Leyes revolucionarias versus leyes burguesas, el dilema del 26S...

La nueva Asamblea Nacional que ha de surgir de las elecciones del venidero 26 de septiembre, nacerá marcada por el reto que les hizo, a los actuales asambleístas, el Camarada Presidente, Hugo Chávez: "Cómo nosotros nos vamos a regir por leyes inconstitucionales, 10 años después de elegida la Asamblea Nacional Constituyente…Pido que nos dediquemos con mayor profundidad y eficiencia al trabajo, que le abramos espacio, que le cedamos espacios al poder popular, a las comunas, que si tal ley no lo permite, cambiémosla, las leyes tienen que acoplarse a las necesidades de la sociedad” (Acto de conmemoración del X Aniversario de la Asamblea Constituyente). Ese reto que nos hace el Camarada Chávez, debe sembrarse en la conciencia de cada asambleísta revolucionaria/revolucionario, y producir los frutos que el pueblo reclama con urgencia: ¡Leyes inexorables!, grita Bolívar. ¡¡Leyes revolucionarias, leyes socialistas, decimos hoy!!, agrega el Camarada Presidente, Hugo Chávez.

Una de esas leyes que ha sido reformada en el presente período legislativo, a concluir, es la Ley Programa de Alimentación (LPA), surgida en plena cuarta república, durante el segundo mandato de Rafael Caldera, sus características de clase siguen siendo las mismas, pese a las reformas realizadas por la Asamblea Nacional Bolivariana. Con esa Ley, surgieron múltiples empresas del ramo en nuestra Patria, en su mayoría de carácter trasnacional, como por ejemplo la multinacional francesa Sodexo, con cerca de 40 mil trabajadores/trabajadoras. Esa multinacional, contradictoriamente, defensora a ultranza de la LPA, reivindicándola como un logro de la clase trabajadora; no obstante, cuando sus trabajadores/trabajadoras de la filial colombiana se organizaron en sindicato (Sinaltrainal), hasta allí llegaron las loas a los trabajadores/trabajadoras, de inmediato, esa trasnacional les notificó a Sinaltrainal, su decisión de no negociar el pliego de peticiones presentado por el sindicato, ni reconocerles la sindicalización a los trabajadores/trabajadoras y la Comisión de Reclamos, aludiendo que prestaba servicios a otras empresas y que los estatutos de Sinaltrainal, no permiten que trabajadores/trabajadoras de Sodexo puedan ser sindicalizados. Razón, tenía Marx: “decir que los intereses del capital y los intereses de los obreros son los mismos, equivale simplemente a decir que el capital y el trabajo asalariado son dos aspectos de una misma relación. El uno se halla condicionado por el otro, como el usurero por el derrochador y viceversa (...) Incluso la situación más favorable para la clase obrera, el incremento más rápido posible del capital, por mucho que mejore la vida material del obrero, no suprime el antagonismo entre sus intereses y los intereses del burgués, los intereses del capitalista. Ganancia y salario seguirán hallándose, exactamente lo mismo que antes, en razón inversa…” (Trabajo asalariado y capital, C. Marx y F. Engels).

Cerca de una decena de empresas hacen vida en nuestra Patria, prestando el servicio de reproducir los tiquet o cupones de alimentación y/o las tarjetas electrónicas; de las cuales unas pocas son de capital nacional. La LPA, pese a que ha sufrido cerca de dos reformas en nuestra Revolución Bolivariana, ha mantenido su contenido de fondo inicial, esto es: “mejorar el estado nutricional de los trabajadores, a fin de fortalecer su salud, prevenir las enfermedades profesionales y propender a una mayor productividad laboral…” (Art. 1º). Mejor no lo hubiere podido redactar, un representante de la burguesía, un capitalista…

Consideramos que la LPA debe ser revisada en todo su contenido, y adecuada a los nuevos fines que debe cumplir un trabajador/trabajadora en los espacios de convivencia laboral, valga decir, las fábricas y demás medios de trabajo. Es inadmisible admitir, para alguien que se digne en llamarse Socialista, establecer en una Ley como fin de la misma, “propender a una mayor productividad”, Marx le respondería de inmediato, si estuviese vivo: “propender a una mayor explotación, qué clase de capitalista eres!!!”, y seguramente le reclamaría por tratar a los trabajadores/trabajadoras como máquinas por alimentar, para que produzcan más y más, ese es el objetivo de la LPA, tal como está concebida esa Ley. Siguiendo con Marx: “El hombre que no dispone de ningún tiempo libre, cuya vida, prescindiendo de las interrupciones puramente físicas del sueño, las comidas, etc., está toda ella absorbida por su trabajo para el capitalista, es menos todavía que una bestia de carga. Físicamente destrozado y espiritualmente embrutecido, es una simple máquina para producir riqueza ajena…” (Salario, precio y ganancia, Carlos Marx).

La LPA plantea el pago del beneficio en diversas formas (seis señala la Ley), siendo las más utilizadas las de los tiquet o cupones de alimentación y más recientemente, las tarjetas electrónicas. Aluden para hacerlo, de esa manera, la obligación legal prevista en el Art. 4º de la LPA: “En ningún caso el beneficio de alimentación será pagado en dinero en efectivo o su equivalente, ni por otro medio que desvirtúe el propósito de esta Ley…” La propia Ley, prescribe que: “El beneficio contemplado en esta Ley no será considerado como salario de conformidad con lo establecido en la Ley Orgánica del Trabajo…” (Art. 5), dejando abierta la posibilidad, palabras más adelante, en el mismo artículo: “salvo que en las convenciones colectivas, acuerdos colectivos o contratos individuales de trabajo se estipule lo contrario…”

La realidad, ha convertido a los cupones o tiquet de alimentación y, más recientemente, a las tarjetas electrónicas en verdaderos medios de pagos. Los cupones de alimentación, se han transformado en especie de billetes de circulación, hoy aceptados en casi todos los comercios, y de todo tipo. El cupón de alimentación, circula como otra mercancía más, equivalente al Bolívar Fuerte, en nuestra economía. Compitiendo, las empresas que los producen, con el mismísimo Banco Central de Venezuela, único ente, por Ley, facultado para emitir monedas y billetes en nuestra República Bolivariana de Venezuela (Ley del Banco Central de Venezuela, Artículo 7, Numeral 8: “Ejercer, con carácter exclusivo, la facultad de emitir especies monetarias”). Compiten también, esas compañías trasnacionales, que prestan el servicio contemplado en la LPA, con los propios bancos y entes financieros, al expedir tarjetas electrónicas, tipo débito. En fin, como apreciamos, dichas empresas de servicio se han transformado en entes financieros con capacidades propias, no supervisadas por ningún ente del Estado (Sudeban en particular).

Hoy, cuando esas empresas prestadoras de servicios, presionan al trabajador/trabajadora para que se incline por el uso de las tarjetas electrónicas, en perjuicio del uso generalizado de los cupones de alimentación, urge que nuestra Asamblea Nacional produzca una nueva Ley Programa de Alimentación para los Trabajadores/Trabajadoras de la Patria, sustentada en fines netamente revolucionarios y adecuados a los valores y principios de la nueva sociedad por construir: el Socialismo. Que facilite la ejecución del beneficio contemplado, valga decir, que el beneficio sea concedido en términos monetarios al trabajador/trabajadora. En otras palabras, que el beneficio sea directo, sin intermediarios, como ya lo están recibiendo algunos camaradas trabajadores bajo otras denominaciones, como por ejemplo, el llamado bono salud, por parte de los jubilados/jubiladas. Que el beneficio o Bono de Alimentación, lo concedan todas las empresas, sin exclusión, aún teniendo un solo trabajador/trabajadora. Propósitos solo posibles, si en la nueva Asamblea Nacional a ser electa el venidero 26S, contamos con una mayoría de diputados/diputadas revolucionarias, consustanciadas con los fines y propósitos de una sociedad humanista, más igualitaria, como lo es, la sociedad Socialista!!!

PD: No habíamos terminado de redactar estas líneas cuando nos llegan las inoportunas noticias de las muertes del camarada diputado Luis Tascón y del General Alberto Müller Rojas, ambas, pérdidas irreparables para la Revolución Bolivariana, paz a sus restos y que sus prácticas políticas, ceñidas por la crítica y autocrítica revolucionaria, no muera con ellos, sino que se perpetúen en nuestro accionar político señalándonos el sendero que habrá de conducir nuestra Patria hacia la nueva sociedad, postcapitalista: la Socialista…

“La revolución se inicia al comienzo del siglo XXI. La crisis estructural del capitalismo la empuja desde 1989, hasta que los sectores populares toman el control del poder a través del proceso constituyente de 1999. Y a partir de allí la revolución no se puede detener, ni estancarse en el ejercicio del poder, como lo dice Trotsky. Ella siempre será una tarea inconclusa. Tiene que ser “un hecho permanente”. Y así lo ha sido…Hoy ese poder popular constituyente, con su avanzada recién estructurada, el PSUV, se juega de nuevo su destino. Cuenta con la fuerza de la fe, la pasión y la voluntad de los revolucionarios, para enfrentar “el alma desencantada” de la débil burguesía no consolidada, y la vieja oligarquía anacrónica.” (La Revolución Permanente, Alberto Müller Rojas, diario Vea, 20 de diciembre 2008).


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Henry Escalante


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