Julio Borges, el bueno

Estamos acostumbrados al relato de las asombrosas hazañas de Morgan, y de Sir Francis Drake, tan solo por citar dos de los más célebres piratas que azotaron por encargo del imperio británico, los principales puertos de ultramar. Hay algunos piratas, en la Educación media, en el sector universitario cada día abundan más, también los hay en los colegios; pero sinceramente no estábamos preparados para asistir a las piruetas circenses de un bueno de la nueva Asamblea Nacional que se pretende privativa de la MUD en defensa de los intereses del capital financiero.

Julio Borges, el bueno más destacado de la MUD, tomó micrófono para presentar una Ley de la Misión Vivienda, sin que el texto de la propuesta hubiese sido enviada a todos los diputados de la AN para su lectura y análisis, sin haberla discutido y debatido en las sesiones del hemiciclo; entre otros disparates, la fulana ley ni siquiera está escrita. El diputado Borges, todavía no despierta, y parece sentirse muy cómodo, en un capítulo más de su programa Justicia para todos que transmitía por RCTV.

Parece desesperado el diputado Borges. En su inestabilidad emocional, olvida que él, sin argumentación válida, ha sido el principal fustigador de la Misión Vivienda; en la AN, el bueno, y su bancada ha negado todos los presupuestos para la construcción de casas destinadas a darle techo a los millones de pobres que ha producido el capitalismo.

El diputado Julio Borges, el bueno, vocero de la MUD y del Imperialismo, planea entregarle al capital financiero concentrado en la banca, la media bicoca 3.500 billones de bolívares que tendría que pagar los beneficiarios de la Misión Vivienda, a razón de 3.5 millones de bolívares por casa, sin haber puesto medio para su construcción. Ese millón de casas ya fueron entregadas por el estado venezolano, administrado por la revolución bolivariana, y pertenecen por entero a cada uno de sus ocupantes, que a través de la ley Borges, serían echados a la calle sin remedio, por que no tendrían para pagar el robo de los bancos.

En su egoísmo fascista, el bueno Borges no admite que el Estado venezolano destine una buena parte su presupuesto a la construcción de viviendas para el pueblo trabajador venezolano. Se quita la última careta el bueno, y nos revela sus intenciones de querer armar toda una maniobra leguleya para cobrarle cada casa a los beneficiarios de soluciones habitacionales dignas, que la Revolución Bolivariana construyó, y construye para todos los hermanos de clase, sin posibilidades de tener un techo propio.

Julio Borges, es un bueno, y tiene mucha experiencia en cómo engañar a los explotados del capitalismo: cuando fue el secretario privado de Rafael Caldera; por sus manos paso la orden escrita que disponía la eliminación del régimen de prestaciones sociales que dejaba en la calle de la amargura a millones de compatriotas; con su alegría de martirizador del pueblo trabajador firmó el documento imperialista que le otorgaba el producto de aquel robo al capital financiero.

El bueno de Julio Borges es egresado de la Universidad Católica Andrés Bello donde se sacó su título de Abogado. No es en la Santa María, aquella Universidad donde el doctor Lusinchi, para entonces presidente de la República, le saco un título de doctora en leyes a su secretaria de alcoba, Blanca Ibáñez; no, es la UCAB del padre Ugalde. También se sacó una Maestría en Filosofía Política y Social en el Boston College de Estados Unidos en 1994; el bueno de Julio Borges, es bueno sacándose cosas: así que se sacó otra Maestría en Políticas Públicas y estudios de América Latina en la Universidad de Oxford, en 1996. Parece ser que estos pizcos del imperialismo, vendedores de ilusiones capitalistas, agrupados en sus empresas privadas universitarias, saben más que nosotros de América Latina y del Caribe; con razón Julio Borges es tan bueno.

Julio Borges, el bueno, también estudio demagogia con Plinio Corrêa de Oliveira, Tradición Familia y Propiedad, y Opus Dei. Estos altos estudios demagógicos, los refuerza con la vasta experiencia de los viejos adecos, como el señor Allup.

El bueno de Julio Borges, todavía no tiene una ley, escrita, para acabar con las colas que ellos armaron en toda Venezuela, en su propósito continuado de hacer sufrir al pueblo.



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Eduardo Mármol


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