Claroscuro

De un lado, el Partido Socialista Unido celebró este domingo 01 de junio unas históricas elecciones primarias, para seleccionar a sus candidatos en los comicios regionales del 23 de noviembre próximo. Ello ocurre luego de otras tres elecciones internas para seleccionar, primero a los voceros, luego a los delegados y posteriormente a la directiva y a los vicepresidentes regionales del PSUV. La postulación de los precandidatos se llevó a cabo de la manera más transparente posible. No hubo limitaciones de ningún tipo, todo aquel que se consideró en condiciones de postular su nombre para optar por una alcaldía o gobernación lo hizo sin ninguna traba. Los precandidatos también pudieron debatir sus respectivas propuestas de gobierno sin presiones ni coacciones de ninguna naturaleza. La organización de estos históricos comicios internos estuvo a cargo del Consejo Nacional Electoral (CNE), organismo encargado de realizar los escrutinios de un proceso completamente automatizado y debidamente custodiado por los efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana. Esta votación contó además con la presencia de observadores internacionales y ha despertado la atención internacional, tanto en los países de América Latina, como de Europa. El pueblo venezolano completo presenció expectante el desarrollo de una verdadera fiesta democrática, en un país sistemáticamente injuriado, vilipendiado y calumniado por una jauría mediática nacional e internacional. Por tanto, resulta curioso que se siga calificando al gobierno del Presidente Chávez como un régimen tiránico y dictatorial, es curioso sobre todo, cuando en casi 10 años de gestión se ha celebrado una docena de procesos comiciales (incluyendo las primarias del PSUV) y nos alistamos para un nuevo proceso comicial el 23 de noviembre, donde elegiremos en forma libre a los gobernadores y alcaldes de todo el país. Tampoco puede dejar de contrastar el histórico proceso interno que vive el PSUV con la diarrea de candidatos que existe en la acera opositora y el método tan poco democrático que se ha seleccionado en la supuesta alianza opositora, para elegir a sus abanderados. Fieles a sus raíces cuartorepublicanas han dicho que emplearán el consabido método del consenso y las encuestas. Sin embargo el país completo ha visto como a la postre se ha terminado imponiendo el dedo supremo del filósofo del Zulia, quien se ha autonombrado como abanderado para la alcaldía de Maracaibo y ha impuesto en el municipio Chacao a la campeona olímpica en salto de garrocha, Liliana Hernández. Pero esto no es lo único patético, los opositores han llenado el país de propaganda electoral y desde ya marchan en caravanas variopintas, con música muy alta y consignas huecas. Es el viejo estilo de hacer política, esa política mañosa, tramposa y sucia que se resiste a morir. La política del dedazo, las encuestas compradas y del compañerito. La política del caradurismo, donde un gobernador se lanza como alcalde para no perder su cuota de poder, donde personajes aviesos, de muy baja estatura moral vuelven a verle la cara de pendejo al pueblo, para saciar sus ambiciones personales. Les dice algo el nombre de Enrique Mendoza. Lo que ocurre en el PSUV y lo que pasa en la oposición, bien puede conceptualizarse como el propio claroscuro político.

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Daniel Córdova Zerpa


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