La isla de los exilios dorados

Margarita ha adquirido fama a nivel internacional como refugio
clandestino para ciertos personajes colocados en la lista roja rojita
de la CIA (distinta a la de Interpol para banqueros prófugos con
derecho a visa gringa).
Hace años el Jefe del Comando Sur de los Estados Unidos, el general
que controla desde el Río Bravo, en México, hasta la Patagonia, reveló
que Osama Ben Laden o sus compinches se encontraban refugiados en
nuestra región insular. De inmediato le dio la razón Pastor Heydra,
especialista en delaciones ante organismos de espionaje, añadiendo que
en Macanao habían campos de entrenamiento para terroristas.
La cosa no pasó de ahí pues quizás los gringos opinaron que no valía
la pena invadirnos en base a un dato de tan mala fuente. Sin embargo
la matriz de opinión quedó flotando en el ambiente y cada vez que un
terrorista se esfuma alegan que se halla en Margarita.
En días pasados el canciller inglés, en un gesto “witty” de humor
británico, señaló que Kadafi posiblemente había volado a Venezuela.
Ello bastó para que Orlando Fernández, tan chismoso como Heydra,
anunciará que el líder libio, o parte de su familia, se encontraban en
Margarita.
En vista de la fama que ya tenemos lo que debemos hacer es sacarle
provecho y no dejar que se convierta en una simple leyenda negra. Al
efecto, Venezuela debe iniciar una campaña promocional para que los
líderes, jeques y emires que deben salir de sus países en el Medio
Oriente se instalen en Margarita con facilidades para quedarse,
siempre que aporten los dólares necesarios para subsistir en la
región.
Se les pueden ofrecer los terrenos que el Gobernador Rodríguez tiene
reservados en Macanao, que suponemos adecuados para instalar las
lujosas tiendas de campaña que utiliza Muamar Kadafi. En los establos
de José Enrique Salazar, cerca de Boca del Río, podrían conseguir
caballos, o alojar sus propios corceles árabes, camellos y cabras, si
resultan necesarias.
Conviene mencionar nuestra nutrida colonia árabe, con sus tiendas y
bazares de ambiente sirio-libanés.
Se sentirán como en casa, si de milagro logran sobrevivir ante los
malandros locales.
augusther@cantv.net


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Augusto Hernández


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