Honduras: ¡O se rompe la zaraza o se acaba la bovera!

Hay momentos en la vida en los cuales la diferencia entre el éxito y el fracaso no lo determinan las condiciones objetivas sino ese ramalazo de heroísmo necesario que prenda la chispa. El pueblo hondureño lleva siete largos días y noches soportando heroicamente la agresión de la Fuerza Armada, la policía nacional, los empresarios y los medios de comunicación. Eso que llaman opinión pública internacional está –por ahora- con ese pueblo. También los organismos multilaterales. Pero entre el bastón que golpea, la bala que silba amenazante, la bomba lacrimógena, el agua con químicos, los allanamientos y su pecho no hay nadie.

Conocer –por distintos medios- que la comunidad internacional está con él lo alienta, pero el palo en la cabeza es mucho más real y objetivo que cualquier esperanza. El pueblo resiste, el pueblo lucha, pero el pueblo tiene que ver y sentir el acompañamiento de sus líderes. Un líder verdadero debe correr la suerte de su pueblo. El presidente Zelaya debió anunciar su retorno a Honduras con estos mismos sentidos argumentos. “Voy a Honduras a correr la suerte de mi pueblo”

¿Qué hay peligro para su seguridad? ¡El mismo peligro que está corriendo ese pueblo! Es hora del acompañamiento real, es la hora de los hornos. Zelaya tiene que hacer suyo el grito de Martí “Con los pobres de la tierra (de mi pueblo) quiero yo mi suerte echar” Ningún otro gesto será suficiente como para encender la llama patriótica y la fe de ese pueblo. Un Zelaya que por seguridad propia deje a su suerte al pueblo estaría colocando un muro infranqueable entre él y el amor de ese pueblo.

Llegó la hora, presidente, llegó la hora de la verdad. Los pueblos del mundo depositan sobre sus hombros buena parte de sus esperanzas. Vaya, vaya y diga como el prócer de nuestra independencia pero a su manera “hoy se rompe la Zelaya o se acaba la pendejera” El supuesto “baño de sangre” que produciría la llegada del Presidente tiene siglos que, a chorritos, está desangrando a nuestros pueblos. Esa oligarquía que amenaza con baños de sangre tiene siglos alimentándose de la sangre del pueblo. Un chispazo de reciedumbre puede desencadenar el momentum revolucionario. La toma de la Bastilla, el asalto al Cuartel de Invierno, y ahora “la toma del Aeropuerto”, podría añadirse a momentos revolucionarios genuinos. Sin importar lo que haga la oligarquía ese chispazo empezaría a contar los minutos para su derrota definitiva. Desde los Colectivos de esta patria de Bolívar no estamos mandando a cantar teniendo buena voz. Por decisión unánime –con más unanimidad que la de la OEA- nuestros Colectivos le decimos al pueblo de Morazán ¡PRESENTE! Mande señor Zelaya, mande y de el ejemplo.


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Martín Guédez


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