¿Quien quiere ser como Manuel?

Pese a que muchos incrédulos y deslenguados afirmen la alevosía y la maluqueza de los mentores de la oposición, cumpliendo expresas disposiciones del Imperio, nosotros seguimos pensando que son muy, pero muy buenos. En primer lugar se necesita mucha genialidad para poner a hablar a un burro como Manuel Rosales. Y en segundo lugar, se necesita mucho tupé para dejarlo suelto rebuznando en todas las trojitas mediáticas del Estado Zulia, y con la amenaza de hacerlo en todo el territorio nacional

Globojetón, repitió más de treinta veces el supuesto Curriculum del Conde Piropiro. En realidad es una proyección mil veces maquillada, la verdad es que el conde de Piropiro es más analfabeto que Alfaro Ucero y Piñerúa juntos, que ya es decir demasiado. La auténtica proyección es que el conde de Piropiro tiene trampeado hasta el título de Prekinder, ese mismo diploma, en el que suele aparecer una hada madrina escribiendo el nombre del coñito con su vara mágica. La verdadera situación educativa de don Manuel, el conde de Piropiro, es que él es un alumno de Robinson, y está escapado del ambiente, y tiene a su pobre facilitadora sufriendo detrás de él para hacer que vuelva a ocupar su puesto de aspirante a ser liberado de las cadenas del analfabetismo.En medio del trampero loco que significa remendar y volver a remendar ese curriculum, ni siquiera sus brillantes asesores, con toda su taumaturgia, han logrado ponerlo de Licenciado. Y aquí es donde viene las maravilla de las maravillas: don Manuel Rosales, el Conde de Piropiro, ha trabajado de Educador por mucho tiempo en la zona del Sur del Lago. ¿Es que en ese viejo y nuevo tiempo no solicitaban título de Educador para ser maestro o profesor de aula? ¿O es que para aquella vieja y nueva era el director de la zona educativa era el cen de Acción Democrática? Dos preguntas que el Conde de Piropiro deberá responder antes que el castillo de naipes y de oropeles sobre la que está encaramada su nobleza de gañán de garito, no se le venga encima, y aplaste consigo a su cáfila de geniales asesores del Imperio.

Los geniales asesores del Conde de Piropiro comenzaron por robarse los colores de la Pepsicola y con ellos hicieron la bandera del Nuevo Cuento, no contentos con su hazaña, tomaron prestado el Slogan de uno de los comerciales de la Pepsicola, para ponerlo como el Slogan de la proyección de don Manuel Rosales,
hacia lo que saliera: Presidencia de la República independiente del Zulia, presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Presidente de la Pepsicola, Presidente de McDonald, Presidente de la copa de la Ballena. Es una Pesca, lo que salga es bueno. Ese Slogan, ustedes lo han escuchado muchas veces: ATRÉVETE...
atrévete a saborear una Pepsi, atrévete a ser como la Pepsicola, atrévete a ser tan burro como Manuel, perdón, como el Conde de Piropiro; atrévete pués, atrévete con Carmona, atrévete, atrévete.

Uno a veces llega tener conmiseración de ciertos empeños que ameritan un esfuerzo muy grande, que producen un desgaste, al parecer irreparable. Eso hemos sentido ante los nobles asesores del aristocrático Manuel, en su penosa campaña por convertirlo en un político habilidoso, capaz de dar un discurso de dos minutos sin papelitos, y sin nadie que le esté soplando atrás las mentiritas refritadas. Caramba, que tarea tan agotadora. Como dicen los joviteros: "¡Oh, y le dieron el día libre a los asesores de Manuel!.

Siendo el banderin de la Pepsicola la bandera del Nuevo Cuento, don Manuel, ahora Conde de Piropiro, con la habilidad que ha aprendido en toda su vida de adeco puro, ha venido sustituyendo la bandera del Zulia, con su rayo del Catatumbo, por la bandera de su partidito, o sea la bandera de la Pepsicola, y que también viene a ser la bandera de la Zulianidad. Esa bandera salida de un estudio de Marketting es la que aparece en toda la abundante propaganda del gobernador del Zulia, Manuel Rosales. En ese sentido, las obras que él dice que hace, no las realiza la gobernación del Estado, con los cobres nuestros de la nación, sino que la realiza el albañil, disculpen, don Manuel Rosales, ahora Conde de Piropiro, precedido por los colores de Pepsicola.

Don Manuel le ha tomado mucho cariño a esos colores de la Pepsicola, sospechamos que como mínimo, los quiere para emblemáticos colores nacionales, suponiendo que un asno como él llegue a ser Superman con capa y criptonita.

La consigna de la conocida compañía de refrescos ya recorre el País, quizás sea la única que lo recorra, porque el Conde de Piropiro, ahora escudado en ella, luce cansado, tan acalambrado, que sospechamos que no sería capaz ni de recorrer el patio de sus haciendas.
Mientras tanto las paredes se siguen llenendo de grafitis: ATRÉVETE A SER COMO LA PEPSICOLA.





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Eduardo Mármol


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