Guaidó: ¿la nada? (un diálogo fabulado)

Érase una vez, un país ubicado en el norte del sur de América Latina, con recursos inmensos muy apetecidos por las potencias del momento. Con flora y fauna de lo más diverso, con un clima envidiable y con un pueblo lleno de mucho optimismo y que no se rinde jamás ante la adversidad, por muy dura que ella sea.

Allí, existe una población que hace de su ontología la máxima de Miranda "bochinche, bochinche", jodedora hasta más no poder, con gente de los más nobles sentimientos, que celebra con chistes la despedida física de una familiar o de un amigo (a), que es capaz de hacer ordenadamente una cola para jugar al azar pensando que la figura de un animal (perro, gato, burro, vaca, elefante, jirafa, etc.) lo puede "sacar de abajo", o también respetar la cola a la hora de adquirir bebidas espirituosas.

En ese país, se "bate el cobre", se baila guaguancó, la salsa, el merengue, la música llanera, el tamunangue, el bolero, el pegadito, el hip hop, el pop.

Allí, donde una de las palabras más usada es chévere y la despedida se hace en tres idiomas: Okey, chao y hasta luego y el movimiento de la ceja y de la boca envía mensajes a los interlocutores.

Siempre ha sido tierra de Libertadores, de luchadores contra la opresión y por la libertad e independencia de los pueblos.

Es un bello país, donde se puede encontrar una suerte de comportamientos apolíneos combinados con dionisíacos, de muchos contrastes, naturales y sociales. Donde se encuentran playas, bosques, ríos, llanura, sabana, existe la nieve, tiene médanos, zonas de mucho calor, otras de frío.

Es un país con presencia del sincretismo cultural y en cada familia es posible conseguir un médico, aunque no tenga título universitario, también un curandero e incluso hasta un brujo puede aparecer de vez en cuando. La mezcla de colores de piel genera catires, mulatas, negros y "pan de leche".

Es Tierra de Gracia, allí nació Simón Bolívar y Hugo Chávez y ahora tenemos al beato José Gregorio Hernández.

Y aunque se diga lo contrario, un pueblo muy trabajador.

Pero en ese país, ocurren a veces cosas insólitas, inenarrables y poco entendibles en otras latitudes del mundo.

Desde afuera mucha gente se pregunta: ¿Qué es lo que pasa en Venezuela que la inmensa mayoría de gobiernos (más de 120), entiende que Nicolás Maduro Moros es el presidente legal y constitucional de Venezuela, pero otros, unos 50, reconocen a una persona que se autoproclamó presidente en una plaza pública, sin elección y sustento constitucional alguno, de nombre Juan Guaidó?

¿Cómo es que por las redes sociales se habla de un TSJ, legal y constitucional y otro en el exilio, de un Fiscal legal y constitucional, y de otro, una mujer, que anda por el mundo diciendo que ella sigue siendo Fiscal General de la República?

Y ahora, para colmo, se tienen dos directivas de la Asamblea Nacional.

Allí, en ese país, con esas características, una mañana muy resplandeciente, como a eso de las 10, de un día cualquiera del año 2020, en el centro de Caracas, en pleno desarrollo de la pandemia del Covid-19, se desarrolló un diálogo fabulado pero con muchos componentes de realidad.

Ese diálogo tuvo lugar entre, por un lado, un transeúnte cualquiera, muy versado, autodidacta para más señas, que quiso despejar una duda que no lo dejaba dormir, lo atormentaba y por otro, quien se hace llamar presidente de la República de Venezuela.

Saludos señor.

Me puede usted responder algunas preguntas.

Si, como no, respondió el autoproclamado.

¿Cómo se llama usted?

Yo me llamo Juan Guaidó, el mismo que viste y calza

¿Es cierto que usted se hace llamar presidente de Venezuela?

No me hago llamar, yo soy el presidente de la República de Venezuela de acuerdo a la Constitución Nacional.

¿Usted sabe quién le puso ese nombre de República de Venezuela?

No lo sé, ni me interesa.

¿Usted sabe que Venezuela se llama República Bolivariana de Venezuela?

Sí, lo sé.

Y si lo sabe: ¿por qué la denomina República de Venezuela?

Porque el formato lo indica

¿Usted entonces se considera el presidente de un formato?

Yo soy mi formato y mi formato soy yo.

¿Y quién lo eligió a usted?

Me autojuramenté en una plaza pública, por orden del que manda. Con eso basta y sobra

¿Usted es autónomo en sus decisiones?

Eso no existe, eso es quimera pura, yo vivo en pleno siglo XXI y soy realista

¿Qué significa ser realista?

Estar del lado de quien manda

¿Y quién manda?

¿Tú aún no lo sabes?: Donald Trump

¿O sea, usted se considera un peón, un sigüí, un dependiente de Donald Trump?

Ya le dije, mi estimado interlocutor, soy realista, no idealista como los comunistas.

Dígame algo: ¿Usted es el comandante de las Fuerzas Armadas Nacionales Bolivarianas?

Eso no hace falta

¿Usted es el jefe de la Administración Pública?

Tampoco es necesario

¿Tiene ministros?

Yo gobierno por las redes sociales

¿Tiene embajadores?

Si, en los países aliados de mi gobierno y que cumplen la noble misión de resguardar muy bien el dinero de la nación venezolana, que termina al final en buenas manos.

¿Y cómo es que usted, que se hace llamar presidente, sus amigos incondicionales-nacionales e internacionales-, lo llaman presidente encargado o interino, no puede hacer lo que hace cualquier presidente?

Ya le respondí: soy realista

Ante la pandemia del Covid-19: ¿Qué decisiones ha tomado?

Escribir por twitter.

¿Qué escribe?

Que Nicolás Maduro no tiene control de la situación y miente con los cifras.

¿Usted ha anunciado un bono de 100 dólares para médicos y personal que trabaja en salud por tres meses?

Así es

¿Y con qué dinero pagará eso?

Sepa que tengo en mi poder muchos dólares.

¿Y usted cumplirá con esa promesa?

No sé, lo que sí sé es que mi amigo, Luis Almagro, me aseguró que quienes nos mandan, los gringos, saben de eso y harán que esa plata llegue a los bolsillos de los trabajadores de la salud.

¿No será usted más bien el ventrílocuo del gobierno de los Estados Unidos?

El personaje no se inmutó y le respondió: ¿Y qué significa eso?

El interlocutor, sin sentirse aludido, le dijo que recientemente, según John Bolton, su amo lo había llamado niñato.

Ante eso, Juan Guaidó refunfuñó y dijo: ya basta, tú eres un enviado del dictador Maduro.

El transeúnte-entrevistador no aguantó, explotó y respondió: ubíquese señor, bájese de esa nueve, usted es la nada.

Guaidó, después de preguntarle: ¿Tú crees que realmente yo sea la nada?, le hizo el siguiente comentario, revelador de su rol. Mira, te voy a confesar algo. A mí me llaman la nada, pero se equivocan, yo cumplo un papel de suma importancia. Soy nada más y nada menos, el que justifica legalmente lo que ha ocurrido con Citgo en EEUU, Monómeros en Colombia, las divisas del Banco Central de Venezuela depositadas en el City Bank, de los lingotes de oro depositados en el Banco de Inglaterra y para usted de contar.

Pero algo más debo agregarte. Al ser el que ha encabezado la legitimación del despojo, te informo que aún hay algunas piezas por concretar, entre ellos, el Esequibo, y ante de concluir el diálogo, espetó una "perla" a su interlocutor: ¿Y tú sigues creyendo inocentemente de que yo soy la nada?

El transeúnte-entrevistador, casi sin poder contestar y dubitativo, musitó impávido: ya sé; quien le da "legalidad" a esos robos descarados tiene nombre y apellido y la impunidad debería tener límites, porque se trata de los intereses de la República y unos malhechores no pueden seguir haciendo de las suyas como si se viviera bajo la ‘ley de la selva’.

Moraleja

Este bello, noble y solidario pueblo, descrito al principio, no se merece tamaño saqueo puesto en desarrollo por los viejos y nuevos imperios.

Pero estemos claro: ese saqueo no sería posible si no tuvieran el soporte que le da "legalidad".

Luego, si el soporte tiene rostro, domicilio e identificación, entonces algo debe hacerse antes de que sea demasiado tarde.



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Franklin González

Doctor en Ciencias Sociales, UCV. Sociólogo, Profesor Titular, Ex Director de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV. Profesor de Postgrado en la UCV, la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela y en el Instituto de Altos Estudios ?Pedro Gual? del Ministerio del Poder Popular para las Relaciones Exteriores. Fue embajador en Polonia, Uruguay y Grecia.

 framongonzalez@gmail.com

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