La ignominia en bandeja de plata

En reverso se respira, el mes de enero se ha convertido estos últimos años, en un umbral que revienta las crisis políticas de Venezuela al llegar febrero. Las experiencias anteriores de hechos nefastos lo demuestran. La involución de la conciencia arropa las esferas del poder, la revolución comienza a dar muestras de debilidad y agotamiento: ¡peligro en puerta!...la oposición sonríe, los medios enfocan y la burla se manifiesta.

Los leguleyos hablan de amnistía, indulto, sobreseimiento, lo que en fin, para el pueblo que ha entregado sangre, sudor y lágrimas al proceso revolucionario, resulta una afrenta vergonzosa. El indulto es una gracia o privilegio extraordinario concedido a uno. Remisión de la totalidad o parte de una pena, es el sinónimo de amnistía, que es el olvido de los delitos políticos, otorgados por quien tiene potestad de hacer las leyes, aunque la amnistía perdona el castigo y la razón que lo provocó, el indulto suprime la ejecución de la pena, pero deja subsistir los efectos de la condena. El sobreseimiento es la resolución de un tribunal de suspender un proceso por falta de causas que justifiquen la acción de la justicia, en su momento, dos años después de estar en la cárcel; Chávez fue sobreseído por la rebelión del 4-F de 1992, se le reconoce haber asumido la responsabilidad de este hecho.

En lo que respecta a la situación del 11-A del 2002 y el paro petrolero del mismo año, la situación es distinta, en este hecho se atacó directamente al pueblo, incluso, el día 12 de abril, mientras el prófugo Pedro el breve asumía el poder, en sectores del oeste de Caracas, eran asesinadas mas personas que el mismo día 11. Del paro petrolero nace el antecedente de acaparamiento y escondite de la comida; en esos días se aplicó la escasez que hoy día vivimos de manera mas frontal y como premio: ¡amnistía! Hoy día confunden presos políticos con políticos presos, asesinos como políticos y políticos con asesinos. El caso de los policías presos por el 11-A entra en esa confusión.

La historia muchas veces lo toca a uno mismo en hechos cercanos a estos personajes o lugares. Mi infancia la viví en el barrio La Coromoto de la Av. San Martín, como niño jugaba pelota, perinola, metras, etc...cuando me tocaba jugar policía y ladrón, me negaba a ser policía, y es que, un hecho grabado en mi mente, me hacía repugnarlos. Mi hermano, hoy día de 43 años, fue tratado a patadas y con un peinillazo por un funcionario “achinado” y abusador de los derechos del niño en su momento, ese personaje “Lázaro Forero”, maltrató en su abuso de poder a mi hermano de solo 15 años en aquel momento.

Recuerdo a una tía, sumisa, callada y nerviosa, que era alumna de Aritóbulo Iztúriz en el liceo Pablo Acosta Ortiz de La Quebradita en San Martín, esa tía llegó golpeada y llena de perdigones en su cara por la PM, ante el solo hecho de quedarse parada de los nervios en una esquina durante una manifestación estudiantil. ¡Qué vergüenza esos estudiantes que hoy día defienden esta PM mas corrompida que nunca!.

Durante los últimos años que viví en San Martín a finales de los 90, fui atracado, golpeado y preso por unos PM civiles del módulo de La Coromoto que hoy día ocupa el espacio que fue mi casa, la misma que visitó alguna vez el Coronel Hugo Trejo y Douglas Bravo, Prieto Figueroa y otros tantos que escapan de mi mente. Fui liberado por intermedio de un comisario del Dim, puse la denuncia en la Comisaría de Cotiza y me atendió el propio Henry Vivas. Debí mudarme del barrio por amenazas de esos funcionarios. Ellos fueron cambiados del módulo policial y unos años después que los regresaron, aparentemente uno de ellos, asesinó a un amigo de mi infancia.

Todas estas historias las hago porque a mas de un caraqueño o venezolano le debe haber ocurrido una historia similar. Los asesinos no merecen concesiones de ningún tipo. Quien mata una vez, probablemente vuelva a matar. Todas estas cosas llenan la cabeza de ideas y luchas a uno mismo. De
niño también llevé lo mío por la policía en el barrio, y yo, que lo único que hacía en las calles del barrio era jugar y escribir canciones y poemas, también guardo huellas de la peinilla en mi mente. No se si fueron hechos de lesa humanidad, pero, ¡de que nos jodían, nos jodían! En ese recuerdo me vino a la mente una compañerita del liceo, ella, callada, humilde y sencilla, pero ¡dios!, luego se convirtió en la Juez que liberó a los francotiradores el 12 de abril del 2002, ¡qué difícil aceptarlo, que mi amiga Norma Ceiba sea esa juez!

La revolución no puede seguir en involución, ni voltear la R traicionera como la Causa Radical, el pueblo, o al menos yo como pueblo, me estoy volviendo a alimentar de esos recuerdos infantiles, el sarcasmo de los medios golpea mi estómago. Los prófugos se burlan del pueblo venezolano desde adentro y desde afuera. Carlos Ortega, Carmona Estanga, Eduardo Lapi, Patricia Poleo, Comiso Urdaneta y su primo Orlando...y una larga lista.

Por ahora, unos orates adecos se activan para pedir la salida de Chávez por insano mental, Chávez da amnistía, indultos y sobreseimientos en Venezuela, tiende una mano a la paz de Colombia, mientras en Colombia y el mundo se ruega por la entrega de Emmanuel, quien con todo el derecho de niño, debe estar en un hogar lleno de calor y protección, tanto, como el olvidado niño Santiago, hijo de una rebelde de las FARC, que también dio a luz mientras está retenida junto a su niño por el gobierno colombiano en una cárcel. Uno se pregunta: ¿los pobres no tienen voces a sus derechos?. ¡La policía...siempre es eficiente cuando se trata de los pobres...policía deja ese hombre, no lo ves que está llorando, no lo ves que va tras los sueños de su muchachito muerto!...cantaba Alí Primera a Ruperto cuando bajaba del cerro frustrado por la muerte de su niño a falta de médico y encarcelado por su aspecto.


larryubv2004@hotmail.com



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Larry Márquez Peralta


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