Mi palabra

Semana Santa en...

"Nada envalentona tanto

al pecador como el perdón".

William Shakespeare

La semana santa es una conmemoración universal; los verdaderos católicos, sobre todo los que cargan varios años encima, siguen viviendo con ferviente pasión este periodo del año, una manera de renovar sus creencias religiosas, teniendo como guía a Jesús de Nazaret. De mi parte, sigo siendo una persona totalmente divorciado de cuantas religiones existen en el mundo, sin embargo mantengo una profunda admiración por el pensamiento de un hombre, capaz de desafiar el poder del momento, solamente con la práctica y la prédica religiosa, para tratar de crearle conciencia a los pobres de su época; su ejemplo sigue vivo, como el fresco aroma de una mañana de invierno; su figura inconfundible representa una verdadera esperanza, para los que buscan abrigo en un mundo totalmente convulsionado.

Para los verdaderos católicos, la semana santa es el momento para asistir a los templos en busca de la paz espiritual; para otros es un encuentro con el almanaque; para el común de la población es bonche y celebración, las colas se trasladan a otros escenarios. De las 52 semanas del año, parece mentira, solamente una es "santa", de las demás sálvese quien pueda, pero la delincuencia y la corrupción no se detiene en ninguna momento del año, entre más alboroto y confusión existe, es más fácil su accionar; lamentablemente estas dos plagas, lejos de extinguirse, siguen creciendo al extremo, que el Papa Francisco lanzó una denuncia, con cierta frustración y algo de rabia: "La corrupción apesta, como un perro muerto" Su preocupación viene de las entrañas del vaticano, donde la podredumbre se ha venido apoderando, al extremo de sentirse a sus alrededores la fetidez de la descomposición.

La semana santa, es para recordar la valiente acción de un hombre, quien se enfrentó al naciente poder imperial, sabiendo del grave peligro que estaba corriendo. La iglesia oculta la verdad, no profundiza sobre las verdaderas causas de su crucificación. Todo el azote recibido hasta llevarlo a la cruz, fue para amedrentar a sus seguidores; le enseñaron la suerte que corrían de seguir por el camino de su guía: Jesús de Nazaret, el hijo de la humilde María, ejemplos imborrables, para cualquier ser humano, amante de la paz y la libertad.

Son muchas las historias sobre este pensador; algunas muy fantasiosas para desvirtuar la esencia de su vida. Predicaba con la verdad en la mano, con ella atacaba, pero también se defendía de los farsantes, quienes no le perdonaron su voluntad inquebrantable. Por algo Albert Einstein dejó un pensamiento cargado de una gran reflexión: "Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad" ese ímpetu caracterizo a Jesús en su corta vida.

En estos momentos, cuando la reservas morales se van agotando, como se secan los ríos en verano, es propicio recordar la predicas de Jesús, para enfrentar los nuevos Judas, desbocados por un cargo, pensando en la remuneración económica, sin acordarse de la verdadera función para la cual fueron creados; a esto se suma la anarquía imperante en el mundo. El Papa Francisco, ha encendido las alarmas para alertar a la sociedad, hace poco expreso: "La alegría de vivir frecuentemente se apaga. La falta de respecto y la violencia crecen. La iniquidad es cada vez más patente. Hay que luchar para vivir y, a menudo para vivir con dignidad".

Es preocupante la violencia de los últimos años, incluso en países, donde existe una tradición religiosa (sobre todo católica) de largos años; en nuestra América nos encontramos a México, donde no existe ningún respeto por el ser humano; los carteles de la droga han socavado las estructuras de los gobiernos de turno, dejando sangre, sudor y lágrimas, en la población más humilde; sigue en la memoria de sus habitantes la desaparición de 43 estudiantes en Iguala, sin ninguna respuesta de las autoridades; la iglesia católica se ha mantenido ambigua, tratando de eludir un problema, que ha traspasado las fronteras mexicanas. Nuestro país no escapa a la violencia, se presentan casos, que deben llamarnos a la reflexión, sobre todo la descomposición en los centros educativos, como el caso del liceo Páez de Acarigua, donde paralizaron las actividades por una acción sumamente grave y delicada: trataron de quemar a una profesora.

Todo esto nos demuestra la poca influencia de la iglesia en la conciencia del pueblo; solamente escuchamos a sus jerarcas pronunciándose políticamente, haciéndole el juego a las fuerzas reaccionarias de la derecha. Cuando aparece cualquier religioso comprometido con los humildes, corre la misma suerte de Jesús de Nazaret, siendo el caso de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, un aviso para los pueblos del mundo, fue asesinado frente al púlpito en el Salvador, por la extrema derecha de ese país.

Narciso Torrealba Narciso_t_29@hotmail.com



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Narciso Torrealba


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