Pildoritas 52 (año VII)

Impunidad, arma mortal contra la Revolución

Los crímenes de la ultraderecha que ya no podrá jamás quitarse de encima su condición de fascista de nuevo cuño, pero con características aún más aberrantes y sofisticadas que las que nos cuenta la historia, como sabemos, no se limitan a cegar vidas y destruir propiedades, sino que superando cualquier tipo de iracionalidad, han cometido crímenes ecológicos talando árboles con décadas de desarrollo, para montar sus barricadas de muerte, contaminando el ambiente, incendiando zonas verdes como lo hicieron con el Jardín Botánico de UCV.

Esto ha sido registrado por los medios serios y veraces que aún nos quedan, y lo que extraña es que las llamadas ONGs que se ufanan de defender la ecología no han ni siquiera abierto la boca para dejar sentada su protesta, pero a la vez solicitar a los órganos jurisdiccionales investigar, juzgar y sancionar de manera ejemplarizante a los ecocídas.
Ahora bien, lo que una parte del país está soportando es todavía llamado por algunos que creen que la mayoría de venezolanos nos chupamos el dedo, protestas o manifestaciones, cuando se entienden como protestas y/o manifestaciones bien definidas en el texto constitucional, las que no transponen el umbral de la paz para tomar el de la violencia y no cualquier violencia sino la que hemos padecido que se caracteriza por una agenda de muerte y destrucción.

Hay algunos a quienes no se les puede llamar otra cosa que insensatos o desquiciados que dicen por ejemplo que no van al diálogo porque el rrrrégimennn criminaliza la protesta, cuando precisamente, lo que ha dado pié para que buena parte del país así lo perciba, son los crímenes de todo tipo que han provocado quienes no son otra cosa que criminales de la peor calaña, pues celebran alborozados cada nueva vida de la que privan a venezolanos de todas las edades.

Por ello tendrán que enfrentar más temprano que tarde la justicia y que no vengan, cuando se encuentren con la realidad de tener que pagar sus crímenes a chillar e inventar que se están muriendo de enfermedades terminales como ha sucedido con culpables de crímenes del golpe de estado del 2002.

Porque no me atrevo ni siquiera pensar qué sería de nuestra democracia protagónica y participativa, si esta vez impera como en muchos otros casos que hemos vivido la impunidad..

Habría que llamar a María, botar tierrita y retirarse a los cuarteles de invierno, a rumiar el dolor por ver cómo la patria se desmorona, en manos de sus enemigos practicantes por acción u omisión de los males más perversos como son la corrupción, la impunidad y la traición a la patria.


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Saúl Molina


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