Instrucciones básicas para ganar en los animalitos (II)

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Entre escribidor y lectores existe un necesario contrato, básico, tácito, de inexcusable cumplimiento, donde el lector asume, o no, el criterio del articulista; por su parte éste debe escribir con sus mejores palabras su verdad, sin una línea de mentira, ni una palabra de engaño, ningún espacio oscuro. El pasado 14 de noviembre escribimos un artículo que fue tendencia, por lo menos por 24 horas fue el texto más leído en Venezuela, por encima incluso de las vedettes noticiosas del momento, como Ledezma con su vuelo, y de Trump con su Rusia y sus atentados, incluso más leído que Maduro con su ¡aprobado el punto de cuenta!, -o más bien punto de cuento, porque los aprueba todos y cumple muy pocos-, y de María Corina Machado con su disiento, o de las renovadas mentiras de los Rosales Florido. E incluso más leído que el teatro de Ionesco del Parque Temático de República Dominicana. Pero el escrito no estaba casado completamente con la verdad, como ha sido este más de un cuarto de siglo de opinión de quien escribe. No fue completamente cristalino en cuanto a lo que parecía anunciar el título y lo que realmente contenía. El escrito de marras se llamó tal el de hoy, debe entenderse que tan abrumadora cantidad de lecturas se debió a que la gente busca el remedio a la peste que agobia a Venezuela toda, la falta de bolívares. Bueno a Venezuela toda no, hay sus excepciones en quienes llaman los enchufados, quienes tienen subsanadas sus carencias con dólares que sustraen engrasados con dolo de la renta petrolera, pero son los menos. Asumimos que tan descomedida cantidad de lectores fueron, muy a vuelapluma, de tres montones, uno, la mayoría, los que buscan desesperados los devaluados bolívares, dos, los de la simple curiosidad, y tres, los que conocen mi estilo, los menos, que seguro entraron para oír el tono de sarcasmo que realmente ocurrió. A los dos primeros grupos, -los desesperados y los curiosos-, disculpas hoy multiplicadas por dos. Seguimos el tono…

El título de hoy debió ser: "Prohibido pensar mal de Chávez y odiar a Maduro" o "Prohibido Pensar". Ambas aseveraciones no deben estar exactamente expresadas así en el articulado de la Ley para el Desarrollo Sustentable y Sostenido del Odio, recién aprobada por la ANC, la cual no he tenido el placer de leer…

En eso de no leer la novísima Ley para el Odio no me siento tan solo. Me informan que esta ley fue elaborada y enviada por el Presidente del Ejecutivo a la ANC; y los Constituyentes -por lo que se ha visto- no discuten: de hecho TODAS las decisiones que hemos visto por la TV la toman por UNANIMIDAD. No hay disenso. Disentir es una palabra virgen en su seno, o deambula por las sabanas de la ausencia. La falta de discusión, de tan supremos temas que se someten a sus consideraciones, debe derivarse de la falta de conocimientos, la cual es hija legítima del analfabetismo funcional. Concluimos, además, desde esta orilla izquierda del río Guárico, que dada la premura, el Presidente veía que el odio hacia él aumentaba en la medida que crecía el dólar, por lo que había que darle la mayor rapidez a la ley que solucionara tan amargo problema… Y se aprobó sin la mayor lectura. Pero el dólar no baja.

Retamos a los que duden de esta aseveración que tomen una muestra aleatoria de una decena de estos Constituyentes, y les pregunten solos, sin apuntadores: Uno, ¿Constituyente, aprobó usted el Artículo de la Ley para el Odio que establece que es penado con 20 años de presidio pensar mal de Chávez?, y dos, ¿Constituyente, votó usted por la norma que penaliza que el dólar suba?... y me cuentan los resultados…

Otra prueba de no lectura por los Constituyentes: leer la versión del Proyecto enviada por el Ejecutivo y compararla con la ley aprobada. La diferencia entre ambos textos es el tamaño exacto del parlamento, que debe tender a cero.

Nota sin salir del tema de la falta de lectura: la fotografía se corresponde con la solución del régimen al problema del transporte, que se impone en toda Venezuela. A quienes nos leen en el exterior, a esta solución de vehículos de transporte urbano en Venezuela: se les llama perreras. A quienes nos leen en países desarrollados, preguntamos desde esta Tierra de Gracia, ¿en sus países usan este tipo de carros, inculpados de inseguridad, para cargar los perros para la perrera municipal?

Nos informa Manuel Isidro Molina, candidato a alcalde de Caracas, la opción para vencer a la candidata del Poseso, que ésta promete esta solución de llegar a ser elegida… promesa cumplida… el caraqueño decide.

 

eduardolopezsandoval@yahoo.es



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