La pregunta por nuestra existencia, asumida como problematización de estar-en-el-mundo, es la pregunta por el sentido de la vida que le atribuimos desde la autoconciencia. Pregunta requerida de respuestas urgentes por cuanto la vigencia existencial de la vida ha sido puesta en entredicho por la magnitud de los ecocidios y de los genocidios cometidos contra ella.
Es una pregunta consustancial a nuestra vivencia cuya respuesta puede producir un acontecimiento trascendente o radical en la vida de cada quien y de todos(as) al transformarla, porque el acontecimiento conlleva a un auto-co-cuestionamiento total al producir una ruptura y un giro en la secuencia formadora, coadyuvando al desarrollo de la trascendencia fratriarcal del ser (arquetipo de hermandad superador del patriarcalismo y el matriarcalismo), siendo esta la voluntad de co-realizarse en este mundo (el sentido existencial de un acontecimiento exterior y de una contingencia no es transmisible o enseñable por una pedagogía instrumental o programada debido a su imprevisibilidad que desafía, y que solamente es capturable desde la necesidad de desplegar el sentido pedagógico afectual-empatizador resonante por los docentes a través de su creatividad pedagógica liberadora y la exposición de su sensibilidad, por eso hay que procurar la vivencia narrativa vicaria, entre otras opciones, de los eventos y de las contingencias reales de la existencia que la ponen en riesgo para comprender su valor o sentido). No hay manera de evitar la pregunta. Siempre nos interpela a todos intersubjetivamente ya que existir es co-existir, compartiendo una destinación individual colectivamente. Nadie existe solo o sola.
Su respuesta nos constituye. No obstante, hay quienes simulan evadirla, siendo inconscientes de ello, para continuar alienados a la condición de superficialidad y banalidad que transitan mundanamente o irresponsablemente consigo mismos, con los demás y su entorno socio-cultural-ecológico.
Sin embargo, la presión por elegir opciones de vida cotidiana conlleva algún grado de reflexión existencial de baja intensidad, sobre las relaciones con las cosas y los demás que implican alguna postura ética sobre el sentido del trato con la existencia del entorno. Entorno que debiera ser acogido o reconstituido ética y estéticamente al refigurarlo formativamente en lo que hemos denominado ámbitos de resonancia afectual, un nuevo campo de relaciones socioculturales resonadoras de reconocimiento y liberadoras al sentipensar juntos los emplazamientos y desafíos del medio socio-eco-ambiental para dar testimonio.
Reivindicando en ese proceso sentidizador, la vivencia de la experiencia sentida para otorgar sentido, aspecto este que, por otro lado, conecta con la razón de ser alternativa en la educación que proponemos a través de los conceptos de racionalidad sensible, afectualidad, resonancia empática, educación emancipadora, campos de sensibilidad simbólico-educativos, Paradigma Ecoprotector Comunitario Inmunitario (PECI), multiverso ante metaverso, perspectivismo caleidoscópico, entre otros.
También es una pregunta que nos sobrepasa para dar respuestas pertinentes porque exige muchas mediaciones del pensamiento que implican multiplicidad de consideraciones y perspectivas por su complejidad. Responder por el sentido existencial de la vida entraña compenetrarse con una estructura vitalista distinta a la experiencia habitual o común para entenderse con el desenvolvimiento diario. El sentido vital es el eje gravitacional de la existencia. Cuando el sentido es afectado por un acontecimiento estremecedor, la persona deja de ser quien era para ser otra.
El aspecto ético o axiológico del sentido existencial se manifiesta en los valores vitales que lo integran, expresándose estos simbólicamente en arquetipos. Siendo los símbolos arquetípicos condensaciones analógicas de la realidad sentidizadoras de valoraciones significantes de la existencia por medio de excedentes de significación transmitidos y construidos por las complejas y contradictorias dinámicas sociales intersubjetivas, entre las que sobresalen las ideológicas y las de los poderes dominantes o hegemónicos, así como las emancipadoras, expresándose en diversos espacios o ambientes; por ejemplo, las buenas metáforas poéticas son símbolos alusivos, de igual modo, los conceptos son signos definidores y no símbolos.
Por ello la educación liberadora de la existencia afectual empatizadora, -sentir, pensar y actuar juntos-, debe co-implicar simbolización con conceptualización, saber con sentir, sensibilización con concientización, metaforización con objetivación de lo real, esto es, la manifestación de una prosa poética pedagógica del sentido existencial de estar-en-el-mundo. De este modo el sentipensar surgirá constructivamente orientándose hacia la sentidización existencial de la ambitalización afectual resonadora.