En la historia de Venezuela, febrero nos trajo eventos que estamos obligados a recordar.
Igualmente, de la historia reciente de Venezuela, en febrero se presentaron dos fechas importantes en que los sin voz la levantaron y se hicieron escuchar, aunque, como aun sigue ocurriendo, no le prestaron atención.
Primero, en 1989, el único 27 de febrero de ese año, ocurrió el Caracazo), evento en que el pueblo se levantó contra las políticas del Fondo Monetario Internacional que pretendía imponer el inefable Carlos Andrés Pérez para, como hicieron con Argentina que hasta la Patagonia le arrebataron, entregarle el país a corporaciones internacionales.
Ese día, 27 de febrero de 1989, de forma espontánea, el pueblo pobre, el de los cerros, bajó a decirle a éste miserable de Carlos Andrés Pérez, que ya dejara de joderlo.
Lamentablemente, el pueblo, una vez más, como en tantas otras ocasiones del período de la democracia representativa, en lugar de ser oído, fue masacrado por los miserables que ahora amenazan con hacer lo mismos este 23 de febrero de 2019, apoyándose en otro inefable, un fulano, curtido de miseria humana, mentado Juan Guaidó (alias WhiteDog), cuya única carta de presentación ha sido el mostrarle las nalgas a Donald Trump, organizador de eventos de belleza y, nada más y nada menos que Presidente actual of the United States of America.
El tipo, Trump, le prometió al WhiteDog que le daría un papel (pero higiénico) para que se limpiara el manchoncito marrón que, si se detalla con cuidado, se le observa, abajito a la derecha, muy cerca de la ranura, cuando le mostró las nalgas. Con ese manchoncito no se puede presentar en el concurso Miss Nalgas International que ha decidido organizar Donald Trump para que quede en un cargo, porque el candidato que se llevará las alabanzas de vender el país es otro.
Como segundo evento, en febrero también se recuerda la insurgencia, en Venezuela y el mundo, de Hugo Chávez Frías, el 4 de Febrero de 1992, que con sinceridad, verbo genuino y muy bien articulado se apoderó del corazón de ese pueblo que fue masacrado en 1989 por la actual oposición dominante en Venezuela (aunque el resto también entra en el mismo saco por estar a la cola de los miserables que promueven la invasión del país el 23 de febrero de 2019).
Con embelesamiento consciente de su Juramento Eterno, ese pueblo ha hecho suyo un genuino Padre Nuestro, nacido de la grandeza de Chávez.
Ahora, el 23 de febrero de 2019, este macarra de la miserable oposición dominante venezolana pretende manchar febrero y llenar de sangre el territorio Venezolano, superando la calaña de estos miserables que hasta ahora lidera Julio Borges, otro supercurtido de miseria por cobarde asesino.
¿Dejará, por las miserias de bestias que reinan sobre un miserable cuyo único resplandor es mostrar las nalgas y su entorno, de ser el 23 un curioso número primo, con la la particularidad de estar formado por dígitos que también son primos, siendo uno de ellos el único número par que es primo, y cuya suma igualmente lo es para convertirse en un número sombreado de negro en la historia de Venezuela?.
Aunque estamos convencidos que nuestra fuerza espiritual y moral, a la cual ninguna fuerza militar podrá vencer, por lo que mantenemos la certeza de que el número 23 seguirá manteniendo su curiosidad como número primo, y la paz que reina en nuestro país se mantendrá, sin injerencia extranjera. No obstante, le pedimos a la providencia que ilumine a nuestros compatriotas de la oposición y los libere de la oscuridad en que se encuentran: si existe un Dios que salve nuestras almas, si alguna tenemos. Nitimur in vetitum semper, cupimusque negata. Levantemos la cara y con ella nuestra mirada al infinito inspirador eterno nos guiará a que juntos hagamos que Nazca lo que tenga que nacer y se destierre la maldad de la oposición en Venezuela.