Reflexiones sobre Eventos Desbastadores relacionados con el Deterioro de los Recursos Naturales Atención a las Autoridades Relacionadas con el Tema, para que Diseñen Políticas de impacto, para Resarcir Daños y Mitigar Efectos a Propósito del Congreso de la Tierra
Mucho se ha advertido que, entre las causas de los efectos catastróficos, que ocurren en la naturaleza, figura el deterioro de los recursos naturales por influencia antrópica, debido al uso u ocupación de las áreas vulnerables; sin conocimiento de los riesgos y prácticas para mitigarlo. Situación de ocurrencia en varias áreas del país entre finales de los 80 (caso del Limón en Maracay) luego la Guaira 10 años después, seguido por Tejerías, Palmarito El castaño, Cumanacoa en Sucre y más recientemente en Apartadero Mérida, entre los de mayor magnitud en daños a infraestructura y pérdidas humanas; a los que debemos agregar las inundaciones de los llanos Centroocidentales y de las riveras del Orinoco, muy recientemente.
Sobre dichos eventos nos tocó observar de cerca los ocurridos en El Limón, La Guaira, Palmarito El Castaño; este último lo analizamos con propiedad; por ser un área predeterminada como de alto riesgo; en artículo de amplia circulación en Wasatch titulado: "El Desastre de Palmarito El Castaño Evento de Factible Ocurrencia, pero de Difícil Predicción y Control"; sobre la base de opiniones de expertos internacionales y nacionales, en referencia a lo ocurrido en la Guaira; que permitió en el 2.003, alertar sobre los riesgos de factible ocurrencia y algunas previsiones para evitar daños mayores. Si alguno de los que lean estas notas, tiene interés se lo podemos hacer llegar. Debemos así mismo hacer referencia a las inundaciones en los Llanos Occidentales, que contribuimos en su estudio después de la histórica inundación de 1976, con seguimientos posteriores y alertas sobre su agravamiento, por construcción de infraestructura y ocupación de áreas vulnerables en desconocimiento de la activa dinámica de las aguas en periodos lluviosos. Sobre la situación actual redactamos un documento, titulado: Las Inundaciones de los Llanos Occidentales de Venezuela; publicado por esta página el 11-08-2025, el cual se hizo llegar al Ministerio de Eco Socialismo y Hábitat al Alcalde de Achaguas y posiblemente se lo han hecho conocer al Gobernador del Estado Apure.
En el informe previo que dio lugar a la Sintesis publicada, hacía referencia: A la Tendencia Evolutiva de las Aguas Superficiales y los aspectos Geográficos de las llanuras del rio Apure y sus afluentes hasta la confluencia con el rio Orinoco y de este hasta su desembocadura en Dela Amacuro. Vale reiterar sobre algunos párrafos de dicho documento, indicativo de la tendencia general de la dinámica fluvial, en su análisis sobre cuán factible son las posibilidades de mitigar los excesos de aguas superficiales y en qué proporción es necesario adaptarse a su regularidad y existencia en magnitudes variables; sobre la base del conocimiento de que la generación de los excesos de agua, causantes de inundaciones en las planicies llaneras; provienen de alrededor de 35 ríos con importantes caudales hidrológicos, 33 de los cuales nacen en la Cordillera Andina y 3 en la Cordillera Central, que concentran las aguas drenadas de una superficie cercana a los 120.000 km cuadrados, integrada por áreas montañosas, piedemontes y planicies hasta la desembocadura del rio Apure en el Orinoco.
Excedentes acuíferos, de difícil drenabilidad por limitaciones naturales en la capacidad de descarga del Orinoco hacia el mar, debido a su bajo perfil longitudinal; que no supera los 30 m de altura, entre la desembocadura del rio Apure y la llegada del Orinoco a Delta Amacuro, en un trayecto o distancia que supera los 400 km; condición que genera represamientos y desbordamiento en cadena del Apure y sus afluentes e igualmente a los del Orinoco en su tramo medio y bajo. Situación que hasta la mitad del siglo pasado tenía una mayor amplitud de esparcimiento de las aguas, baja ocupación y uso de los espacios vulnerables, con daños menores a los ocurridos en periodos posteriores; después de la construcción de carreteras por áreas inundables, combinadas con muros o terraplenes de protección a poblaciones, sin considerar alternativas de desagües en épocas críticas; caso de la conexión Camaguan San Frenado de Apure y el terraplén protector Biruaca Apurito y la carretera hacia Achaguas.
Sobre la base de estas consideraciones, durante las inundaciones de 1.976, se recomienda que el diseño de proyectos de saneamiento de tierras, deben ser planificados sobre la base del conocimiento de las tendencias de la dinámica fluvial; para evitar que las obras realizadas, interfieran los mecanismos naturales del movimiento de las aguas; recomendando que la construcción de carreteras, diques marginales u otras infraestructuras, deben obedecer a un plan integral, que considere el conjunto de componentes que afecten la circulación natural de las aguas. Sobre tales comedimientos se recomienda concertar acciones de planificación entre instituciones relacionadas con el Desarrollo Agrícola, con la Conservación de los Recursos Naturales, con la Adecuación del Territorio, con las Gobernaciones y las Alcaldías. En ese orden de ideas para visualizar acciones de amortiguación de las inundaciones en las planicies, es igualmente prioritario acometer acciones de estabilización de la vegetación en las áreas montañosas y de piedemonte, que juegan un papel importante en la regularización de los regímenes de los ríos, al favorecer la infiltración de las aguas de lluvia, evitar la erosión y frenar las crecidas catastróficas.
Sobre la base de dichos planteamientos, ha de resaltarse, que los efectos de las inundaciones actuales, aparentan ser superiores; en volúmenes de agua, en daños a infraestructura y en víctimas humanas que los de las inundaciones de 1.976; no solo por la magnitud de las lluvias, sino por el deterioro de los recursos naturales interrelacionados y la ocupación irreflexiva de los espacios vulnerables. En ese sentido vale mencionar algunas consideraciones del trabajo realizado por la Sociedad Venezolana de Ingenieros Forestales sobre la "Necesidad de Frenar la Desforestación y Conservar los Bosques en Venezuela; citando entre sus principales causas: la ampliación de la frontera agrícola, el urbanismo y obras de infraestructura, sin las mínimas consideraciones sobre la protección y conservación de la cobertura vegetal. Situación que conlleva, a la afectación de las cuencas hidrográficas en sus pisos altos (montañas y piedemontes) y a las reservas forestales y bosques de galerías en las planicies de pisos bajo; con evidentes consecuencias en los Estados Portuguesa, Cojedes, Barinas, Apure y Bolívar, donde ya para el año 2010, habían desaparecido gran parte de la cobertura boscosa, incluida las reservas forestales de dichos Estados Llaneros y de localidades del norte de la región Guayana en los estados Bolívar y Amazonas.
Hay muchas razones y relaciones, para considerar el paisaje vegetal como fundamento básico para enfrentar el deterioro de los demás recursos naturales: en primer lugar, es proveedor del oxígeno que garantiza la vida en la tierra, genera productos para el sustento de las cadenas alimenticias que conviven con la biodiversidad de especies en el hábitat vegetal; particularmente la fauna, unido a la estabilidad de los recursos hídricos y de los suelos que contribuyen con el filtrado y limpieza de las agua. No es insustancial asegurar que su ausencia o deterioro, tiene un alto costo en la degradación del uso y aprovechamiento de tan importante recurso para la vida; al favorecer la erosión y el arrastre de sedimentos que colmatan cauces de ríos y quebradas, provocan inundaciones torrenciales en valles y planicies e igualmente afecta obras de infraestructura para el uso y manejo del agua, para consumo humano, riego y producción de energía, que aunado a la fragmentación del hábitat de la fauna y de los microorganismos útiles para la estabilidad y mantenimiento de la biodiversidad, ha de agregarse la función de sumidero de bióxido de carbono, atenuante de los procesos que favorecen el cambio climático.
No obstante, a mi juicio es el recurso natural, menos respetado, talar o hacer desaparecer arboles con diversos fines (agrícolas, urbanismo, uso maderable o energético y minería) es aparentemente justificable a pesar de reglamentos y leyes con penalidades insustanciales, muy diferente a cuando se violan leyes de protección animal (doméstico o salvaje) lo cual es apropiado, pero hay que tener igual o mayor conciencia con la vegetación.
Para avanzar en el que hacer, además de generar conciencia, hay opciones para ir resarciendo la situación actual, tales como las recomendaciones del trabajo antes citado sobre "la Necesidades de Frenar la Destrucción de los Bosques" que en consideración de la altercación de los regímenes hídricos, ha de visualizarse acciones de conservación y manejo desde las cuencas altas en su nacimiento, hasta su desembocadura en otros cuerpos de agua; sugiriendo preservar las consideraciones sobre Áreas de Régimen Especial, bajo los preceptos de leyes y reglamentos para el uso y manejo de los recursos naturales.
Sobre el particular acogemos la recomendación de Descentralizar la Gestión Ambiental, dada que los efectos de su deterioro, inciden con mayor intensidad en el costo social y económico de los habitantes de cada región, a enmendar dándole mayor responsabilidad a las autoridades locales de promover el adecuado uso de los recursos naturales; indistintamente del apoyo nacional e internacional en algunos casos. Consideramos igualmente importante el planteamiento que tanto los Estados como los Municipios deben planificar, con el apoyo nacional (agregado nuestro); la cartografía y la evaluación de sus recursos naturales, en garantía de su manejo conservación, especialmente los bosques, por su determinante función en la producción de agua y resguardo del habita de la fauna y la biodiversidad, unido a su efecto en la mitigación de riesgos por desastres naturales.
Detalles sobre prácticas y políticas para enfrentar dichas situaciones, pueden ser consultados. En el Boletín de la Academia Nacional de Ingeniería y Hábitat Nº 56 Julio-septiembre del 2.022, donde se publica el trabajo consultado antes citado.