¿Explotará Guaidó de rabia y las calles seguirán solas?

¿Y, ahora qué ... quién puede salvarnos y meternos en el camino de la transición con mucha democracia y elecciones libres lo más pronto posible que se puedan, que esto no lo aguanta nadie? Que desde el 23 de enero de este mismo año en lo adelante, lo que fue una furia loca como lluviosa de ganas de obtener el poder, con toda la buena voluntad de un diputado que de presidente se veía grandísimo como autoproclamado y aceptado por la oposición y por muchos países de la comunidad internacional con el gobierno de los Estados Unidos a su alcance y, dale que te apoyamos, ya de eso queda poco que poco a poco se ha desvanecido en el tiempo y, el aclamado Guaidó, sólo sirve al país para darle más acidez política sin solución de por lo menos de una pastilla efervescente que los ponga en el poder y expectorando como está sin mostrar consistencia de líder que no tiene al perder la moral y las luces, se tiró a su embajador en Colombia cuando, lo destituyó sin derecho a conocer el por qué, que tiene a Calderón Berti, además de deprimido, comprimido de razones de sostener su cargo al que servía como eje imaginario que al país no le sirvió de nada, por lo que Guaidó se lavó sus manos como Pilatos en ese vacío de poder internacional que va quedando.

Las banderas de los partidos que apoyaron a Guaidó a hacer de las suyas como presidente interino, han dejado de flamear sin una estrella siquiera que las ampare y, cuando alegremente se comían las calles de emoción dentro del chaparrón de más democracia para el pueblo: se ven ahora desteñidas por una sobredosis de resistencia de aquellos que hacían posible su aclamación, mueren lentamente por la poca vida que les queda en calles tristes y oscurecidas que no reciben los gritos y mormullos de tantos fanáticos que todavía quedan en la oposición que, se fracturó el hueso frontal de su vivencia, enflaquecidos como han quedado de ánimos que se fueron al buzón del olvido en espera de un sacudón que, venga con mejor brisa de otros lares, que marchite si es posible: la Constitución de impredecibles deseos de deberes y derechos.

Pero Guaidó sigue vivito y coleando con el trapo sucio que le han tirado en su cara, los que ayer nomás, lo aplaudían, lo consentían y hasta lo alababan con una prontitud de llevar a Venezuela a ser otra, de qué forma, difícil de saber que sólo ellos lo sabían dentro del mismo argumento que siempre han manejado de conducir el país a su manera, siguiendo las órdenes de la Casa Blanca dentro de los lineamientos de volver como patio trasero al igual que muchos países de Latinoamérica se encuentran en la órbita de los yanquis, conforme al mismo libreto que se les ha impartido y, que ellos conocen de memoria estén donde estén.

Y, cierto es que, a Guaidó todavía le quedan varias metas por cumplir como no ha sido posible salir de su oponente, el presidente Maduro, tiene además que arreglar y cuadrar cuentas que no han sido, ni serán de la consideración y aprobación de otros de su entorno político como de la otra parte de la oposición que siente engañada y por demás defraudada. Y él lo sabe dentro del enredo en que se encuentra, por más que cambie de semblante y muestre la cara dura de su proceder, algo lo debe de esperar que las leyes venezolanas ansiosas han de estar por su actuación que hay mucho que explicar que hasta tanto inocente será y, el debate que tiene con su embajador, Calderón Berti, quien se nota ofuscado, que se mantiene en Colombia echando chispas por esa boca y, él acá tratando de capear el temporal. Aunque la rabia se lo está comiendo vivo, excitado está.



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Esteban Rojas


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