Índice de precios al consumidor (2025 - 2026): De la inflación en tres dígitos al riesgo hiperinflacionario

Venezuela cierra 2025 en una encrucijada crítica. Tras un breve respiro de estabilidad, la economía ha vuelto a precipitarse en una fase de turbulencia extrema, marcada por el desplome del bolívar, una inflación que retoma velocidad hacia los tres dígitos y un cerco diplomático-militar que estrangula su principal arteria vital: el petróleo. Con los ingresos petroleros bajo asedio directo por la incautación de buques y una caída estructural en los precios del crudo, el país termina 2025 con una inflación que se acelera peligrosamente. Al cruzar el umbral de 2026, se enfrenta a una tormenta perfecta que exige una cirugía mayor, y urgente, en su política monetaria y fiscal.

La tormenta monetaria: Devaluación, liquidez desbordada y sanciones

El síntoma más alarmante del desequilibrio económico este año ha sido la pulverización del valor del bolívar. Al cierre de este 20 de diciembre, el tipo de cambio oficial escaló hasta los 285,40 bolívares por dólar, un salto abismal comparado con los 52,02 bolívares en los que inició enero. Esta depreciación del 448,6% no es fortuita; responde a una expansión monetaria sin precedentes para financiar el gasto público, caída de precios del petróleo, menor oferta de divisas por parte del BCV, y sanciones y restricciones de otros países en aumento.

Un datos impactante es la liquidez monetaria que pasó de 175.287.108 millones de bolívares al cierre de 2024 a la estrepitosa cifra de 728.988.905 millones a inicios de diciembre de 2025. Este crecimiento del 415,89% en la masa de bolívares ha inundado un mercado hambriento de dólares que la banca ya no puede satisfacer. Según varias fuentes, la oferta de divisas ha sufrido un golpe severo: la venta de dólares cayó un 16% respecto al mismo periodo de 2024. Los datos muestran sin lugar a dudas un conjunto de condiciones que solo aviva la inflación para cierre de año.

El cerco en el Caribe: El efecto "skipper" y la caída de la flota.

La capacidad de maniobra financiera del Ejecutivo se ha visto drásticamente reducida por el endurecimiento del bloqueo naval en el Caribe y constantes declaraciones de EE.UU que incrementan el temor de los actores económicos, en tanto y cuando sea así, el flujo de divisas está bajo ataque directo. No se trata solo de amenazas; la realidad es que ya son dos los buques interceptados. Al caso del "Skipper" (incautado el 10 de diciembre) se sumó ayer sábado 20 de diciembre la confiscación del buque "Centuries", lo que confirma un cambio de táctica en la presión internacional.

Se estima que entre el 40% y 45% de los barcos que transportan crudo venezolano están actualmente sancionados. Esta situación podría traducirse en una pérdida de ingresos para Venezuela que algunos economistas estiman podría ubicarse de entre 8.000 y 8.500 millones de dólares anuales. El riesgo de confiscación está alejando a los armadores internacionales, dejando al país dependiente de una logística cada vez más costosa.

El desplome de la Cesta Venezolana y proyecciones 2026

La caída en los ingresos podría venir en 2026 por el precio del crudo. La cesta petrolera venezolana, que promedio en 2024 en 60,11 dólares por barril, descendió hasta los 55,30 dólares hasta noviembre de 2025, lo que representa una caída del 8%. Este retroceso es un preludio sombrío para 2026, donde las principales instituciones financieras proyectan un mercado petrolero con exceso de oferta:

* *JP Morgan:* Prevé el Brent en torno a los *58 dólares*.

* Bank of America: Proyecta un promedio de 60 dólares.

* *Agencia Internacional de Energía (AIE):* Estima una caída hasta los 55 dólares.

Para Venezuela, esto es una doble estocada. El bloqueo en el Caribe y la reciente confiscación de petroleros obligarán a PDVSA a ofrecer descuentos aún más agresivos (superiores al 35% habitual) para atraer compradores dispuestos a asumir el riesgo de incautación por parte de EE. UU. Esto reducirá el ingreso neto por barril, limitando la capacidad del Banco Central para intervenir en el mercado cambiario sea con divisas o criptomonedas, sin embargo, la situación podría empeorar a niveles críticos si no se despacha el petróleo por falta de buques, en cuyo caso el país se vería obligado a parar la producción de crudo cuando se llenen la capacidad de los depósitos de almacenamiento.

La hoja de ruta: ¿Cómo frenar la caída?

Para evitar efectos económicos negativos el próximo año, y en ello en nivel mucho más altos de inflación, el análisis sugiere un cambio de rumbo urgente implementando una serie de medidas estructurales entre las deben estar:

1. Freno financiamiento monetario: Detener la emisión de bolívares sin respaldo para cubrir el déficit fiscal.

2. Sinceración Cambiaria: Ajustar la tasa de cambio a la realidad del mercado para eliminar la brecha especulativa.

3. Bancarización de divisas: Permitir cuentas de resguardo y transferencias en dólares dentro de la banca nacional para reactivar el crédito.

4. Transición al crédito productivo: Pasar de la simple venta de divisas a la entrega de créditos que estimulen la fabricación local y la sustitución de importaciones.

5. Política expansiva: propiciar la apertura de discusiones de convenciones colectivas en sectoresa que han crecido los últimos años para incrementar la demanda agregada y agilizar la apertura de exportaciones de comoditis no tradicionales (Casiterita, carbón, Petcoke entre otras,) para estimular el crecimiento económico general, el empleo y la inversión doméstica más allá de los propios sectores mineros

Conclusiones inflacionarias: 2025 cierra en rojo, 2026 bajo incertidumbre

El año 2025 termina con un balance amargo: una inflación que ha retomado velocidad crucero. La devaluación del 448% es el testamento de un modelo de intervención que ha agotado sus reservas de oxígeno. 2025 cerrará con una inflación en tres dígitos, de allí que organismos como el FMI ya han proyecta una inflación de 548% para el cierre del año, pero la aceleración de los ataques a la economía por parte de otros países en las últimas semanas sugiere que incluso esta cifra podría quedar corta.

Para 2026, el escenario base es de extrema fragilidad. La combinación de precios petroleros a la baja y un cerco naval que ya ha cobrado dos buques en menos de un mes (Skipper y Centuries) reducirá el margen de maniobra fiscal a niveles mínimos. Si no se logra un alivio en las tensiones geopolíticas o una disciplina monetaria férrea, el 2026 será un año de alta volatilidad donde el principal reto no será el crecimiento, sino la simple supervivencia económica en un entorno de ingresos menguantes, con una devaluación alta y dónde el riesgo de volver a un ciclos de hiperinflación estará latente.



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José Antonio García


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