobierno hiciera algo! "

De todos modos hicieron su esfuerzo descalificador, especialmente el par de periodistas que moderan el programa Primera página en las mañanas por Globovisión, José Vicente Antonetti y Aymara Lorenzo. Estos pajaritos los días previos a la inauguración lanzaron su globo de ensayo enceguecedor, como si trataran de pulsar la opinión de la teleaudiencia y ver si era posible lanzarse en una carrera de desinformación y desprestigio respecto del viaducto -aunque yo diría que la carrera sería de prestidigitación, dado sus objetivos negadores. La dama periodista llego a afirmar que el viaducto -"¡Está ahí, José Vicente Antonetti, está ahí: no lo podemos obviar!"- era la única obra que podía ostentar el mandato del presidente Hugo Chávez. Pero el globito como que se les desinfló y hasta Leopoldo Castillo, Matacuras, moderador de Aló Ciudadano, se vio puesto en pantalla para reconocer los logros de la revolución, ya inaugurada la obra. ¡Eso fue para coger palco, amigos! Ese hombre se deshacía en reconocimientos halagadores para con el viaducto, y uno se figuraba que llegaría hasta contar un episodio de algún viaje que hiciera a la Guaira.

Por supuesto, nadie se llama a engaño, ni nadie está por creer que nuestra oposición se ha regenerado y ha decidido lanzarse a realizar un trabajo de crítica constructiva, como ha de corresponderle a ciudadanos que amen a su patria, menos aun si nos basamos en un único comentario de reconocimiento de lo real para sacer conclusiones. No tiene ningún mérito. Se trata de un simple y natural acto humano de testimonio de la realidad. Entra por los sentidos y damos testimonio de ello. Vemos los tepuyes de la Gran Sabana o las pirámides egipcias y lo decimos. Vemos el viaducto, lo utilizamos y necesariamente tenemos que dar fe de nuestros actos, aunque se sea escuálido.

Pero es claro que la gran preocupación de esta irracional oposición que nos gastamos los venezolanos, periodistas y testaferros incluidos, fue realizar un nunca visto acto de reconocimiento sin que se entienda que se está reconociendo. (¡Ay, dios mío, tengo que escribir sobre esto!) Algo así como decir que existe una flor pura pero mancillándola en el acto de hacerlo. (Los opositores venezolanos me entienden). Y así es con el resto de los temas de la realidad nacional.

Por ejemplo, si hablamos del tema de la Copa América, vemos lo mismo. Sencillamente el periodismo opositor -hay que mencionarlo así, lamentablemente-, realiza un trabajo de enunciar para ensuciar, aun cuando pueden optar más dignamente por la fórmula enuciar-denunciar, ya en sintonía con cierta vena del periodismo.

Tal fue lo que se vio en la prensa escrita de estos días, y para no ir muy lejos saco a colación el comentario de Julio Andrés Borges en su columna "El Nuevo Camino", Ultimas Noticias, p. 68, 24-06-07. Titulando su inserto "¡Ganamos la Copa América!" embarca al lector en la idea de que nuestra vinotinto de alguna manera aventajará a sus contendores durante el evento. Pero, consternados, descubrimos que el titular lo que quiere decir es que ganamos el primer lugar como país despilfarrador de dinero construyendo estadios. ¡Qué tristeza! No pueden escribir una página limpia de ripios y retruécanos malsanos.

El señor Borges afirma deportivamente que Venezuela realizó un gasto de 1.000.000.000 de dólares adecuando el país para el desarrollo de la Copa América 2.007, y el Perú en la edición anterior, menos de 10.000. Yo, simple mortal, sin cifras en la mano, no puedo afirmar que sea falso o cierto, pero el asunto es que no le creo a él, acostumbrado al tasar en los periodistas y opinadores venezolanos una labor de contrapatria.

¿Por qué carajo no se quitan la máscara y se ponen a gritar en sus medios de comunicación lo que realmente piensan de Venezuela, su lugar de residencia para no decir patria? ¿Por qué demonios no exponen sus grandes deseos para esta gestión del comandante Chávez, para ellos no un presidente, sino un zambo golpista? Algo así como lo que sigue es el sueño condesando del escualidismo venezolano en tiempos de Chávez, sea prensa, sea partido político, sea loco de la calle (al menos es lo que se palpa en sus voceros periodiqueros periódicos, alegrías y penas incluidas, según la oración). Veamos el rosario :

¡Qué calamidad, señores, somos nosotros los venezolanos! No ganamos, no pegamos una. Cualquiera es mejor que nosotros. Lo que hacemos no vale. Si lavamos, llueve; si salimos a la calle con paraguas, no llueve. No nos quiere George Bush, el mejor presidente del mundo. ¿Por qué no somos el estado cincuenta y pico de los EEUU? ¿Porque no todos los venezolanos son blanco y tienen los ojos azules? ¿Por qué no nací en el mero centro del capitalismo salvaje mundial? Youtube le ganó a nuestro presidente Chávez como la persona más popular del mundo. Cuando nuestras mujeres han ganado el miss Venezuela es porque las representantes gringas no han ido al evento o lo hemos comprado. ¡Ojalá nos invadan! ¡Ojalá caiga la revolución! ¡Ojalá no gane la vinotinto! ¡Ay de mi sueño americano!

¿Qué tal? Yo también tengo mi palabra final: farsantes de tinta y pico.


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Oscar Camero Lezama

Escritor e investigador. Estudió Literatura en la UCV. Activista de izquierda. Apasionado por la filosofía, fotografía, viajes, ciudad, salud, música llanera y la investigación documental.

 camero500@hotmail.com      @animalpolis

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