¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?

Subió a la barca y sus discípulos le siguieron. De pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que la barca quedaba tapada por las  olas; pero él estaba dormido. Acercándose ellos le despertaron diciendo: «¡Señor, sálvanos, que perecemos!» Díceles: «¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?» Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza. Y aquellos hombres, maravillados, decían: «¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?»  

La anterior cita (8:23-27) es del Evangelio según san Mateo. Son escasas las noticias que se tienen de la vida de Mateo. Se presume que era un hombre de extracción humilde, y sobretodo muy modesto, al punto que menciona su nombre sólo dos veces en su Evangelio: cuando rememora su llamado “al servicio” y el otro cuando enumera a los doce apóstoles.  Se mantuvo siempre, como se dice ahora, en muy “bajo perfil” a través de su largo relato de la vida y obra de Jesús.  

Pero mi intención no es sermonear. Quiero eso sí llamar la atención a las temerosos, a los miedosos, a los que no tienen fé y a aquellos que teniéndola la aprovechan muy poco. A los que al primer sonido con algún estruendo deciden “tomarse las de Villadiego” [1]  

Esta parece ser la intención de muchos compañeros, sobretodo los más ultrosos cuando a las primeras dificultades empiezan con sus tonos plañideros a inundar las páginas de la prensa y la red de Internet. El presidente Chávez, y quiero ser muy claro en este particular, está manejando con mucha sabiduría esta aparente tormenta. Digo aparente, porque en la realidad el PSUV ha obtenido, con todas las dificultades, una importante victoria, trastocada por obra y gracia de los temerosos en una derrota que no existe. Estos señores se acostumbraron a los “éxitos” anteriores, cuando la oposición no participaba en las elecciones, y entonces era muy sencillo ganar todas las bancas disponibles en la Asamblea Nacional. De las 327 alcaldías en disputa, 265 fueron para los candidatos del PSUV, lo que representa el 81%; y de las 22 gobernaciones ganamos 17, un 77%. ¿Derrota? 

La confrontación electoral del 23N es inédita. Ha permitido diseñar un mapa político muy interesante que nos permitirá actuar en el futuro. Sabemos donde están las dificultades, quiénes son los responsables y entonces, sólo así, poder trazar el rumbo. Pienso ahora que muchos compatriotas estaban muy mal acostumbrados a que Chávez como Cristo, siguiera haciendo milagros. Pero Chávez no es Cristo, está muy lejos de serlo.  

Si se ha levantado una “tempestad” es porque éstas pueden tener lugar. En muchos lugares las tormentas pueden ser repentinas, en otros previsibles. La tormenta a la que alude Mateo ocurrió cuando Jesús había dado instrucciones a sus discípulos de pasar a la otra orilla del mar de Galilea . Para ello necesitaban una embarcación que debía navegar y exponerse a las tormentas, que según parece son frecuentes en aquella zona. Sólo los que estaban dispuestos a embarcarse con Cristo y a seguirle en medio de los peligros y las dificultades, eran sus verdaderos discípulos, entre los que había muchos pescadores expertos.   

Hay un hecho curioso, y es que nunca habíamos tenido información de que Cristo durmiera, salvo en esta ocasión. Y no es de extrañar porque había tenido una tarea muy grande durante el día: nada más y nada menos que la multiplicación de los panes y los peces, y lo más natural era que se sintiera cansado, muy fatigado y agobiado por el trabajo.   

Entonces sobrevino la súplica de los discípulos: creían morir, estaban, como decimos en Venezuela, enculillados. Pero antes de calmarlos Cristo les forma un zaperoco y les dice: ”¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?” No les recrimina que le hayan perturbado cuando “echaba un camarón”[2], sino que se hayan dejado amedrentar por eventos de esa naturaleza. Por eso, los regaña antes de explicarles lo que deben hacer para salvarse: ”¿Por qué teméis? ¿Acaso no están conmigo?” Y luego les descubre la causa de su culillo: Tienen poca fe. No confían en “los poderes creadores del pueblo”.  

Si hubieran tenido un poco más de fé, de esperanza. Se habrían dado cuenta que la orilla a la que esperaban llegar, estaba allí, tan cerca que se hubiera podido divisar a través de la tormenta. Pero para llegar había que remar muy duro y en la dirección correcta.   

Cuando Cristo les forma el vainero que bien nos podemos imaginar, no les dice “hombres sin fe”, sino “hombres de poca fe”. En la vida real, nos encontramos con camaradas que pueden tener fe, pero es tan pequeña que de poco les sirve para lidiar las tormentas políticas, con las que podemos encontramos en la vida.  

Sólo después que calmó a sus camaradas, Jesús pudo entonces reprender a los vientos que se abatían sobre el mar de Galilea. Normalmente después de una tormenta queda el oleaje en el mar, al que debemos tenerle un poco de paciencia y navegarlo a placer. Las tormentas, como las crisis políticas hay que saberlas sortear y así transformarlas, como el ideograma chino, en una oportunidad.  

NOTAS:

[1] Su significado es huir, salir “a la carrera” a causa de una contingencia súbita e imprevista. Este refrán español es tan viejo que ya es citado por Fernando de Rojas en “La Celestina”. Aparentemente el refrán se refiere también a las alforjas que se fabricaban en la ciudad de Villadiego, por el hecho de que éstas eran lo primero que se tomaba cuando se huía de un lugar.

[2]  En Venezuela, “echar un camarón” es dormir una siesta, tomar un leve respiro en el día para después continuar la faena. En italiano sería: “schiacciare un pizzolino” 

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Omar Montilla


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