Con profundo espíritu democrático, lanzó 2 granadas contra el TSJ. Y ejerciendo su libertad de expresión, detonó 15 disparos de ametralladora contra ese "bufete jurídico" de la dictadura; así fue la protesta pacífica de un tal Óscar Pérez quien piloteaba un helicóptero del CICPC volando sobre el TSJ hasta mostró bandera del artículo constitucional 350 frente a efectivos de la GNB. Estos últimos abrieron fuego letal contra este "manifestante", quien a pesar de todo milagrosamente pudo escapar de la "represión brutal".
Más o menos así reflejan los medios opositores los sucesos violentos en el país, y sobre todo este acto terrorista acontecido en Caracas el 27 de junio de 2017, donde un tal Óscar Pérez, aparentemente funcionadrio del CICPC y vinculado a un exministro que tiene aspiraciones presidenciales, atacó la sede del máximo tribunal.
Pérez, de quien también se dice que fue productor y actor en película "Muerte suspendida", protagonizó la aventura más reciente de la cúpula opositora desesperada que ha abandonado totalmente la ruta política electoral, ahora apostando todo al terrorismo y a la violencia.
En cualquier país del primer mundo, un ataque contra la sede judicial principal del Estado, habría sido fuertemente reprimido y el helicóptero derribado. Asimismo el piloto terrorista sería condenado a la pena de muerte. En Venezuela, este caso debe aclararse, una vez capturado este individuo, habrá que determinar mediante interrogatorios quién es el autor intelectual del hecho delictivo pues no cabe duda que forma parte de una estructura de delincuencia terrorista organizada para hundir a Venezuela en el caos de una guerra civil o intervención extranjera.
Sin ánimo de subestimar al exministro, que poco o nada de carisma tiene para ser realmente un presidenciable, se dice que le habría ofrecido a agencias injerencistas del extranjero, producir un alzamiento militar contra el Presidente Maduro; sin embargo si su liderazgo sólo moviliza a un cómplice en cada institución, entonces le quitó dinero a sus aliados mediante engaño y falsas promesas.
Queda mucha tela por cortar, por ahora se deben extremar las medidas de inteligencia, prevención y acción penal contra la preparación y posible ejecución de cualquier nuevo ataque que pretenda atentar contra la vida y la paz de los venezolanos.
