La agresión imperialista un pasado en el presente

"Por encima de la historia no se puede pasar impunemente". Una afirmación de Jesús Sanoja Hernández. La historiografía, de los amos de la historia, oculta de manera interesada hechos, acontecimientos o actuaciones de gobernantes deshonestos, escritores de hipotecada y servil pluma esconden, con un manto de complicidad, verdades de la realidad política y económica del país.

Intelectuales a sueldo, subordinado al poder, tergiversan, desde prestados micrófonos y ejemplares editados para la vanidad propia y la complacencia del jefe de turno, la sangrante realidad de un país acorralado por la corrupción, la inestabilidad política, los acuerdos de cúpulas privilegiadas, la entrega de la soberanía nacional y la instauración de nuevas formas de dominación para convertir la República emancipada en una neocolonia del imperio norteamericano, acentuada esa realidad a principio del siglo XX con la instauración de la dictadura de Juan Vicente Gómez.

En nuestro días, vemos con preocupación que dictadores y funcionarios responsable de la entrega de nuestra soberanía política y económica, cuya actuación represiva, asesina, terrorífica, violadora de derechos humanos comunican su poder de mando, su presencia autoritaria, en la Venezuela del presente, del hoy, del ahorita al ser reconocidos sus nombres como epónimos y así convertirlos en acervo y patrimonio cultural de la nación, valgan dos ejemplos "Casa Eustoquio Gómez" en Barquisimeto y Aeropuerto "Juan Vicente Gómez" en Táchira. Es obligatorio preguntarnos: ¿Nos olvidamos de los grillos, de la rotunda, de la larga noche de 27 años, del sufrimiento, de un país en manos de capitales trasnacionales, de las luchas de Pio Tamayo, Gustavo Machado y tantos otros venezolanos torturados y presos, sin libertades ni derechos ciudadanos, del terror sufrido por Larense y tachirenses y de Venezuela entera?

El dictador Juan Vicente Gómez y su primo Eustoquio Gómez, junto a otros dictadores y falsos demócratas, conquistadores y colonizadores y sus instrumentos de la muerte como el cognomento "EL EMPALAO", no pueden pasar de manera impune ante la historia.

El inicio del neocoloniaje y la instauración de la cultura yanqui, el desplazamiento de la cultura nacional y la fuerte penetración imperialista tuvo como el gran facilitador y aliado al dictador de la mulera, al déspota por más de veinte años de la secuestrada Venezuela.

Nuestra patria fue objeto de agresiones durante el siglo XIX, también sufrió el bloqueo de las potencias imperiales en 1902, durante el gobierno de Cipriano Castro, que levantó la voz de la conciencia nacional mediante la proclama "La planta insolente del extranjero ha hollado el sagrado suelo de la patria". Agazapado, esperando el momento oportuno, su compadre Juan Vicente, cuál tigre en la oscuridad, esperó el instante oportuno para dar el golpe de Estado, apoyado por los acorazados del norte, instalados frente a las costas venezolanas y así se inicia la entrega de la patria a los intereses del capital extranjero durante todo el siglo XX. Gobiernos tras gobierno consolidaron esa política de servilismo y complicidades entre los distintos gobiernos que favorecen la dependencia, la subordinación, el subdesarrollo, el atraso, la miseria y el hambre del pueblo venezolano.

De sumo interés conocer las razones del derrocamiento de Cipriano Castro y de cómo fue convertida nuestra patria en una neocolonia a favor de los intereses gringos. Ese análisis nos revelará con rigor científico e histórico las razones actuales de nuestra realidad y de la agresión del imperio norteamericano, de sus objetivos militares, políticos y económicos.

Toda nuestra economía estaba en manos de los capitalistas del norte, controlaban el hierro, el petróleo, el transporte terrestre y marítimo, la actividad bancaria, agrícola y pecuaria, también la presencia del capital europeo, que cedió espacio a la potencia de la doctrina Monroe, la del destino manifiesto y del gran garrote, la cómplice del despojo territorial sufrido en el Esequibo.

El bloqueo de nuestras costas fue "un hecho insólito en la historia de las naciones, sin precedentes, sin posible justificación, hecho bárbaro, porque atenta contra los más rudimentarios principios de gente, hecho innoble, fruto del contubernio inmoral y cobarde de la fuerza y la alevosía" así calificado por el presidente nacionalista y defensor de nuestra soberanía Cipriano Castro.

Así como ayer, hoy el imperio norteamericano, la potencia que se cree dueña del mundo, agrede con un criminal bloqueo, con cerco de hambre y cierre de nuestro espacio aéreo produce el sentimiento de repulsión de los pueblos del mundo por la barbarie ejecutada por el imperialista país, que se cree "destinado por la providencia para plagar de hambre y miseria a los pueblos de la América la nuestra en nombre de la libertad"

Ayer, Cipriano Castro, ante la declaración del bloqueo ordenó allanar instalaciones de ferrocarriles, telégrafos, teléfonos, plantas eléctricas propiedad de las potencias interventores, fueron detenidos alemanes e ingleses. Los adversarios políticos de Cipriano Castro olvidaron diferencias partidistas y se incorporaron en las juntas patrióticas para defender la soberanía nacional. Gobierno, oposición y pueblo unidos en la defensa de la patria.

Hoy en pueblo venezolano debe unirse como un solo hombre, sin diferencias partidistas, sin otros colores que los de nuestra bandera nacional, apartando diferencias y riñas, distanciarse de confrontaciones políticas en la defensa de la hoy amenazada patria, enarbolar el ideario de libertad de Simón Bolívar, de José Martí, Francisco de Miranda y en un solo y gran grito, expresar al yanqui invasor, fuera de estas tierras caribeñas, fuera de las costas venezolanas, basta de bloqueo y cerco. Serán derrotados por el coraje y la dignidad de los venezolanos y de los pueblos de la América, la gran patria Bolivariana.

Polvorín. Explosión insumisa de ideas. Un combate por la vida.



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Eduardo Orta Hernández


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