El pequeño saltamontes

Los medios privados venezolanos hacen piruetas desesperadamente para evadir el pago de la enorme deuda social que han acumulado en diez años de aventuras políticas fallidas. El balance es realmente desolador, incluso desde la óptica capitalista. El empeño infructuoso de sacar a Chávez mediante el empleo de la poderosa maquinaria mediática, solo ha ido en detrimento del jugoso negocio que hoy se tambalea. Sería interesante saber que piensan al respecto los accionistas de RCTV, GLOBOVISION y tantos otros medios impresos hoy empantanados en prácticas panfletarias estériles.

El triste consenso nos reúne ante una comunicación social degradada por el sesgo informativo y la manipulación criminal que suplanta el periodismo investigativo por matrices artificiosas destinadas a estrellarse contra el sentido común de la gente.

Bajo la figura de los dos ligaditos, continúan renuentes a reconocer sus responsabilidades en las derrotas del golpe y el sabotaje apátrida, por solo nombrar dos de las cuentas del rosario. Embriagados de soberbia, los patronos mediáticos arrastran a sus empleados al juego suicida que amenaza la propia sobrevivencia, contraviniendo una y mil veces la sabia conseja de abandonar a tiempo las partidas perdidas.

Ellos en cambio se aferran al “vacío de poder”, aquel donde cogieron la mala maña de romper filas y correr como niños malcriados cada vez que la cosa se pone peluda. Quisiéramos ahorrarnos los ejemplos pero las sorpresas surgen a diario.

Recientemente, a propósito de la monumental paliza conceptual que les propina el movimiento revolucionario en medio del acalorado debate nacional sobre la propuesta de reforma constitucional, los medios reaccionarios coquetean de nuevo con la insurgencia para retomar la irresistible tentación de salidas “fáciles”.

Ante el fracaso de la sombría campaña mortuoria que exacerba cuanta desgracia sucede en el ámbito nacional, intentan importar violencia de donde venga. Así que han ido a parar nada menos que a Birmania. Aunque no tienen idea de donde queda, allá están empollando monjes budistas con sus cálidas posaderas virtuales.

Fieles a la fábula del rey desnudo, los cultores de la Venezuela a secas, la de siete estrellas y el caballo pa´tras, se niegan a aceptar “dócilmente” que el verdadero nombre de ese país es MYANMAR, total, hay petróleo, gas y lo más importante, gente protestando contra la violencia implacable de una dictadura entronizada en el poder. Suficientes “similitudes” para lanzar ya la nueva “cruzada por la libertad” birmano-venezolana.

Alberto Federico y su combo corren en desbandada tras la pista del pequeño saltamontes que mora en las manifestaciones de Myanmar, para ello adentran cámaras en los caminos de la “meditación espiritual” guiados de la mano por los monjes que lideran la revolución azafrán.

Entre tanto, aquí en la Tierra se alista el relevo comunicacional que retomará los valores y espacios que nunca debieron entregarse a empresas que hoy, atrapadas en su propio laberinto, ceden dominios a nuevos operadores comprometidos honestamente con la realidad.


cordovatofano@hotmail.com


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Daniel Córdova Tofano


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