"Caracas es Caracas". La Guerra Federal. "Adoramos" al federalismo, pero queremos ser centralistas

Bolívar, en "El manifiesto de Cartagena", año 1812, entre las 12 causas que, según él, causaron la caída de la primera República, mencionó el sistema federal de gobierno. Uno, donde las provincias, mantuvieron su autonomía; aquella derivada de la historia y consolidada en 1717, cuando se creó la Capitanía General de Venezuela. La separación era honda, como de países diferentes. Cumaná y Margarita, las dos grandes provincias orientales, dependían, antes de la Capitanía, del virreinato de Santo Domingo, mientras Caracas y las occidentales, del de Santa Fe de Bogotá.

Ya creada la Capitanía, se mantuvieron separadas; tanto que entre ellas n siquiera comerciaban. Esa fue una estrategia deliberada del modelo colonial con fines defensivos y de supervivencia. La unidad provincial, para el sistema colonial, era un peligro, una amenaza latente. Como lo sería ahora, para las grandes potencias con espíritu dominante de ahora, la unidad latinoamericana; por eso Bolívar sigue siendo un subversivo.

Esa separación, entre orientales, centrales y occidentales, al momento mismo de iniciarse el proceso independentista, se convierte en un escollo para éste también. La revisión de la historia venezolana enseña que, las provincias, al momento de saberse en Venezuela de la abdicación de Fernando VII ante Napoleón, lo que supo por el puerto de Cumaná, comienzan a manifestarse por la independencia; en unas con más contundencia que en otras. La historia oficial, la que se enseña en la escuela nuestra, habla del 19 de abril de 1810, la declaración de Caracas. Pero no las dadas en Barcelona, Cumaná y Margarita, donde pese el pronunciamiento se dio días más tarde, fue más contundente. Estas provincias, de una vez, se declararon independientes, mientras Caracas, se mantuvo "fiel a Fernando VII" o para mejor decirlo, al Estado español. Y esto último, también revela cómo las provincias venezolanas, estaban desvinculadas. No había nación ni conciencia ciudadana por supuesto. La "nación", no era sino la provincia pertinente.

Los primeros momentos de la República nacida en 1811, estuvieron afectados, eso es verdadero, por ese proyecto aún inmaduro de unidad, entre quienes habían vivido separados por largos años. Unos provincianos y otros se veían como extraños. En los primeros momentos de la guerra iniciada entre los años 1812, 13 y 14, Bolívar se ve obligado a lanzar un decreto que castigaba gravemente a los "supuestos" desertores de los ejércitos. Digo supuestos, porque, en efecto, eso eran. Ciudadanos nacidos y criados en una provincia, como resultado de esos encuentros en la guerra, de repente, se veían insertados en cuerpos militares comandados por jefes ajenos a su terruño, como que un oriental, en un momento quedaba bajo el comando de un central u occidental y eso no era de su agrado. Y por esto, en el primer contacto se cambiada de un cuerpo patriota para otro, el que le parecía inherente.

Por esto, finalizada la guerra de independencia, Venezuela queda como una patria centralizada, tal como Bolívar pensaba que debía ser y surgió en la constitución del Congreso de Guayana en 1819.

Es bueno tomar en cuenta que antes, en EEUU, se había creado una república federal, que pese se vio envuelto ese país en la llamada guerra de Secesión, donde los sureños, inmersos en un modelo neocolonial de vínculos estrechos con la economía inglesa, intentaron independizarse, más habiendo en el norte una economía claramente delineada dentro de los cánones del capitalismo que, entre otras cosas demandaba mano de obra y mercado consumidor; para lo que el sur esclavista, no le servía. Obviamente, en la guerra de Secesión, como en la lucha por la independencia, los del norte contaron con el concurso de los hijos y nietos de África.

EEUU, pese los resultados de la Guerra de Secesión, se mantuvo como una nación federal, de manera que las provincias gozaron de relativa independencia para diseñar su propio crecimiento y el de la nación toda.

Tal como señala Lisando Alvarado, en Venezuela, la Guerra Federal, fue el resultado de los conflictos entre el capital usurero, comerciantes y dueños de tierra y esclavos, endeudados con los primeros. Sólo que, en esa guerra, los caudillos de determinadas regiones, reclamaban para sí la conservación de los poderes inherentes a ella. Para el caudillo zuliano, Venancio Pulgar, como el oriental, Juan Antonio Sotillo, el federalismo se simplificaba que los "zulianos manden en el Zulia y los orientales en Oriente".

En todo esto hay una circunstancia muy particular, Juan Bautista Dalla Acosta, en plena Guerra Federal con vínculos y afinidades de viejo tipo con el paecismo, gobernaba en Guayana. Por esta circunstancia, el general Juan Antonio Sotillo, quien, junto con José Eusebio Acosta, lideraban el movimiento liberal y federal en oriente, planifica repetir la gesta de Piar y tomar Guayana. Intentó reiteradamente concretar esa meta atravesando el Orinoco desde las cercanías la ribera frente a Ciudad Bolívar. Sus intentos no lograron ese propósito, por lo que, después de firmado el Tratado de Coche, cuando los federalistas acceden al poder, Dalla Acosta seguía controlado Ciudad Bolívar y Guayana toda. Dada esta circunstancia, Falcón, ya bajo el control del poder central, decide enviar un emisario a Ciudad Bolívar quien acuerda con Dalla Acosta. Este siguió gobernando en Bolívar, contra la voluntad y el deseo del caudillo oriental J. A. Sotillo y hasta se hizo partidario de los nuevos gobernantes aposentados en Caracas.

Al margen del sempiterno discurso heroico emergido de la historia de Venezuela, determinado por el viejo romanticismo, aquel desparramado desde los tiempos de la cultura griega, la Guerra Federal, resultó en otro engaño para las multitudes, tanto que se mantuvo la misma distribución de las tierras según lo dispuesto en la constitución de 1811 y el modelo esclavista. Y no soy, en función de la dialéctica, de quienes creen que eso sólo se explica, en la muerte temprana de Ezequiel Zamora. Lo cierto es que la guerra federal devino en un federalismo formal y nos quedamos, como siempre, imaginándonos que todo hubiese sido distinto si no hubiese muerto anticipadamente Zamora, de donde generamos un nuevo héroe y alguien a quien venerar, sin saber lo que hubiese pasado.

Pero no todo lo que transcurre dentro del fracaso siempre es malo. La vida es tan rica que de lo malo sale algo bueno. Todo acontecimiento, por muy catastrófico que resulte, deja colar algo bueno o positivo. La Guerra Federal, con todo su engaño y frustraciones, dejó una constitución, donde los Estados mantenían una relativa independencia, tanto que nuestro país se llamaba Estados Unidos de Venezuela y en su constitución quedaron estampadas muchas cosas que daban poder a las autoridades regionales para emprender, por su cuenta, cualquier proyecto que considerase pertinente.

Las persistentes guerras entre caudillos dentro de una patria que dio todo por la lucha de independencia de América del Sur, destinadas a apropiarse de las tierras y gozar de los beneficios del poder, condujo al final a la llamada guerra de los 60 y el ascenso de Castro y Gómez al poder. Pero, pese el ejecutivismo gomecista, se constitución federal se mantuvo y con ella los sueños y posibilidades que las autoridades y fuerzas productivas regionales se desatasen, lo que pudo haber ocurrido, con la impronta de la renta petrolera.

Pero el capitalismo a nivel semi planetario, desde el ascenso de Gómez al poder, nos asignó un rol. Este fue de servir de fuente de energía petrolera abundante y barata, por lo que nos impusieron aquello del rentismo petrolero. Pero no toda Venezuela tiene petróleo, lo ha habido y hay en el Zulia, en los llanos, sobre todo orientales. Caracas y sus ciudades vecinas, cercanas a los puertos de Puerto Cabello y La Guaira, no tienen petróleo. Los grandes inversionistas se mueven fundamentados en estrategias a corto, mediano y largo plazo. Procuran ir definiendo el futuro. Por eso, pese a la constitución federal, el gomecismo actuó como si ella no existiera. Y eso fue tanto que, la inversión estatal, con los recursos derivados del petróleo, obtenidos muy lejos de Caracas y el eje central, se invirtió en ese espacio; por eso se dijo "Caracas es Caracas y lo demás es monte y culebra".

Esto llevó a una descomunal concentración de población en el área central; lo que no ocurrió por azar, sino fue el resultado de un plan. Eso llevó a lo que se llamó economía de puertos, a partir especialmente de Puerto Cabello y La Guaira, los puertos aledaños a Caracas y las ciudades vecinas. Lo que más tarde empatará, pues la cama estaba hecha, con el plan de sustitución de importaciones. Y al mismo tiempo, se consolidaron las clases dominantes del país en esos espacios. Y en ellos, se concentró la población y la mano de obra abundante y barata, por esto mismo.

Entonces, no fue casual que, los "demócratas" de finales las décadas del cuarenta y cincuenta, nos impusieran el constitucionalismo centralista que, hasta ahora, incluyendo la bolivariana ha prevalecido. Lo que es culpa de aquello que canta la gaita zuliana, "Maracaibo ha dado tanto que debería tener carreteras a granel con morocotas de canto", lo que se pudiera cantar igualmente en aguinaldos, galerones y toda música típica oriental.

Ese poder, concepción centralista, se apoderó de la mentalidad de la gente. Tanto que la constitución Bolivariana consolidó el centralismo, pese hable de lo participativo y protagónico.

Tanto se ha apoderado de la mentalidad colectiva que, muchos que ven, no sin fundamento a Ezequiel Zamora como un héroe, olvidan que su lucha estaba centrada en el federalismo que implica darle sustantivo poder e independencia a las regiones y derechos a disfrutar de sus riquezas. Y, por olvidar eso, hacen lo contrario de lo que ellos mismos garantizan que luchaba el asesinado en Santa Inés. O lo que es lo mismo, estamos de acuerdo con Zamora, los principios de la Guerra Federal, el federalismo, pero sigamos en lo de "Caracas es Caracas" y que ella, aún saltándose los formalismos, de lo constitucional existente, decida todo lo que a las regiones concierne.

Incluso, el llamado "centralismo democrático", una concepción original de Lenin, derivada de las dificultades inherentes a los partidos de vida clandestina, pero exclusivista, terminó siendo adoptado por los llamados partidos democráticos y venerada como una forma correspondiente, pertinente al interés colectivo. Tanto que, pese a que se alcancen muchas libertades y espacios, las multitudes ansíen y necesiten participación, el centralismo democrático sigue siendo la forma de operar, dado que, es una buena manera de mantener el control y disimular lo autoritario. Rasgo este, inherente a todos los partidos y naciones.



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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