Salserín es a la salsa lo que Yon Goicoechea es a Caldera.

Calderín

Salserín es a la salsa lo que Yon Goicoechea es a Caldera. Los venezolanos de hoy estamos presenciando la fabricación de una nueva criatura de Frankenstein como el Golem que los jesuitas ya habían creado en Rafael Caldera, que nos convencieron de que era una lumbrera por sus modales pulidos, su oratoria de salón, su vocabulario altisonante, su peinado irreprochable, su vestir pulcro y porque habló en inglés en la ONU. Hizo dos leyes del trabajo, que no criticaré porque no soy labora-lista como los que sí las critican, y un librito en que nos persuadió de que Andrés Bello era copeyano. Y ya.

Goicoechea, llamado cariñosamente Nariz de Hierro, ha demostrado que también puede repetir un caletre que los tontos creen espontáneo. Lo llevan a la reunión de la ultraderecha mundial en la Argentina, a un debate en Madrid con estudiantes bolivarianos, a Harvard, a Nueva York, a los Balcanes, a doquier que enseñen contrarrevolución.

Tal vez logre algo con el tiempo. Total acuérdate de que Caldera se inició con algo más torpe que quemar chaguaramos, colectando plata para Francisco Franco y dándole unos palos a Leoncio Martínez con una horda fascista, que sólo le faltó llevar camisas negras, como los squadristi originales. Una gavilla de veinteañeros intoxicados por Franco y Mussolini contra tres cincuentones.

Luego de sus derrotas del siglo XIX, la Iglesia parece haber declarado a Venezuela territorio de misiones en el XX. Pero solo se propuso organizar lo que nunca perdió: el sector más reaccionario de las clases dominantes, que siempre fue clerical. Dejó a los pobres a los evangélicos. Para eso montó colegios cuyas edificaciones regias nos hablan de los pingües recursos con que contó la empresa, precisamente, de romanos. Ella tuvo su primer corolario con Copei. El segundo fue la importación del Opus Dei. Y ahora Goicoechea, que cuenta no solo con la Conferencia Episcopal sino con el National Endowment for Democracy, la CIA, el OTPOR yugoeslavo que derrocó pausadamente a Slobodan Milošević, la asesoría de Gene Sharp, forjador del golpe lento, y ahora el Premio Milton Friedman para el Avance de la Libertad. El perito neoliberal Friedman era tan amante de la libertad que asesoró a Augusto Pinochet.
Ya ves por dónde, literalmente, vienen los tiros.

roberto@analitica.com


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Roberto Hernández Montoya

Licenciado en Letras y presunto humorista. Actual presidente del CELARG y moderador del programa "Los Robertos" denominado "Comos Ustedes Pueden Ver" por sus moderadores, el cual se transmite por RNV y VTV.

 roberto.hernandez.montoya@gmail.com      @rhm1947

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