La Guaratara

¿Qué pisó Tillerson en su gira contra Venezuela?

¡Vivan Angostura, nuestro Padre Bolívar y la inmensa Patria que nos legó: Colombeia!

Al abordar el avión que lo llevaría de regreso a Washington, luego de una, perniciosa, gira contra Venezuela, Rex Tillerson percibió en sus zapatos de fina piel italiana, manufacturados por inmigrantes africanos, una sustancia pegajosa, apestosa y mucosa, que no era petróleo, como él desearía, sino un segmento biológico de su visita a Latinoamérica, a un año de celebrarse el bicentenario del Congreso de Angostura, genial creación bolivariana que todavía trasnocha al imperio decadente.

¿Qué pisó el Secretario imperial en su gira, que le obligó a lanzar el zapato por la ventana? La respuesta está en el "Cartel de Lima", una organización de "líderes" sin pueblos, ni moral, autodenominados "Cachorros Imperiales" por PPK. Tillerson pasó revista a las bases y operadores imperiales en la región, con el triste resultado coprológico que empastó a su zapato: el "Grupo de Lima" no es más que un parapeto impopular, sostenido por una suerte de origami mediático. Juan Manuel Satos tiene encima la pava que le dejó Obama al Premio Nobel; enganchado en un proceso de paz promovido por el Comandante Chávez, Santos lo desvirtuó y traicionó para sucumbir ante el paramilitarismo, perdiendo toda credibilidad. Para mantenerse en la cresta mediática, luego del, sorpresivo, resultado electoral del plebiscito que ubicó a la FARC y al pueblo humilde en el 49.9% de los votos, el paramilitarismo y la oligarquía optaron por el terror y la eliminación sistemática de los líderes populares, además de acentuar la guerra contra Venezuela. Así las cosas, Juan Manuel Santos no tiene la talla para ser un referente latinoamericano que encabece un despliegue continental.

El resto del cartel va por el mismo barranco; PPK depende de corruptos y dictadores fijimoristas, como Santos del paramilitarismo. Chile, Argentina y Paraguay colman la prensa y sus discursos con datos financieros y ataques a Venezuela, mientras desaparecen los pueblos originarios y persiguen a los líderes sociales, mientras Brasil y Honduras viven su propio golpe silencioso. Si de disfraces se trata, el gobierno de Temer le ganó a todas las escuelas de samba con su comparsa de militares rodeando a un presidente dictador sin soles ni olivos. En el Caribe es igual: por más presión que ejerza el imperio, los pueblos caribeños guardan un respeto y afecto indoblegable por Venezuela y su Revolución. En ese terreno tan incierto el imperio no puede permitirse aventuras, porque descarnada y comparativamente, la Revolución Bolivariana tiene un liderazgo, una moral y un pueblo indeclinables y una democracia cívico militar monolítica.

La sustancia en el zapato le ahorró el trabajo a los analistas de Tillerson; el Cartel de Lima no tiene moral ni pueblo y los gobernantes de Colombia y Brasil no son ni democracias, ni ejemplo patriótico para nadie y, operativamente, el Paso de los Andes es una hazaña de Bolivarianos, más aún cuando el combustible de un tercio de Colombia y el requerido por la minería de Brasil proviene de Venezuela. Pero eso no es razón para quedarnos sentados. Al imperio no le importa llenar sus zapatos de sangre o excremento, con tal de expoliar los pueblos del mundo con su "apoyo humanitario".



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Joaquín Román Rondón Santiago

Profesor universitario

 unellezjoaquin@gmail.com      @LaGuaratara

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