El fracaso de los “emprendimientos”

Estar con una revolución socialista es un compromiso personal por cambiar la sociedad, saber cuáles son las perversiones de la sociedad capitalista que nos afectan de forma negativa, y las motivaciones que las avivan. Hay que saber más de nosotros mismos si queremos conocer al monstruo con el que luchamos.

Hacer una revolución es superar muchos hábitos personales negativos, vicios que juzgamos repulsivos, cuando los vemos fuera de nosotros, quizás ese es el sacrificio personal que hay que hacer por la revolución socialista, vernos reflejados en la sociedad que tanto criticamos. Es duro conocer cómo funciona dentro de uno mismo la mecánica de la injusticia, el sentimiento de la desigualdad, de la indiferencia, el odio, la flojera, entender esa lógica, si es que la tiene. Para un soldado de la revolución socialista es importante saber por qué la masa es arriada con tanta facilidad hacia el egoísmo y el odio, es manipulada sin mucho esfuerzo; debemos reflexionar mucho sobre nosotros mismos para reconocernos en la masa y afinar la lucha.

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Las motivaciones

Hoy es difícil llevar una vida modesta y honesta sin sentir vergüenza, a eso nos obliga el capitalismo, a la vergüenza. Controlar los vicios del capitalismo es penoso pero más aún es saber que los tenemos, y el más grande de todos esos vicios, para nosotros, es tener que mentir y mentirnos para no sentir vergüenza. El capitalismo es la sociedad de la mentira y de la vergüenza.

La primera mentira del capitalismo es que todos podemos hacernos ricos y llenarnos de lujos, todos podemos ascender en la escalera social. La democracia del capitalismo nos promete que todos podemos hacernos ricos, basta con tener las ganas y trabajar duro. Sin embargo, para los que tenemos otra idea de revolución distinta a la del gobierno de maduro, que el capitalismo nos de oportunidades de progresar de forma individual no pasa de ser una íntima ilusión de igualdad social, dónde las pocas veces que se hace realidad el ascenso hacia el "éxito social" muchos seres inocentes tienen que pagar por eso. Nadie disfruta de lujos y comodidades sin que en algún lugar del planeta muchos mueran de sed, de hambre, de enfermedades – muchos seres desechables son usados como cobayas de laboratorio por Bayer o Pfeiffer, para salvar buena parte del capitalismo– … El capitalismo es una estafa, como la "pirámide de Ponzi", pero elevada a nivel planetario, unos pocos vivos se roban el trabajo, el esfuerzo, las ilusiones y sueños de una masa atontada con una promesa vana de felicidad y éxito, no obstante, por tres que alcanzan ese vano éxito, cientos fracasan en un mundo de penurias.

Cuando Maduro dice que ha invertido los recursos del Estado en créditos a "emprendedores", nos asombramos, porque está estafando a las mayorías, crédula en una revolución, porque es imposible que haya "emprendedores" sin trabajadores explotados. Un "emprendedor", cuando mucho, produce mercancía, pero la mayoría de ellos se dedica a la especulación del comercio, este "emprendedor" básicamente es un "escalador social", dedicado aparentemente a la producción nuevas ideas y nuevos productos, es estimulado por el lucro y la "distinción social". El reproche es sencillo, si un "emprendedor" tiene éxito, seguro está explotando a alguien, y si no, es tragado y explotado por otro, pero conservando con la ilusión vana de ser dueño de su propio negocio. El capitalismo, en las condiciones que sea, traga "emprendedores" y escupe sus bagazos todos los días. Todos tenemos algún amigo "emprendedor" sobreviviendo al fracaso, para que constate esta realidad.

El mercado del lujo, el marcado de una mentira.

En la debacle capitalista del 2009, el mercado inmobiliario en su caída arrastró consigo a otros especuladores a nivel planetario, los únicos competidores que no produjeron pérdidas, es decir, el mercado más sólido, contrario a todos los demás, fue el del lujo. El mercado del lujo está tipificado por las empresas productoras de relojes, resorts y viviendas, yates, vinos y licores caros, carros de lujo, ¡cochecitos de bebes!, zapatos y ropa de marca, perfumes de marca,… todos aquellos productos que distinguen a su dueño del común de las personas – en Mayami, un traje Armani es un pase hacia el éxito, así sea robado –. Normalmente la gente se ríe de la frivolidad del lujo, sin embargo es el mayor estímulo para el "ascenso social", el gran impulsor de la sociedad burguesa capitalista, de todos sus vicios y maldades.

Sin embargo, Jorge Rodríguez ostenta zapatos de marca de muy costosos y Pedro Carreño de un gimnasio propio dentro de su casa (además de su casa) y lo hacen con mucha naturalidad, dando ejemplos de un éxito vano por encima del decoro y la honestidad. Ninguna modestia, nada "modesto" los caracteriza, sino la ostentación. Lo primero que hace un funcionario "ascendido", en la administración pública y en la empresa privada, es diferenciarse del resto de sus compañeros exhibiendo los símbolos de su "éxito": compra un carro nuevo, un traje o un vestido nuevo, perfumes y zapatos, almuerza en restaurantes caros con sus jefes mientras se hace el simpático. Subestimar el poder de encantamiento del lujo es un gran error.

Nuestro mayor esfuerzo ha sido descubrir el origen psicológico de esa fascinación por la mentira para no caer en el engaño del lenguaje teatral del gobierno torcido de Maduro. Fomentar "emprendimientos" con los recursos del Estado es, primero, subrayar ante el mundo que su gobierno no es un gobierno socialista, y segundo, ofrecerle a muchos tontos e incautos la oportunidad de pavonear los "símbolos de su éxito", en de una sociedad fracturada por el egoísmo, condenada a la desigualdad.

Ahora sabemos que fomentar "emprendimientos" es darle un impulso al capitalismo, en una sociedad gobernada por la lógica del capital, que esto está lejos de ser la fórmula socialista de hacer justicia social, de retribuirle a la masa el producto de su trabajo, de su inteligencia creadora, de su vocación de servicio por el bienestar colectivo, lejos del buen vivir de todos en una nueva sociedad, cooperativa y solidaria; ¡el sueño de Chávez!

Con esa alusión al esfuerzo personal para alcanzar el éxito, Maduro, su gobierno y el madurismo no nos engañan, porque la mentira está cuando nos mentimos a nosotros mismos, creyendo en "pajaritos preñados". No debemos avergonzarnos de nuestros sueños, de nuestros ideales humanistas y de justicia social... ¡Nada!, ¡Al capitalismo "ni un tantico así"! Tenemos la razón!, ¡el capitalismo es una mierda y hiede, no importa dónde y cómo se encubra o de qué se disfrace!

¡Patria Socialista o nada!, ¡Chávez es socialismo!



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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