Marisabel Rodríguez no es un Amparo

Acompañar a un grande hombre no es tarea nada fácil y así se puede comprobar en el extraordinario musical que ha montado la Compañía Grandes Musicales, que se estrenó esta semana que termina en el Teatro Colsubsidio de Bogotá, acompañado de elogiosísimos comentarios del público y la prensa.

Espero que algún empresario de espectáculos pueda llevar la obra a Venezuela, lo que no será nada fácil, ya que con los funcionarios de la Embajada en Bogotá no me va nada bien. Le llevé personalmente al encargado de la misión una de las pocas invitaciones de que pude disponer para la Premiére, pero no asistió ni se excusó. Me dio mucha rabia conmigo misma por haber confiado en que responderían a mi invitación, pues NUNCA el gobierno venezolano - ni en Bogotá ni en Caracas - ha correspondido a las innumerables convocatorias que les he hecho en torno a la memoria de Gaitán. Sus razones tendrán, pero ya era tiempo de que yo hubiera aprendido la lección. Lo cierto es que el Embajador de Cuba tampoco asistió y tampoco se excusó. ¿Habrá alguna relación?

Pero, pasando al verdadero tema que me ocupa, quiero referirme a las recientes declaraciones hechas en reportaje al periódico El Tiempo por Marisabel Rodríguez, ex esposa del Presidente Chávez, comparando su postura con la de mi madre, Amparo Jaramillo.

Marisabel afirma que el Presidente Chávez, con la Ley Habilitante, que le otorgaba plenos poderes para legislar autónomamente, estaba “traicionando” la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. En cambio, mi madre, en la última conversación telefónica que tuvo con mi padre, un cuarto de hora antes de que lo asesinaran, le dijo textualmente sin tutearlo, como lo hacía cuando en asuntos políticos discrepaba de él: “Jorge, deje la Constitución tan bien encuadernada y tómese el poder, porque toda la oficialidad está dispuesta a acompañarlo y a Ud. no lo van a dejar llegar por la vía electoral. Deje  a los Plinios[1] y váyase con los suyos, refiriéndose al hecho de que, para ese momento, mi padre había sido proclamado Jefe único del Partido Liberal, lo cual lo había obligado a conformar dentro del partido comités que incluían miembros adversos al gaitanismo.

No era la primera vez que mi madre incitaba a mi padre a que realizara un “push” con la oficialidad que lo apoyaba, que era numerosa y que, a partir de la madrugada del 9 de abril de 1948, cuando a la una de la mañana – exactamente doce horas antes de ser asesinado en complot fraguado por la CIA y la oligarquía colombiana - finalizó exitosamente la defensa del teniente Cortés Poveda. 

Ya con ocasión de la apoteósica llamada Manifestación del Silencio, realizada en febrero de 1948 dos meses antes de ser asesinado, mi madre le había dicho: “No es hora de guardar silencio, por eso no lo acompaño a esa manifestación. Si me invita a marchar sobre el Palacio Presidencial, acompañado de la oficialidad que lo respalda, yo estaré en primera fila para atajar las balas que habrán de dispararnos”.

Pero mi padre le respondía: “No hay duda de que yo ganaré las próximas elecciones presidenciales. No voy a entrar por la puerta de la cocina cuando puedo entrar por la puerta principal. No hay duda de que cuando yo suba al poder los Estados Unidos  nos van a invadir y yo necesito estar escudado por la vía democrática para defender el legítimo derecho del pueblo a gobernarse a sí mismo”.

 Eso no quería decir que mi padre no aceptara la vía insurreccional. Ya lo había dicho y reiterado afirmando: “Yo tengo una certeza y una duda. La certeza es ésta. Nos tomaremos el poder y la duda ¿cómo nos lo tomaremos? Si respetan la Constitución y las Leyes, por la vía electoral nos tomaremos el poder. Pero si no lo respetan, por el derecho de las mayorías también nos tomaremos el poder”, idea que había reiterado en su discurso de la Manifestación del Silencio llamada LA ORACIÓN POR LA PAZ: “Vos, que sois un hombre de Universidad, debéis comprender de lo que es capaz la disciplina de un partido que logra contrariar las leyes de la psicología colectiva para recatar la emoción en su silencio, como el de esta inmensa muchedumbre. Bien comprendéis que un partido que logra esto, muy fácilmente podría reaccionar bajo el estímulo de la legítima defensa”.

 Fue cierto que a mi padre no lo dejaron llegar a la Presidencia de la República por la vía electoral. Mi madre tenía razón, pero mi padre estaba en lo correcto, pues los Estados Unidos habrían tenido un argumento para invadir a Colombia en supuesta “defensa a la democracia”.  He ahí la gran dificultad a que hacen frente los revolucionarios. No se trata de justificar cualquier medio para llegar al poder, pero sí de caminar al ritmo en que el proceso no se vuelque.

Es ahí donde, si Marisabel Rodríguez fuera revolucionaria, comprendería que – a pesar de que el camino de la Ley Habilitante no es el más “puro” y plausible camino para gobernar, el hecho es que los 36 decretos están defendiendo los intereses del pueblo, del consumidor, contra la explotación capitalista del libre mercado, que favorece a los ricos y deja en la impotencia al pueblo. Lo importante no es tener la razón sino estar en lo correcto.

 


[1] Así llamaban los gaitanistas a los judas del gaitanismo, en referencia a Plinio Mendoza Neira, padre de Plinio Apuleyo Mendoza, hoy dedicado a denigrar del gobierno bolivariano de Venezuela, de Cuba y de todo aquello que sea revolucionario.

glorigaitan@yahoo.es


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Gloria Gaitán


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