Contra el poder

Detrás de un policía hay una historia

La policía como institución y el uniformado como persona, son cuestionados hoy más que nunca en toda Venezuela. Pero se trata de un problema complejo en el que muchos factores influyen. Amigo policía, no es un secreto que existe el ajusticiamiento, no es un secreto que muchas veces la graduación de un policía consiste en matar a un presunto delincuente. No es un secreto que algunos se valen del uniforme para robar, se valen de su experiencia y su información para asaltar bancos. No es un secreto que se conforman en mafias para el narcotráfico, el sicariato y el abuso sexual. La situación se agrava cuando nuestra estructura jurídica es débil, no hay leyes, normas, ni equipamiento moderno.

Todos estos años, los ciudadanos han aprendido a tener miedo al policía, pues cuando una sociedad se descompone, la descomposición de la policía es más notoria, más grave, más frustrante. Un joven comenta indignado que un policía le quitó el carro, lo ruleteó por calles desoladas y le robó dinero de su cuenta bancaria. Todos esos casos al ser expuestos a la opinión pública destruyen la imagen de la institución, pero esa institución no es otra cosa que la voluntad de sus funcionarios. Así como la sociedad no es otra cosa que la voluntad de sus ciudadanos. Y por eso la realidad es más compleja que un simple artículo o un análisis mediático. El policía es la mayoría de las veces de origen humilde. Su uniforme muchas veces no deja ver que es madre de familia, que es un apasionado de la música, que silencioso lee el periódico y se guarda sus pensamientos cuando viste el uniforme.

El policía muchas veces es testigo del funcionario corrupto, del asesino, del empresario mafioso, del adolescente odioso, del “ciudadano” borracho, del periodista sádico. El policía entra en el barrio más humilde para ver las escenas más repugnantes, convive con ellas y a diario convive con eso, sobrevive con eso. El policía tiene sueños, pero ¿dónde estudia, cuánto gana, cómo se supera, quién lo respeta, quién le reconoce su trabajo, quién le admira?.

Debe surgir una nueva policía, una ley de policías, las sociedades modernas reciben su tal calificativo precisamente por haber modernizado sus cuerpos de seguridad. ¿Qué piensa un policía, cómo se siente cuando reconoce a delincuentes uniformados, tiene algún espacio para ser escuchado y dar a conocer sus impresiones?. Se habla de regular el ingreso de funcionarios, para evitar que un policía corrupto ingrese a otro cuerpo policial en otra ciudad. Pero el policía honesto, el policía que hace su trabajo bajo el sol, en la madrugada, el que debe perseguir a un adolescente que por el afán de ser millonario está dispuesto a matarlo. Al policía en acción, ese que siente adrenalina pura en una persecución o un tiroteo, ese que cae muerto y su nombre en el periódico no produce ni llanto ni manifestaciones.

Ese policía hoy más que nunca debe ser apoyado para reestructurar la institución que representa. La ama de casa, el estudiante, el empresario, el taxista, el niño, deben formar parte de una nueva educación ciudadana en la que no solo se cultiven valores, sino que además nos permita a todos formar parte de las soluciones en materia de seguridad, junto al policía. Detrás de un policía hay una historia, y hay que conocerla. Hay que ubicar a ese policía silencioso que aguanta de todo y sigue uniformado sin contaminar su nombre. Ese policía no es presunto, ese policía existe y debe ser apoyado en la lucha silenciosa que libra dentro de su institución.

davidjavier18@hotmail.com




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David Javier Medina


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