A los 100 años de la revolución rusa / El socialismo real como tragedia

"Quien con monstruos lucha

cuide de convertirse a su vez en monstruo"

Friedrich Nietzche

El socialismo real, cuyo modelo fundamental encarnó en la Unión Soviética, tuvo su inicio en 1917 con la sustitución de una economía heterogénea, (semi-industrial, semi-feudal), y de un régimen político despótico (la monarquía zarista),ubicado en la periferia más avanzada del capitalismo mundial de la época, a través de una revolución. La misma tuvo lugar, de esa manera, en el marco de condiciones particularmente difíciles para construir el modelo de sociedad deseable que habían propuesto los revolucionarios (muy diferentes por otra parte a las condiciones mínimas previas que, en términos generales, Marx había señalado).

A esos rasgos históricos adversos, preexistentes, se agregará una coyuntura crítica terrible, representada en los siete años de guerra que sacudirán al país entre 1914 y 1921. Entre 1914 y 1918 Rusia se enfrenta a Alemania (en el marco de la primera guerra mundial), una conflagración con efectos desastrosos en todos los ámbitos, en la que mueren millones de soldados rusos, mal armados, atenazados por el hambre y un invierno extremo, mientras los sobrevivientes anhelan con desesperación el fin de la contienda. Los fracasos militares, la escasez de alimentos en aldeas y ciudades, la falta de combustibles y la paralización del transporte, arrastran la caída del zar, que abdica en marzo de 1917; condiciones en las que el pequeño partido bolchevique apenas meses después conquistará el poder, bajo la consigna de paz, tierra y pan. Un mensaje que caló rápidamente, especialmente entre los soldados y los trabajadores de las grandes ciudades (Petrogrado en particular), lo que obliga enseguida a los revolucionarios a honrar el compromiso adquirido y negociar la paz con Alemania, lo que se consigue en marzo de 1918.

En 1919 se desencadena la guerra civil, entre el gobierno revolucionario y la oposición (que recibe apoyo de potencias europeas), conflicto que se prolonga hasta 1921, una situación que agrava las dificultades económicas y sociales del país e impide al nuevo gobierno iniciar el proceso de construcción del nuevo orden social. Es así como Lenin dirá, en 1922, que los primeros años de la revolución tuvieron que dedicarse fundamentalmente a las acciones militares y a la lucha contra el hambre.

En ese marco inicial de calamidades, el gobierno revolucionario adoptará decisiones difíciles, que harán aún más complejo el curso posterior de la revolución. En materia económica, en paralelo con la guerra civil, se implanta el denominado comunismo de guerra Se creó así un sistema (hacia los años 30), que si bien transformó considerablemente la base material preexistente y elevó el nivel general de vida de la población, reprodujo la dominación política secular que caracterizó la historia de esa sociedad, sometiéndola a un poder inapelable.

Con el socialismo real se erigió un sistema en el que la Burocracia del Estado concentró todo el poder, lo que derivó a la larga en la conformación de un amplio grupo social que, si bien no era propietario de los medios de producción, concentraba todo el poder de decisión. Una "Nomenclatura", que en sus niveles más altos poseía una elevada conciencia de sí misma, del papel mesiánico e insustituible que le correspondía protagonizar en la historia, lo que derivaría cada vez más en la gestación y consolidación de privilegios, corporativos y personales. Un sistema de dominación que se fue decantando, en el marco de un proceso de ajustes de cuentas entre las élites (masivos y terribles en algunas etapas, selectivos y ordinarios en otras). Todo ello a nombre de la clase trabajadora, que nunca gobernó. Se conformó un conjunto de organizaciones sociales paraestatales (sindicatos, asociaciones campesinas, de mujeres, jóvenes, niños, de escritores e intelectuales), que ejercían el monopolio de la representación en sus respectivas áreas, constituyendo la única opción de afiliación que tenían las personas en cada segmento de la población. Organizaciones que, desde afuera y desde adentro, eran dirigidas por el partido, fuerza superior de la sociedad. Las organizaciones sociales servían para atender planteamientos de los ciudadanos, los cuales eran canalizados por los dirigentes a la manera de cualquier solicitud administrativa que se tramita ante un ministerio, sin presión social. Los sindicatos, al igual que las demás asociaciones, constituían un aparato, no una instancia viva en movimiento que los trabajadores controlaran.

En el caso de los soviets, al comienzo órganos de base para la participación política (surgidos por iniciativa popular en 1905 y 1917), perdieron fuerza progresivamente (ya desde los años veinte, como lo constataban los mandos revolucionarios). Con el cambio de la Constitución en 1936 (que perduró hasta 1989), se creó la figura del Soviet Supremo, instancia legislativa central y, en principio, fuente de la que debían originarse todos los poderes públicos; si bien no era formalmente imprescindible ser miembro del partido para ser postulado como candidato, en realidad no era posible serlo sin su visto bueno. Más allá, sin embargo, el Soviet Supremo (a partir del cual debían designarse el Consejo de Ministros y el Jefe de Gobierno), no era una verdadera instancia de debate, pues el poder real se concentraba en el PCUS; en el que, a su vez, no era siquiera el Comité Central sino el Buró Político (con menor número de miembros) la verdadera instancia decisoria. Aun así, en la cima se encontraba el liderazgo ejercido por las máximas figuras del partido único, los que (con excepción de Nikita Kruschov, que sucedió en 1953 a Stalin), gobernaban hasta su muerte.

Con el ascenso (en 1985) de Mijaíl Gorbachov se intentó reformar en profundidad el sistema, que propendía cada vez más (desde los años 80 del siglo XX) al estancamiento económico; aun a pesar del éxito de los primeros planes quinquenales que, a marcha forzada, dieron un enorme impulso a la inversión, diversificaron la base material e hicieron de la URSS una potencia, respetada y temida por sus adversarios. La ineficiencia se generalizaba y el país confrontaba serias dificultades para asumir el desafío del nuevo paradigma técnico-económico basado en la microelectrónica (indispensable para revitalizar la economía); al tiempo que resultaba, además, incapaz de regularizar el abastecimiento de bienes y servicios básicos a la población. El cambio fundamental propuesto inicialmente por los asesores de Gorbachov consistía en que el Estado arrendaría las empresas a los trabajadores, con lo cual se establecería la autogestión en los centros de trabajo, en atención a los lineamientos del Plan. La finalidad era conseguir una mayor eficiencia en la producción y eliminar la base de sustentación política y material de la Burocracia. Sin embargo, la complejidad del aparato de dominación existente, los entrabamientos y prerrogativas bajo los cuales la Nomenclatura resistía los cambios, en medio de una situación económica que empeoraba, condujeron a Gorbachov al fracaso y al derrumbe de la URSS por implosión. La entropía del sistema (entre 1985 y 1991) fue tal que, ni los reformistas de Gorbachov, ni los sectores civiles y militares de la Burocracia gobernante que trataban de preservar el establecimiento, así como tampoco las corrientes que aspiraban a retomar el proyecto socialista, lograron controlar la situación. En ese marco se hicieron fuertes los sectores de derecha que (apalancados en la figura de Boris Yeltsin) empujaban a la restauración del capitalismo. El propio Gorbachov, en su aislamiento, buscó el respaldo del liderazgo político de las potencias capitalistas occidentales para sostenerse (en especial de Margaret Thatcher, Ronald Reagan y George Bush),los que actuaron como diligentes asesores.

A este final (puesto en evidencia finalmente con la disolución oficial de la Unión Soviética en 1991), contribuyó la pasividad del pueblo soviético, expresión de décadas de estatolatría que inhibieron su iniciativa, así como la actitud crítica y la disposición a la lucha social frente a la omnipresente Burocracia y sus abusos. Un contexto que fomentaba el temor reverencial a las autoridades y obligaba a la población a concentrarse en el desarrollo de habilidades para sobrevivir, agradecer cuando era preciso y poner en práctica formas elementales de adaptación y resistencia en la vida cotidiana. Acostumbrado a vivir por décadas en una realidad en la que, a pesar de sus penurias, había logrado mejoras sus condiciones de vida, en medio de un sistema que se deterioraba con estabilidad, los soviéticos se mostraron escépticos con la revolución pasiva que les proponía Gorbachov. Una pasividad que tenía su origen en las propias características del sistema que, desde arriba, se creó bajo la promesa de"liberarlo".

La derecha mundial todavía celebra el derrumbe de la URSS. Sin embargo se constata, lamentablemente, la pervivencia de una cultura política que aún despierta entusiasmo en cierta izquierda,que conserva el gusto por las formas "revolucionarias" de opresión.

César Henríquez Fernández

Octubre 2017



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