Una marcha anunciada

Con toda la prosapia -oligárquica del temeroso Capriles- él ha
convocado sin sostén ninguno, una marcha que por demás está decirles
que tiene un fin último y, es pedirle a los venezolanos conscientes y,
de buen corazón que reaccionen ante la ofensiva del Gobierno Nacional
de lanzar los precios de los corotos que se comercian en Venezuela por
el suelo de la temeridad sin darle valor alguno al esfuerzo que ellos
como forjadores de libertades (nada egoístas) tengan la habilidad de
sacarle los dólares del Estado a Cadivi, para comercializar a su
antojo: el esfuerzo que su uso determina de transformarlos en
bolívares deformados a objetos suntuosos en una economía de mercado
que deje beneficios en consideración de descapitalizar a las familias
venezolanas sin dolor alguno.

En consideración a la variedad de casos registrados en público que
malponen al empresariado capitalista bonachón prolijo y como
prerrogativa a sus deberes ausentes, se invita al público en general
que entienda que en el alto costo de la vida con electrodomésticos
incluidos sin tocar todavía los alimentos, ni los víveres, ni los
artículos articulados dentro del proceso ofensivo que incitan
ansiedad, debe cada uno de los presentes, a la gran marcha que se
desarrollará en próximas horas, atenerse exclusivamente al vademécum
que se les hace llegar con indicaciones precisas del conjunto de
consignas, livianas por demás, que deberán vocear a coro con
estribillo fuerte que fecunde corazones al desplegarse en su recorrido
pautado y, como un ejercicio de fuerza y predominio, se adelantan
éstas a su placer:

¡Uh! ¡Ah!

¡Precios justos nunca más! El coro fermentado de alegría, debe
repetir: No, no, no.

¡Uh! ¡Ah!

¡Somos mayoría y como mayoría, exigimos, que los electrodomésticos no
bajen más! El coro con los puños en alto debe bajarlos y repetir
seguido: Ja, ja, ja, ja y, nuevamente subir los puños.

En atención a lo importante del acto en cuestión: se hace
imprescindible darle vida nueva a nuestros máximos líderes que se
parten el pecho político todos los días buscando el máximo nivel que
ellos se mereces en su azarosa y peligrosa carrera de obtener
beneficios que los haga más independientes del presupuesto y partidas
secretas de la gobernación del estado Miranda. Se dirá sin pausa ni
respiro:

¡Ca-ca-ca-ca-priiiiiii-less! ¡Sin apuro es más seguro! ¡Nuestro
presidente a futuro! Y el coro debe destacarse con firmeza y soltar
rápidamente: Cacacacacacaca. Ca.

E inmediatamente consignar con la señal de la cruz y viendo al cielo
con un ojo cerrado de paciencia al grito: Mari-Mari-Mari-Mari-Mari y
el coro debe desplazar su voz fuerte que no pierda objetividad de
sentido y aupar sin miedo: Cori-cori-cori-cori-cori. Ya.

Y, sin piedad retumbar sin parar: ¡Uh! ¡Ah!, ¡Uh! ¡Ah!, ¡Uh! ¡Ah!,
¡Uh! ¡Ah! ¡Anjá! ¡Cocchiola no se va!

Se recomienda seguidamente tomar aire de paz y, deslizar sin pensar:

¡Pobres respeten a los ricos! ¡Que los ricos somos más! Y el coro: ¡Guao!

Y, con pasos firmes en el recorrido: incrementar con circunstancia atenuante:

¡Maduro no seas duro! ¡Y, respeta la prosperidad de tu pueblo!

La creatividad de la oposición debe ser derrochante y, jamás declinar
al solicitar con paciencia en la marcha de la desigualdad sin límites:

¡Venezuela está coja de precios bajos!

¿¡Adivine. Adivine y señale al culpable!?

Y, con entonación pasmosa de alegría y sabiduría, arrear:

¡Yanquis vengan ya! Y con soltura caprichosa, repetir: ¡Aquí es! ¡Aquí es!


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Esteban Rojas


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