El software libre y la desmigración en el Minci

Contrario a lo que muchos creen, "Software Libre" no es software gratuito que se descarga de Internet. Véamoslo así:

Si el Software Libre fuera comida, no sólo sería deliciosa y ligera, sino que vendría con su receta para que, sí lo deseas, tú mismo te hagas esa comida y hasta montes un restaurant. Eso sí: tu también tendrás que entregar la receta junto con la comida, una condición que permite preservar y difundir el conocimiento necesario para que todos sepan qué contiene esa comida y para que pueda ser creada por cualquier persona. 

Pero supongamos que la receta dice que uses leche, y la leche te cae mal. O que diga que uses harina de maíz, y vas a un país donde no se vende harina de maíz. O que diga que uses carne, pero tú eres vegetariano. Pues... ¡tú puedes cambiar los ingredientes de tu receta o la forma de preparación, adaptándola a tus necesidades! Pero estás obligado a que, cuando sirvas tus nuevas comidas, las entregues junto con tu receta modificada, para que la gente pueda saber qué ingredientes usaste y pueda a su vez hacer la comida por su cuenta. Además, la gente podrían sugerirte otros ingredientes u otra forma de preparación. Sería entonces una receta colectiva, construida y probada por muchas personas en diferentes situaciones, y que además podría tener muchas variantes distintas.

En lo particular, pienso que la esencia del socialismo está en la construcción colectiva y comunitaria, y la capacidad de compartir. Es en contraste con el capitalismo, que prefiere ocultar u esconder el conocimiento para usarlo como ventaja con el fin de hacernos dependientes de él.

Hay tantas cosas en la vida que son como el Software Libre: vienen con sus saberes ancestrales, sus conocimientos, su forma de operar. El conocimiento pasa de generación en generación, de padres a hijos, o se encuentra en los libros y bibliotecas de nuestra civilización. En cambio, hay muchas otras cosas que son como el Software Privativo: son operadas por una transnacional que no te explica cómo funcionan las cosas, que manejan el conocimiento como un secreto industrial fuertemente protegido por bóvedas y abogados. Sólo te quieren usar como un robotcito, esclavo u obrero barato que oprime un botón en una máquina mágica que sólo ellos venden, y que obtiene un producto o un resultado sin decirnos cómo se produjo.

Cuando a un trabajador de Ford le dicen que su trabajo en una línea de producción de automóviles es girar una tuerca para que la rueda quede apretada, eso es "software privativo": se fragmenta el conocimiento de cómo construir un automóvil entre cientos de obreros, para que ninguno de ellos tenga el conocimiento completo para construir uno. Eso es capitalismo.

Cuando los fabricantes de bombillos se cartelizan y deciden que sus bulbos deban durar exactamente 1.000 horas en vez de 10.000 con el único objetivo de hacernos comprar más y aumentar sus ganancias, eso es "software privativo". No sólo nos niegan el conocimiento de cómo fabricar bombillos, sino que se aprovechan de nuestra ignorancia para hacernos dependientes a ellos y hacernos gastar más. Eso es obsolescencia programada. Eso es capitalismo.

Cuando Monsanto le dice a un campesino que, para "ser eficiente", debe comprar semillas transgénicas junto a su herbicida Roundup, que mata cualquier planta excepto a las transgénicas de Monsanto; y le exigen al campesino tener que regresar todos los años a comprarles más semillas y más herbicida pues las plantas transgénicas de Monsanto dan frutos estériles, eso es "software privativo". Quieren hacernos creer que todo el conocimiento ancestral de cómo sembrar y cultivar, que la Humanidad acumuló durante 50 mil años, no sirve de nada, y que sólo las peligrosas manipulaciones genéticas de Monsanto salvarán a la Humanidad del hambre. Eso es capitalismo.

Y seguro podríamos dar cientos de ejemplos adicionales con las farmacéuticas, las impresoras de inyección de tinta, la industria musical, las editoriales, los teléfonos celulares y muchos otros casos.

El Software Libre no es más sino la lucha de los movimientos sociales en contra de la privatización del conocimiento, aplicada ahora en el campo de la informática, tal y como los campesinos, farmaceutas, obreros, estudiantes, músicos y otros movimientos sociales han hecho luchas similares en el pasado en sus respectivas áreas.

Es molesto que a estas alturas de la Revolución, sea tan difícil que los cargos medios y altos comprendan esto. Y cuando al fin logras que un director o un ministro lo comprenda, al poco tiempo lo cambian y llega uno peor, que cancela migraciones, destruye proyectos y ordena retroceder.Las desmigraciones ocurridas en el Minci, en un momento como este (cuando somos el objetivo número uno del Imperio tecnológicamente más poderoso que ha existido; cuando Edward Snowden nos explicó cómo se usan las tecnologías para espiarnos, o cuando Miguel Rodríguez Torres nos cuenta cómo Uribe usó celulares Blackberry para monitorear PDVSA) pareciera mostrar que no nos tomamos en serio las cosas que nosotros mismos denunciamos día a día. Que no nos tomamos en serio los principios en los que creemos. ¿Tenemos que permitir que se pierda el proceso para corregir estos errores? Los cargos medios y altos dentro de la Administración Pública no pueden ser escogidos simplemente seleccionando al yerno, al primo, al sobrino o al amiguito del ministro de turno sólo porque, al ser familiar mío, "ese es leal y no me va a traicionar". Tiene que haber una escuela de cuadros que les dé una formación debida, que los obligue a entender los diferentes avances que tuvimos en quince años de proceso, la importancia del pueblo organizado, el poder comunal, las empresas de producción social, el software libre, la lucha por la igualdad de género, la protección del medio ambiente, la transparencia y la lucha contra la corrupción, y hasta algo tan sencillo como el trato a un perro abandonado. Que, si ese cuadro es sustituido mañana por otra persona, eso no signifique un retroceso en los avances de ese ministerio. Y yo mismo me quisiera meter en esa escuela de cuadros, porque todos tenemos mucho que aprender los unos de los otros. "Ser como Chávez" significa mucho más que ponerse una camisa roja y taradear las consignas y frases que funcionarios públicos repiten en VTV desde las 5 de la mañana hasta la medianoche. Tenemos mucho que aprender.

 



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Luigino Bracci

Estrecho colaborador y antiguo miembro del equipo editor de Aporrea. Bracci es un celoso defensor del Software Libre y de la libertad de expresión.

 lbracci@gmail.com      @lubrio

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