Una propuesta urgente a las expresiones del Poder Popular


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Dedico este germen de análisis a José Tomás Boves, primer jefe de la democracia venezolana, hoy día de su cumpleaños 224. El grito de guerra de las huestes del asturiano, al llegar a cada población, era: "¡Muéranse! ¡Llegó el hombre!". En el caso actual, creo que el hombre que debe decidirse a llegar es el hombre colectivo.
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Cuatro millones 400 mil aglutinados en torno al liderazgo de un hombre han sido derrotados por cuatro millones 500 mil venezolanos estimulados por el odio y el desprecio a ese mismo hombre.
Ha ganado la democracia. Evidentemente.

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Así me interpelaba Daniel Lara comentando un artículo anterior:

"Esa constitución, esa reforma Deforma al movimiento popular. Lo burocratiza, lo convierte en apéndice del gobierno, lo coarta, lo infiltra, lo soborna (...) Lo mejor que le podría pasar a Chávez, al chavismo y al movimiento popular es que esa reforma no pase. Que el chavismo se exorcise a si mismo y se separen las cosas claramente: el gobierno es el gobierno, el movimiento popular es el movimiento popular, autónomo y dueño de si mismo. Sin burocracias, sin diosdados y sin leyes del tipo "simplificación de trámites administrativos" que tu mejor que yo conoces".

Aunque estoy de acuerdo en lo esencial del planteamiento, esto le respondí al expositor:

"El Poder Popular no es deformable. Sólo se burocratiza quien quiere, quien se deja deformar. Si aprueban la cosa esa y un miembro del Poder Popular acepta ponerse a la orden del Ejecutivo, dejará de ser dirigente popular para convertirse en un funcionario. Habrá quienes caigan, pero el Poder Popular siempre ha de existir. Al margen del Estado".

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Creo que la derrota de ayer pone a las fuerzas populares del chavismo en un momento crucial, en el cual:

1) Debe entender que la política no puede registrar como punto de honor la obligación o necesidad de ganar elecciones. Las victorias electorales son producto de un trabajo grandioso, a veces sucio, a veces honesto, pero duro y sostenido; las victorias electorales nunca pueden ser un fin en sí mismo.
2) Debe sacudirse la modorra que mantiene a muchos dirigentes populares confundidos en una encrucijada tan falsa como lamentable: ¿somos líderes del pueblo o subalternos de Chávez? El síndrome del "líder único", suavizado o empeorado al llamarlo "líder máximo", obvia el hecho de que las Revoluciones son producto de un liderazgo colectivo. Chávez es referencia y timonel de esta parte de nuestro Proceso Histórico Social, pero Chávez no es el papá de ese Proceso: es un producto formidable del mismo, lo mismo que nosotros como fuerza multitudinaria.
3) Debe sincerar las cuentas: los adversarios son muchos. No por ello dejan de ser una parranda de güevones, pero son muchos güevones y están aprendiendo a juntarse. Así que es preciso dejar de comportarse como si ese factor, ese obstáculo, ese asunto que se mueve allá al fondo, y a veces aquí frente a nuestras narices, no es algo que se pueda suprimir volteando para otro lado. Hasta los rastreadores de vida extraterrestre han asumido con valor el eslogan: "No estamos solos". No hace falta mucha destreza para admitir eso mismo desde esta acera de Venezuela.

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Lo escribí dos días después de presentada al país la propuesta de Reforma por parte del presidente Hugo Chávez. Así esto rompa el sagrado himen del recato, la etiqueta y la modestia (o precisamente por ello) quiero proceder a autocitarme:
 
  • “…decretar que el Poder Popular es uno de los poderes del Estado es un disparate, un absurdo monumental, ya que tiende a convertir en simple burócrata asalariado o en empleado público al luchador social, al ser humano que da la vida por mejorar a los suyos y no por un sueldo o cargo público. El Poder Popular no puede ser un apéndice del Estado: debe existir para confrontar al poder inmenso del Estado, ser su imagen especular, su contrapeso…”.
 

Para quien conoce o al menos tiene referencias de lo que ha significado construir el Poder Popular en las entrañas de un Estado Burgués, tiene que resultar engorroso meter en una sola frase optimista las nociones de Pueblo Organizado y Ordenamiento Jurídico. Porque las expresiones más heroicas, genuinas, duraderas y ejemplares del Poder Popular se han construido 1) al margen de las leyes, y 2) en contra de las leyes. 

Lo duradero suele nacer de lo ilegal. ¿Qué fue el estallido febrerista que comenzó todo esto, sino un atentado masivo contra uno de los totems de la cultura occidental (la propiedad privada)? ¿Alguien se imagina a Bolívar solicitándole a la Corona un decreto que legalizara el proceso de liquidación de la dominación imperial? ¿Qué artículo 350 de mis tormentos invocó Bolívar para soltar el conmovedor Decreto de Guerra a Muerte? Allá los que creen que las vanguardias legítimas y los pueblos necesitan papeles para hacer o deshacer.

Los liderazgos surgidos de lo profundo del pueblo no se cocinan en los pulcros recipientes de la legislación o las instituciones. El crisol donde cobró forma esta ensalada de movimientos organizados que hoy apoya el proyecto bolivariano fue una bacinilla infecta donde no faltaron como ingredientes la cárcel, la persecución, la represión a punta de plomo, los allanamientos, la vejación y el escarnio a través de los medios: te encarcelaban o te mataban, y después te llamaban criminal. Si algo hay que admirarles a los líderes comunales, campesinos, obreros y nómadas de este país, es que su estatura y su autoridad moral la consiguieron con dolor, no en laboratorios mediáticos. La derecha jamás admitirá esta singular diferencia entre su “liderazgo” y el que creció a la sombra de la historia patria. Algo adentro les dice que ser líder es algo más que aparecer en televisión, pero aparecer en televisión es más sabroso.

 
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La burocracia anquilosa, momifica, pervierte. La energía que mueve a la humanidad hacia la democracia plena se encuentra en esto que somos (me refiero a las muchas expresiones del pueblo organizado). Estoy orgulloso de los compas militantes de estos grupos. En ellos he percibido más virtudes y ventajas que patas cojas: aquí hay talento, inteligencias alternas, calidad humana, solidaridad, pasión, amor a la tierra y a los seres humanos; conocimiento y dominio territorial, un impresionante acumulado histórico y cultural como pueblo, poder de fuego, madurez y responsabilidad para ponerlo alerta y para utilizarlo. Somos un país disperso, bullente y escandaloso dentro de otro país llamado Venezuela.

Va una propuesta para ustedes, colectivos organizados: vamos a mantener la comunicación y las redes que cobraron forma en estos últimos dos meses, y preparar en colectivo la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. No desde el liderazgo de otro aspirante a coloso o a ministro, sino desde la necesidad multitudinaria de organizar a la patria en una estructura más humana y fresca que la actual.


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José Roberto Duque


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