Dieterich y El Troudi, ¿Inocentes o gendarmes del Capital?

Existen quienes piensan que la vía acelerada para la construcción del socialismo en Venezuela solo será posible por medio del desarrollismo económico en donde se conjugarían o coexistirían “pacíficamente” todos los modelos productivos existentes experimentados por la humanidad en el ultimo siglo, nos referimos al desarrollo del capitalismo privado (de una burguesía “nacional”); el desarrollo del capitalismo de Estado (inversiones estatales bajo relaciones capitalistas de producción y distribución); inversiones de capital mixto, bien sea con capitales privados nacionales o de mayores inversiones extranjeras. En fin, para estos ilusos soñadores, está más que claro, que el desarrollismo es la vía al “Socialismo del Siglo XXI”.

No es de nuestro interés debatir en este artículo sobre las concepciones economicistas que motivan a estos señores o como se hacen llamar, “teóricos de la revolución”. Pues creemos que Marx y muchos otros buenos marxistas han dado suficientes lecciones sobre estas peligrosas desviaciones que conducen, sin duda, al revisionismo y a la traición. Fue Eduard Bernstein, el padre del revisionismo del siglo pasado, y hoy, en el siglo XXI, lo encontramos representado en sus más fieles discípulos o mejor dicho, sus mejores primogénitos: Heinz Dieterich y Haiman El Troudi.

Con esto tampoco pretendemos negar la necesidad del desarrollo del país en la medida de cubrir necesidades fundamentales y de acuerdo a nuestras particularidades legadas por la naturaleza (alimentación, vivienda, industrias básicas, industria petrolera y petroquímica, etc.), por el contrario, lo creemos imprescindible, solo que el fondo de la discusión se encuentra en otra área.

Por socialismo los revolucionarios entendemos como transición. Es aquí en donde reside el meollo del problema avivado por la revolución y que podemos resumir en una pregunta ¿Transición a donde? De la respuesta que demos a esta pregunta encontraremos la clave y las formas productivas a privilegiar.

Pero El Troudi, nuestro autoproclamado “teórico de la revolución” parece tener la respuesta en la coexistencia. Su sinceridad terminó por destruir su careta de ingenuo y colocándole la de lobo cuando en una entrevista reciente afirmara que nuestro socialismo “privilegiará todas las formas productivas” sin importar lo peligroso que resultaría el privilegiar a nuestro verdugo, el capitalismo.

Al imperialismo y a la burguesía lacaya no les preocupan que la revolución desarrolle los medios de producción; cree nuevas empresas, de trabajo y bienestar al pueblo, etc., siempre y cuando ésta (la revolución) no trastoque al sistema capitalista imperante y dominante, pues, todo incremento en los volúmenes de producción es, a la vez, un acrecentamiento en los volúmenes de la plusvalía a extraerle al obrero y su afianzamiento como ideología dominante que socavaría la revolución. Al imperio solo le preocupa el nacimiento del verdadero y único socialismo que echa por tierra a la propiedad privada, a las relaciones de producción y distribución capitalista, al capital.

basemtch@yahoo.com


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Basem Tajeldine

Marxista. Investigador de temas geopolíticos internacionales en el Centro de Saberes Africanos. Moderador del programa VOCES CONTRA EL IMPERIO, RadiodelSur y RNV.

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