Los poetas admirados, por poetas, están callados, mientras la cultura entristece. ¿Qué será de esos poetas?

Criticar es advertir, poner a nuestros usuales vigilantes y actores al tanto de lo que ocurre; no es una muestra de enemistad, es más bien mecanismo de avanzada contra los peligros circundantes. Es obligatorio advertir los peligros y denunciar las grietas. Los callados, ante esos peligros, no ayudan. Son mudos o indiferentes. Y esto no es digno de elogio.

El vigilante puesto en el "carajo" del barco o, que a éste llega por su perspicacia, está obligado a advertir lo que en el horizonte otea. Debe advertir lo que sea pertinente, sobre todo los peligros o presencias extrañas y amenazantes. Los intelectuales, empezando por los poetas, por la lucidez y perspicacia que les ilumina y también, en determinados momentos, su prestigio y el interés que despiertan, tal como para ser recibidos y escuchados hasta con demasiado interés, son de los primeros obligados a hacer la labor de quien está montado en el "carajo". Callarse, cuando en el horizonte aparece algo, más si pudiera ser una amenaza, es mostrarse poco solidario y hasta, sin quererlo, por excederse en ser discreto, convertirse en cómplice del enemigo.

Alguien, un amigo, hizo unos comentarios tristes del deterioro de muchos espacios culturales, como teatros, escuelas de arte de diferente tipo, bibliotecas, etc. y aparte de eso, del descuido por esas actividades, tanto que motivó a otro decir, "pareciera que la cultura se privatiza".

De su queja, casi llanto, quienes le escuchamos, pudimos concluir cómo el Estado, frente aquello, todo lo relativo a la cultura y en particular, con respecto a un espacio específico aludido, se mostraba un tanto descuidado. Habló con admiración del trabajo de César Rengifo, aquel que dijo, "No puede pensarse en un teatro como expresión de fe en los valores nacionales sin dos premisas fundamentales, las cuales han de ser: primero, creer en el teatro y en el conjunto de valores histórico-sociales que él contiene; creer en su función de manifestación de una conciencia social que es, a la vez, conciencia crítica de una sociedad históricamente determinada; lo segundo sería creer en los valores nacionales, en la vigencia de ellos y, sobre todo, tener un conocimiento lúcido de cuáles son esos valores y sus categorías de trascendencia histórica". Y esto, como dijo quien habló, lo llevó a la práctica Rengifo, en el arte y en su vida.

Pero el amigo de quien hago referencia, en su intervención, hizo alusión también a unos poetas, excelentes poetas, sus viejos amigos, a quienes él le ha hablado de sus angustias. A los poetas, les llamó "grandes revolucionarios", calificación que, en el lenguaje habitual de cierto universo, se le usa para definir a alguien como solidario y actor en las luchas por las causas nobles del movimiento popular, lo que implica dejar huellas, muestras de eso y ser constante, perseverante. A veces, lleva hasta correr riesgos, como el simple de ser mal entendido. Pero lo de "revolucionario" o constantemente solidario, obliga advertir sobre lo que sea pertinente y hasta usar el peso, influencia, reconocimiento que se tiene para motivar cambios positivos. Es pues, esa cualidad, un compromiso y deber que obliga a mostrar solidaridad, actitud vigilante y a no evadirse o encerrarse, bien sea por placer o conveniencia. Es un "irse al carajo" con conciencia y compromiso con el rol que allí debe cumplir.

Ayer leí una nota periodística, según la cual, "La Sociedad de Escritores de Chile (SECH) decidió sumarse a la demanda que busca hoy esclarecer las verdaderas causas de la muerte del expresidente de esa organización y Premio Nobel de Literatura, Pablo Neruda".

Se sospecha que Neruda, quien había sido internado en una clínica en Santiago, en momentos que se desarrollaba el golpe de Estado de Pinochet contra Allende, fue envenenado. Y esto no es extraño, unos años después de la muerte de Neruda, la hija de Eduardo Frei Montalva, ex presidente de Chile y del partido social cristiano, denunció que su padre había sido envenenado por quienes supuestamente le atendían en su enfermedad, y acusó de ello a la dictadura, pese Frei auspició el golpe y brindó apoyo a Pinochet para que violase la legalidad. Entró en conflicto con la dictadura y también fue hospitalizado.

La vida de Neruda, no sólo estuvo limitada a escribir bellos poemas, una inmensa obra, en la que, en buena parte de ella, dejó impreso su compromiso con las luchas populares, sino además tuvo su larga, activa y permanente militancia en el Partido Comunista chileno, en la legalidad y lucha clandestina, por lo que fue tres veces candidato a la presidencia de su país. Por esto, se puede decir, al margen de lo que cada quien piense que, calificar a Neruda de revolucionario, que lo fue sin duda como poeta, es valedero, al juzgarlo desde la perspectiva de la política.

Estando en Isla Negra, comuna de El Quisco de San Antonio, en la región de Valparaíso, una de sus casas, esta le fue allanada y sometida a una cuidadosa requisa, en tiempos de Pinochet, buscando algo que, los policías pudieran exhibir como elemento o prueba subversiva para justificar alguna acción represiva contra él.

Al rato de haberse iniciado la requisa, a los agentes policiales, habiéndose dado estos como por vencidos, el poeta le dijo a uno de ellos, como de modo confidencial:

-"Busque bien amigo, esta casa está impregnada de un elemento subversivo y, hasta ahora, ustedes no han dado con ella".

El policía, quien sabía estaba hablando con un poeta de renombre, pese para él eso carecía de interés, pues en todas partes le nombraban y hasta recitaban, por lo menos por aquello de los "20 poemas de amor y una canción desesperada", libro de juventud de enorme valor, prestigio literario y conocimiento del común de la gente de entonces, por cosas como aquello de:

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.

Distante y dolorosa como si hubieras muerto.

Una palabra entonces, una sonrisa bastan.

Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

El policía intrigado por aquella como advertencia o confesión, preguntó "inocentemente" al poeta:

"De cuál cosa me habla. ¿Dónde la hallo?"

"De poesía, joven; en toda la casa está regada. En cada rincón, ella se halla".

Y fueron combatientes por la república y contra el fascismo, representado en las fuerzas de Franco, exponiéndose tanto que por ello perdieron la vida, García Lorca y Miguel Hernández, el primero fusilado, el segundo condenado a cadena perpetua, por las privaciones y condiciones de su prisión, muerto tempranamente de tuberculosis.

Rubén Darío y el venezolano José Antonio Ramos Sucre, fueron dos poetas que marcaron un hito, un cambio sustancial en la poesía, tanto que se pudiera decir, como quien usa un lugar común, "revolucionaron" la poesía, pero en el ámbito de la política no es pertinente juzgarlos de la misma manera.

Al oír al amigo decir todo lo que dijo, acerca del deterioro de espacios culturales y la falta de respuesta del Estado, dicho aquello en un exquisito manejo del lenguaje, una profunda emoción, hasta herida, me incomodé, tanto que me sentí tentado a solicitar reclamaremos por aquello, por lo que significa el arte y los espacios dedicados a ello, en toda sociedad y momento, más si soñamos con un cambio sustantivo en favor del movimiento popular. Pero también me removió un sentimiento de incomodidad, que me acompaña desde hace mucho tiempo; lo de calificar a sus amigos poetas, por él mencionados, como "grandes revolucionarios". Me incomodó, apenas como si hubiese caído sobre mí una inofensiva lluvia imprudente y más qué eso. Sabiendo que muchos de esos poetas, de mucha influencia o para decirlo de la mejor manera, audiencia, saben todo eso que mi amigo denunció con angustia y nada han dicho.

¿Por qué hablé de una incomodidad que, "me acompaña desde hace mucho tiempo"? Son años, más de cinco décadas.

Los poetas, de los cuales se hizo mención, que han escrito muy buenos poemas, unos cuantos libros de ellos, han recibido muchas distinciones; por años, han tenido mucho espacio y acogida. En los tiempos de lo que se llamó la IV República, el vaivén de los resultados del Pacto de Punto Fijo, la represión, todavía viva y punzante en los tiempos finales de la lucha armada y las luchas del movimiento popular, hasta el estallido del movimiento del 4-F, encabezado por Chávez, esos poetas permitieron que, su exquisita poesía, se interpusiera entre ellos, lo que demandaba su ser político y compromisos de antaño y la realidad. Los poetas no miraban el mundo circundante sino el cielo por ellos inventado para irse de recreo y recrearnos en la belleza de sus sueños y bello manejo del lenguaje. Y hasta pusieron mucho cuidado en no evadirse de los reconocimientos de quienes tenían poder para hacerlo.

Los poemas de Neruda, hasta esos "20 poemas de amor", son una permanente actitud de compromiso y en coherencia con su militancia en el Partido Comunista chileno y por su estrecha relación con el PCUS. Habiendo sido este una referencia romántica de la lucha por la igualdad y la justicia y, como tal, valedera para aquel que en eso andaba. Pero la suya no fue sólo una manifestación formal de solidaridad, ni como a escondida o simulada, sino que se expresó en su conducta diaria, su escribir y hacer, exponiéndose a todas las consecuencias. Hasta el "Canto a Bolívar", es una manifestación no sólo de reconocimiento al inmortal caraqueño, sino también a las luchas contra el imperialismo, por la unidad de América "antes española" y los combatientes republicanos españoles.

Recuerdo, como Jean Paul Sartre, tuvo la audacia y hasta originalidad de renunciar al premio Nobel, a manera de protesta por muchas injusticias, entre ellas, la represión de la cual era objeto el movimiento popular en Venezuela. Sartre, no fue estrictamente un poeta, pero sí un dramaturgo y filósofo, significativa guía para las luchas populares y la justicia bien entendida. Basta el ejemplo de la "Puta respetuosa".

Los poetas, de mucha audiencia, nada han dicho sobre lo que, a su admirador atribula, el deterioro y abandono de las actividades culturales y los espacios para ello. Y éste, su admirador, no se ha percatado de ese silencio, pese les cree "grandes revolucionarios".

Al escuchar al compañero de charla dentro de aquel grupo, calificar de esa manera a los poetas, sus amigos, me incomodé y hasta se me revolvió el pasado, tanto que se me vino al presente, pero no aludo a la poesía de esos poetas, que es de excelente valor, sino a los hombres políticos.

"Hermano, le pregunté en voz callada, ¿tú crees qué, esos excelentes poetas, están en correspondencia con el juicio político que emitiste?

"Te pregunto esto, porque en los más de 60 años que he vivido, como militante político que lo fui del MIR, luego como luchador gremial, escritor en la prensa regional, dedicándome en mayor medida a combatir los gobiernos de la IV república, pues a eso tuve acceso y oportunidad, jamás leí de esos excelentes poetas y escritores algo que hiciese alusión a lo inmediato, al Estado, al gobierno y a todas aquellas cosas que a ti y a mí, nos incomodaban. No pienses que les critico insanamente, ni siquiera tengo motivos para reclamarles algo, más sí les reconozco su enorme aporte intelectual. Tampoco les creo en el deber u obligación de haberse dedicado a "actuar como revolucionarios". Pero lo por ellos escrito, por lo menos lo que conozco, que incluye casi todo lo que entonces publicaban en diferentes medios, jamás hallé una muestra de protesta e inconformidad con el acontecer. Te acompaño en eso de decir, son excelentes poetas, hasta ensayistas, pero no lo de "revolucionarios y combatientes". Eso si lo podemos decir de Neruda y hasta de Andrés Eloy Blanco".

Y fue poeta y en verdad revolucionario, Ernesto Cardenal, aquel del grupo revolucionario de Solentiname y colaborador estrecho en la lucha contra la dictadura de Somoza; también, en lo mismo, destacó aquel bello personaje y mejor poeta, con quien tuve la dicha de tener amistad, Ramón Palomares; pues además de haber escrito una bella poesía, volviendo como como dijo y tituló una de sus obras Alejo Carpentier, "Los pasos perdidos", un recordar a Andrés Bello, por aquello de "Silva a la agricultura de la zona tórrida", dedicó su vida a una obra poética centrada en su mundo, espacio y gente, como en "Paisano" y "Elegía a la muerte de mi padre", pero también fue un consecuente luchador político particularmente en los momentos de mucho riesgo.

Ahorita mismo, pese no se trata de un poeta en el usual y limitante sentido de la palabra, acabo de leer un trabajo de Luis Britto García, donde denuncia el peligro de la agresión militar estadounidense a Venezuela, valiéndose de cualquier medio, pero también el que está implícito en las Zonas Económicas Especiales.

Pero aquellos poetas, valiosos y justamente reconocidos, a los cuales aludió mi amigo mencionado al inicio, están callados. No los justifico por la edad, dado que Luis Britto también es un anciano.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 2968 veces.



Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

 damas.eligio@gmail.com      @elidamas

Visite el perfil de Eligio Damas para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: