Estado actual y socialismo

"Creían en la posibilidad de una vía no violenta, constitucional y democrática para construir un sistema distinto que permitiese avanzar hacia el socialismo sin los traumas históricos de otras experiencias".

Qué tan eficiente es la gestión del gobierno, de la oposición ni nos ocuparemos, hasta el momento se han cumplido las expectativas, las metas propuestas por los responsables desde hace dos décadas, cuya misión primordial no es otra que el cambia de lo viejo de la IV a lo nuevo de la V, la refundación de República, en una nación saturada de riquezas, solo que siguen siendo mal distribuidas, desde una estructura que no ha alcanzado el propósito de producir la mayor suma de felicidad posible y velar por el pueblo, para el pueblo y con el pueblo, como lo quiso Chávez. Existe hoy bienestar económico, social, la política social es democrática, hay plenas libertades, existe la igualdad de oportunidades. Existe una claridad en las políticas públicas, son coherentes, hay cuentas claras. El saldo del proceso de cambio en revolución es positivo, las propuestas concebidas en el Plan de la Patria se han cumplido. Es eficiente la administración de los recursos, o ha primado el interés de personas, grupos y sectores estancos, egoístas, desde los que se han enquistado en el poder, en un ejercicio propio de regímenes en los que las decisiones no las toman en consenso con las comunidades, sino por cooptación, desde directrices representadas por quienes son ahora la burguesía revolucionaria, y el respaldo y la anuencia de los poderes del Estado. Pareciera que todavía no hemos entrado de lleno en el siglo XXI, a pesar de encontrarnos en el 2020, en mitad del desarrollo de una nueva pandemia, que esta vez ha sido producida en directo por la mano del hombre, usada como arma persuasiva, con el propósito de enfrentar los desafíos de las nuevas potencias que amenazan con desplazar del hegemon a las potencias que habían acaparado la atención del mundo, y el capitalismo herido de muerte, por lo que las circunstancias, han puesto contra las cuerdas al Nuevo Orden Global, que busca desesperadamente ganar tiempo, para mantener las cosas como hasta ayer, bajo manipulación de los organismos internacionales, fachadas de los poderosos, en un juego de tronos, que ha sido considerado como la peor tragedia en la economía y las finanzas, que pone en vilo la propia estabilidad del grueso de la población mundial.

Han sido muchas las formas y maneras en que se ha organizado la sociedad, la humanidad es testigo desde hace milenios, donde los beneficios se han reportado para un minúsculo grupo diseminado entre los países del orbe. Beneficio que ha costado sangre, sudor, lágrimas, vidas y la existencia de los muchos que son pobres sobre la tierra de la Tierra. Viviendo de la miseria producida por la implantación del capitalismo salvaje, donde las élites del liberalismo antes, y del neoliberalismo actual, han cosechado en los territorios indígenas de lo que son las América, durante la colonia, en la independencia y las escindidas repúblicas, sometidas por Europa, y aprovechada principalmente por los ingleses y los norteamericanos, con el establecimiento de hinterland, en lo que fueron los virreinatos, repúblicas desgajadas y divididas internamente, balcanizadas diría Abelardo Ramos. Si el socialismo sigue siendo la expresión de la solidaridad con todos los pueblos que sufren, la tarea consiste en erradicar por todos los medios necesarios para lograrlo, de lo que han sido las causas del sufrimiento y privaciones de los pobres sobre la faz de la Tierra; de tal modo que podamos llegar a vivir en otro mundo posible.

Los ejemplos sobran, el socialismo se ha implementado desde que como corriente filosófica y doctrina política, social y económica, se estableció como un sistema con características específicas, que se basaron, como se sabe, en la propiedad social de los medios de producción, la participan y el protagonismo de todos y todas, la elevación de una firme conciencia, y la convicción de que solo con la contribución en democracia, la autogestión empresarial por los propios trabajadores y trabajadoras, y el propósito de organizaciones colectivas, libres e igualitarias, para alcanzar los máximos estadios de desarrollo y progreso, como lo han soñado miles de millones de personas. El debate lleva siglos, y ha sido persistente el enfrentamiento de ambas posturas, incluso han sido causantes de dos guerras mundiales, la guerra fría y los conflictos de los capitalistas contra los socialistas, por el temor de los explotadores, a la instauración del comunismo. Quienes se han venido enriqueciendo sometiendo a los trabajadores y trabajadoras a extenuantes jornadas laborales, a cambio de míseros salarios, aún de niños y niñas, ancianos y ancianas; en ambientes insalubres, con un número alto de accidentes, y sin una cobertura adecuada, y tampoco el disfrute del merecido descanso.

Marx al leer a Hegel, quien postulara la dialéctica, en la que el progreso de las sociedades son producto del enfrentamiento y las contradicciones, durante largas etapas de desarrollo social; la cual lleva el germen de su propia destrucción, y también de su transformación, etapa tras etapa, que el materialismo histórico discrimina y matiza, junto a los campos en que se hilvana la civilización occidental europea, y su peso incuestionable entre nosotros, y que se mencionan bajo un esquema de ascensos entre estadios sucesivos, desde el comunismo primitivo, época de escasez, donde todos y todas aportaban en la satisfacción de las precarias necesidades de una comunidad escasa en número de individuos. Se satisfacían de acuerdo a lo que eran capaces de aportar con su trabajo, cuando se desarrollaba la agricultura, y la técnica ayudaba a conservar y acumular bienes, y ciertos excedentes. Se habla así de una estratificación de clases sociales, se impone el esclavismo sobre los que trabajan y deben producir para el dueño, al que todo le pertenece. Se extendía la creencia de que el poderoso, reyes y sacerdotes, estaban favorecidos por los dioses. Se erige el Estado feudal, donde el que trabaja pasa a ser siervo, pero igual debe tributarle a señor, dueño de las tierras, y en paralelo surgen artesanos y comerciantes entre las villas y burgos alrededor de los feudos, que minan el poder omnímodo de los nobles.

Con los burgueses se forman las sociedades de acciones con otros burgueses, y sus capitales se incrementan, crean empresas, financian viajes de exploración, negocios y acumulan dinero, entonces se comienza a hablar del capitalismo. Pero en medio de tanto boato, otros que piensan más en el ser que en el tener, comienzan a levantar una ola de ideas que se transforman en pensamientos libertarios, que se graban en las mentes de los trabajadores, suscitando enfrentamientos frente a la opresión en nombre de la democracia, la igualdad, la fraternidad y los derechos del hombre y del ciudadano. Los movimientos revoluciones se ponen en marcha y le imprimen mayor fuerza a la rueda de la historia; las cabezas de los aristócratas caen en los cestos, con una euforia entre las muchedumbres que se percatan de que la sangre que mana de las heridas es también roja. El tercer poder se alza victorioso al menos por un breve tiempo, pero de nuevo la economía, la política, la misma sociedad, vuelve a las manos de los que aportan el consumo, las tierras para la producción y las herramientas, todo se privatiza, es la industrialización, y con ella los ideales ilustrados, que ponen las esperanzas en el desarrollo, la tecnología y las fábricas; desamparando al granjero, empobreciendo al campesino, forzándolos a migrar a las ciudades, subsumidos como las abejas obreras en el panal de las máquinas. Ya nada está bajo el Estado o las comunidades, son, exclusivamente de propiedad privada; del libre mercado, donde se compra y se vende de todo, incluso la propia fuera de trabajo, y los precios son convenidos por la mano invisible, entonces las acciones económicas individuales egoístas, contribuyen para el beneficio de la sociedad capitalista, y en modo alguno a su conjunto.

El ideal capitalista, su modo de producción, que exige por ley al Estado que intervenga lo menos posible, y le deje al mercado disponer de la libertad empresarial, cualquiera puede montar su negocio, y asumir los riesgos, y obtener los beneficios; lo que propicia la competencia y la innovación en un mundo perfecto. Pero la liebre se salió del sombrero, si tanto se idealizaba, se preguntaba Marx, por qué tantas injusticias se repartían en todas las ciudades europeas del siglo XIX. Desigualdades entre clases sociales, entre quienes poseen todo y los que no posee nada. He ahí uno entre los principales problemas del perverso sistema capitalista, su plusvalía, la descarnada usura que el capitalista opera esperando obtener cada vez más por su inversión, no su trabajo, que nunca lo ha conocido, porque eso es lo que hacen los demás. Un ejemplo sencillo ilustra el anatema, si dos personas colaboran para producir una mercancía, una pone el capital, la otra el trabajo, y con las herramientas de aquél produce el salario de éste; y supongamos costó realizar el producto 10 bolívares, y su valor de venta son 18 bolívares, esos 8 extras, que es la plusvalía, va de regreso al bolsillo del capitalista, sin tocarle nada al que lo trabajó.

Marx sin pelos en la lengua lo calificó de robo, la explotación que contribuye a enriquecer más al rico, y a empobrecer más al pobre, creando una acumulación del capital por los monopolios y oligarquías. Adam Smith en su descargo raudo y con un fino y gélido cinismo, pontifica que si el trabajador no gana lo suficiente, es libre de buscar otro trabajo donde gane más, por lo que hay un mercado de trabajo, y habiendo ofertas de puestos vacantes, habrá mayores salarios. Pero qué ocurre con las masas de desempleados y el aumento de la demanda, pues que los salarios bajan. Por lo que pareciera que a los capitalistas les conviene que haya desempleo; son las contradicciones del capitalismo, y como resultado, mucha más gente es pobre, tanto, que ni siquiera puede comprar aquello que produce. Entonces quienes van a comprar todas las cosas producidas, para que crezca la economía. Es lo que se ha supuesto del capitalismo, el crecimiento ilimitado de las corporaciones, y la explotación incesante de los recursos de la limitada tierra, de su materia prima no renovable, que provea y procese para mañana, y si podrá soportar una contaminación infinita.

Pero hay una tragedia mayor que remata lo anterior, porque todos se preguntarán, de dónde obtuvieron los capitalistas el capital inicial, si la mayoría de ellos nunca ha trabajado, pues lo heredaron. Marx consideró que la herencia por sí sola, hacía de la competencia una injusticia, mera falacia, ya que los herederos del capital siempre tenían una ventaja, empezaban con más recursos que los desheredados de la tierra. Otro ácido defensor del capitalismo, Milton Freedman, sostenía que el único sistema que aseguraba la libertad en el mundo, era el capitalista. Marx le hubiera increpado, qué libertad puede tener quien no posee nada. De ahí que Marx y Engels ante lo fundamentalmente injusto y pernicioso del capitalismo, como los anteriores sistemas, éste también tendría que cambiar, pero cómo, y quiénes harían tales cambios y su transformación. Investigaron entre quienes antes habían pensado sobre el asunto, y se inspiraron para proponer lo que socialistas como Louis Auguste Blanqui, Charles Fourier, Francoise Babeouf, habían pensado, aportes que sirvieron al esclarecedor Manifiesto Comunista, en el que instan a los trabajadores del mundo, los proletarios, a unirse en una lucha para arrebatarle el poder a los capitalistas, planteando la sociedad ideal del Comunismo, sin clases sociales, ni propiedad privada. Solo que alcanzarlo requería pasar por una etapa, el socialismo, cuyas características principales atañen a la propiedad social de los medios de producción, en la cual en teoría, herramientas, tierras y fábricas, son por entero de la sociedad en su conjunto, aunque representado y regulado desde el Estado, que planifica la producción, evitando desperdicios, excesos y contaminación. Además, se asegura que solo debe producirse lo que es necesario, y las actividades económicas y los precios se regulan por el gobierno, lo que evitaría la especulación y los abusos.

Experiencias interesantes como la Comuna de París, 1871, y luego desde 1917 el socialismo tendrá su oportunidad con la Revolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), y demás países que siguen su ejemplo. No se debe obviar que el capitalismo, ahora con los socialdemócratas, el fascismo y el nazismo, no estarán de brazos cruzados, ante la puesta en escena del nuevo sistema que se ensaya. El resultado va a ser desastroso, producto de las desviaciones internas, la enorme concentración de poder político entre camaradas; líderes de una vanguardia que en la práctica se manejaron con una mano de hierro, dirigiendo sus regímenes a la fuerza. Fueron autoritarios, y siempre bajo el pretexto de que lo hacían con las mejores intenciones, las de proteger el bien común; y se eternizaron en los puestos de mando, conduciendo la represión, y con la pérfida pérdida de la libertad, reprimiendo a la disidencia, encarcelándolos o asesinándolos. Una excesiva intervención estatal en la planificación redujo considerablemente los incentivos, limitando al máximo la innovación, mientras se favorecían aspectos de interés para la preservación del Estado. Es lo que no ha dejado de ocurrir en muchos países, y con garantizar la salud y la educación, lo demás queda restringido y escasean alimentos, medicinas, vivienda, y hay restricciones de las libertades políticas.

En la realidad no todo es blanco o negro, ambos sistemas tiene sus claroscuros, demostrando que en la práctica, su viabilidad depende de cuanto logren obtener, unas con libertades económicas, los otros con el igualitarismo. Protagonistas de excepción, los trabajadores y las trabajadoras, sabiendo que en la unión está la fuerza, y luchando consistentemente a lo largo del tiempo, han ido logrando beneficios sociales, salariales, políticas y culturales, que en muchos países están vigentes. En su aplicación son sistemas mixtos, de diferente proporción, económica y en aspectos socializados, como en los modelos donde las libertades de empresas, el libre mercado, y sindicatos fuertes, tienen una intervención del Estado en lo que atañe a negociar los salarios. Cabe otra consideración que hay que precisar y que es más antigua que el socialismo y el capitalismo, se trata del anarquismo, que propone abolir el Estado, la Iglesia y la propiedad, y eliminar toda jerarquía y autoritarismo. Trabajo basado en el cooperativismo con beneficio mutuo, puesto en práctica por los primeros soviets, antes de la represión, y ser absorbidos por el Estado de la URSS. Referencias en modelos europeos, en Cataluña y España el movimiento se asentó con profundidad, hasta administraron fábricas colectivamente, democráticamente, con mejores resultados, hasta ser intervenidos por el comunismo internacional, disolviéndolos, y rematados por el dictador Franco, opuesto a toda clase de libertades políticas o sociales.

Históricamente la gente se ha organizado de diversas y distintas maneras en el mundo, en Çatalhöyük Anatolia, planicie de Konya, Turquía, hace unos 9 mil años, existió una sociedad económica donde hombres y mujeres tenían los mismos derechos. En lo que son las América, los pueblos originarios se organizaron de formas diferentes, pero con trabajo comunitario, la toma de decisiones era colectiva; en Cherán las decisiones importantes eran por consenso, y entre los zapatistas, los caracoles, forman medios de producción colectivos, y sus decisiones son por una junta de buen gobierno, y se rotan, no tienen sueldo. En Bután, una monarquía, su economía es budista, se privilegia la reciprocidad y el crecimiento se mide no en Producto Interno Bruto, sino en felicidad nacional bruta. En la región autónoma de Rojava, Siria, se practica una versión propia de socialismo democrático, cooperativas que en su mayoría son promovidas por mujeres, y juegan un papel primordial.

En cuanto al Socialismo del Siglo XXI, concepto acuñado por Heinz Dieterich Steffan en 1996, es «producto de la reflexión sobre el socialismo soviético-oriental del siglo XX», un socialismo revolucionario de la filosofía y la economía de la escuela de pensamiento inspirada en la obra fundamental de Karl Marx. El término se difunde al mundo tras el discurso de Chávez el 30 de enero de 2005, en el V Foro Social Mundial, «El camino es el socialismo, dijo Hugo Chávez en Porto Alegre». La Jornada. 31 de enero de 2005.



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Franco Orlando


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