¡Coño!, ¿Socialismo?

Sin duda alguna el proceso revolucionario que vive nuestra nación es único en el mundo, especialmente porque se ha venido desarrollando en una democracia participativa, sin represión política, con una exagerada libertad de expresión, y un sentimiento de amor sin dejar de señalar el contenido ideológico que se construye desde las bases populares. Al frente nuestro Comandante Hugo Chávez que con su moral, tenacidad y perdón ha sabido ganarse la credibilidad y el amor de la gente como jamás nadie en este país lo ha logrado.

Chávez ha sido el motor fuerte que ha impulsado este movimiento, en un tiempo donde el desprestigio de los políticos tradicionales de la derecha como de la izquierda ha sido muy evidente. El pueblo dejo de creer primeramente en sus representantes así como en sus sistemas partidistas, un vacío que luego sería llenado por las empresas privadas de información.

El proceso revolucionario igualmente surge gracias al ímpetu de las mayorías de pobres y personas de la clase media quienes vieron en Chávez toda posibilidad de errumbar a la nación a puerto seguro y dar los cambios que hoy que hoy se evidencia en 8 años de gobierno bolivariano, a pesar de todos los ataques del Imperio Norteamericano y de los grupos económicos y de las elites que por décadas se han beneficiados de las riquezas producidas en la nación.

Hemos visto como el proceso de transformación se ha dado a pasos agigantados, muchas veces no comprendido por sectores o pequeños grupos de líderes de la izquierda que sin Chávez hoy siguiesen en el foso de la indiferencia colectiva ante sus propuestas políticas. Lo que sí nos debe preocupar en la nueva etapa que vive el proceso revolucionario es la conducta colectiva y privada de nosotros mismos, en demostrar con nuestros discursos, acciones y vida personal hasta dónde de verdad hemos comprendido el SER REVOLUCIONARIO y ser SOCIALISTA.

Una dinámica interesante porque cuando descubrimos los monstruos internos que muchas veces hay en nosotros pensamos que es más peligroso que el mismo enemigo de afuera; llámese Oligarquía, CIA, imperialismo. Un sistema de vida impregnada de vicios, conceptos no claros, conductas que grosso modo parece socialista pero que en realidad contradice nuestro discurso.

Trataré de explicarme. He escuchado por boca de personas cercanas, su decepción con respecto a muchos revolucionarios donde surge la pregunta: ¿Puede ser un socialista alguien que ostente una camioneta x de 100 millones de bolívares?, ¿Puede ser incongruente alguien que se llame revolucionario y escuché música gringa o comercial?, ¿Puede ser socialismo la imposición de métodos y sistemas de organización en una asamblea revolucionaria?, ¿Es o no socialismo actitudes de exclusión a otros y otras porqué no me caiga bien?. Un sin fin de preguntas que pasaríamos horas escribiendo.

Un tema que debemos de analizar, pensar, porque muchas veces las cosas no se dan porque queremos los cambios del otro cuando hacemos poco por los cambios de uno mismo. Un trabajo cultural a fondo que nos compromete a todos en la enorme necesidad de trabajarlo en la formación ideológica como una necesidad de primera, de revisar los auténticos valores capitalistas que aún persisten dentro, ya que nos pueda crear inquietudes que alguien que se diga revolucionario socialista ostente lujos por medio de su trabajo REVOLUCIONARIO, o que apenas llegue a ser figura pública se comience a distanciar de aquellos que le vieron formarse y llegar a donde está.

Por mi parte no me quita el sueño de que alguien que se llame socialista viva en el Este, tenga un buen carro de último modelo, gane buen sueldo mientras esa persona esté dispuesta, en determinado momento, renunciar a ello si es necesario por salvar el proceso. Es decir que si mañana se tenga que abandonar un cargo, una propiedad, etc., para que la revolución avance o aún por la vida de alguien, se demuestra así que ese o esa persona es revolucionaria de corazón.

Tampoco significa que si alguien que se llame revolucionario piense que ser pobre es garantía de ser socialista, que alguien que no aspiré a una mejor forma de vida es garantía de estar claro con el proceso. Entendemos que el proceso revolucionario que está desarrollándose en el país es para que la mayoría de los venezolanos vivan mejor, tal vez no ahogados en el lujo, aunque sí con una forma de vida digna, libre de ataduras culturales, ideológicas y religiosas que los aliena y lo sumerge en una pobreza que va más allá de lo material, sino espiritual, de pensamiento, de identidad que este proceso viene liberando.


El problema que veo es ese enfrentamiento y preocupación que ya existe entre el discurso revolucionario y el accionar del mismo; una cosa dicen y otra cosa hacen. Como si la revolución dependiese de alguien cuando debería depender más de nuestras propias convicciones que de lo que oteros hagan. Esto no quiere decir ser indiferente ante la corrupción y la irresponsabilidad, sino que es interesante que cada uno de nosotros llevemos el ser socialista a cada una de las áreas de la vida.

Es como hacen los cristianos que suelen decirle a otro cristiano: ¡Te haces llamar seguidor de Cristo, pero tu conducta dice lo contrario!, eso cuando éstos caen en pecado o viven o tienen doble vida. Yo pregunto; acaso un hombre que suele estar puteando con varias mujeres en meses ¿Puede ser socialista?, eso no tendría que ver con lo de moral. O la mujer que le monta cacho a su marido y pregona la igualdad y la ética. O el que invierte tiempo creando divisiones en los grupos y después hablé del proceso de cambios.

¿Hasta dónde el socialismo como norma de vida ha de impregnarnos?. El chisme, la indiferencia, la desidia, el individualismo puede congeniar con el ser SOCIALISTA. Ver al camarada en situaciones difíciles de enfermedad, vivienda, conflicto emocional y ser indiferente lo hace a caso socialista. El mantener una actitud de atropello constante al camarada sea gritándole, humillándole públicamente sea conducta SOCIALISTA.

La lista es más larga aún. Por eso la inquietud entre el discurso y la acción nos llama poderosamente la atención. Separamos la actividad política y publica de la privada. Públicamente soy socialista, privadamente capitalista. Cosas así que uno no logra de entender. O que si todo el día me la paso escuchando solo música revolucionaria me hace más socialista que el otro.

Termino con esto. Reflexionábamos en estos días unos camaradas acerca de las marchas bolivarianas, aquí en Caracas; aparte de la algarabía, la alegría y los slogans, uno queda confundido en la tomadera de cerveza a lo largo de la marcha, especialmente las de la marca Polar. Marchamos contra el imperialismo pero bebemos de sus productos. O cuando uno escucha canciones a todo dar de ¡Dale palo por ese c….!, o en un acto de baile de niños y niñitas e hijas de padres revolucionarios con falditas tan cortas que insinúan al sexo con movimiento de adultos, nos reímos y aplaudimos, acaso esa formación no pertenece a la forma en que el neoliberalismo nos planteó la vida y la recreación, marcando en nuestros hijos un sensualismo desde pequeños.

No me amargo la vida a que alguien vaya a los comercios de comida rápida, las gringas me refiero. Pero si nuestro discurso es totalmente anti-cultura gringa y obstinamos a otros de que son o no socialista porque esto o aquello pero viven dependiendo de esa cultura es lo que molesta. Si a mi me gusta las gaseosas yo no puedo andar condenando a otros porque las tomé. Llegará un punto en mi vida que las deje de consumir por cuestión de salud o por razones ideológicas. Ese será mi peo, llegará el momento que tenga qué decidir si esto o aquello afecte mi crecimiento ideológico o el de los otros.

La razón aquí es que cada uno de nosotros pensemos en qué cosa realmente soy o no socialista, qué conducta y forma de ser refuerza mis convicciones o las contradice. Ante eso entiendo la preocupación de Chávez de la formación ideológica, de centrarnos más en la formación o reforma cultural interna.

Juliocesar1221@gmail.com


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Julio César Colmenares

Comunicador alternativo.

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