La hipótesis

Hay un sinnúmero de indicios y señales para no pensar bien de un propósito que acaso se esconde tras la irrupción de una anómala pandemia. Anómala, porque nunca un virus natural, no diseñado por la mano humana, ha tenido un comportamiento tan aleatorio e irregular. Una pandemia en cuya virtud los gobiernos del mundo, asistidos por sus equipos médicos, a los que no pueden responder, o conceryados con ellos, se han visto obligados (como si el tal virus tuviese la naturaleza de una peste negra o bubónica) a conminar a la población a protegerse bajo penalización; es decir, cubrirse el individuo boca y nariz en público y mantenerse a distancia las personas entre sí. Pero a medida que pasa el tiempo y se declaran nuevas oleadas de actividad de dicho virus, como la actividad de un volcán, también se atisba en las medidas adoptadas un mecanismo sospechoso para mantener a la ciudadanía alejada de las instituciones en forma presencial; mecanismo que no hace suponer vuelva a revertirse nunca más. Y lo digo porque no aparece en ninguna parte en el anuncio de las medidas adoptadas cuando la persona necesita contactar con cualquier instituto público, la advertencia de que son provisionales en tanto persista la pandemia. Pero es que a esa medida todo hace suponer que seguirán más adelante otras aun cuando haya remitido la pandemia. Todas ellas conducentes a hacer progresivamente más disociativa a la población de todos los países, y a aislar cada vez más al individuo al que se irá dejando socialmente cada vez más desprotegido: lo que a su vez conducirá, inevitablemente, a una colectiva y sucesiva autoinmolación...

Lo cierto es que cuanto más tiempo pasa, el parecer, el diagnóstico o el dictamen de numerosos y acreditados "entendidos" en la órbita de la ciencia, no adscritos a gobierno alguno, acerca de los muchos aspectos que encierra la situación que vive el mundo entero, resultan cada vez más certeros, o al menos más cercanos a la lógica de la conspiración: el intento de maniobrar unas élites, situadas en la sombra o no, para retrasar en lo posible el fin. Intento que consiste en transformar convulsamente a la sociedad humana, sirviéndose de un método "cómodo", que es tan específico como incontestable para el 99,99 por ciento de la población mundial.

En efecto, el flagrante hundimiento del sistema económico que en general domina en el planeta, la superpoblación concentrada irreversiblemente en urbes, la progresiva escasez de agua potable y la gravísima acción del cambio climático son factores que les hace prever, con un alto grado de probabilidad, que en poco tiempo -poco tiempo medido por una vida humana- habrán de sepultar rápidamente a esta civilización...



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Jaime Richart

Antropólogo y jurista.

 richart.jaime@gmail.com      @jjaimerichart

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