¿Maduro no vas a renunciar?

¡Hombre por Dios, no se te parte el corazón de la angustia de impaciencia, al ver que, María Corina se va a morir de rabia casera con sentimiento de irritación, si no la complaces a tiempo! ¡Pobre de ella! Porque ella, jura y perjura que, sin ti Maduro en el poder se viviría mejor en Venezuela y, es tanto su afán de vivir sin ti Maduro que, que le ha mandado a encender velas a todos los santos -viejos y nuevos- a ver si del cielo le cae ese milagro que le abra el camino a la tentación de su ternura que es el poder, porque ella es tierna como un ángel sin patrocinio y, ama el poder de los pobres desalmados que, lo quieren todo para sí a cómo sea.

Quien no entienda los ruegos de María Corina es un ser a la deriva que viaja en las nubes desprevenido y sin ilusión, quizás un azote de los Barrios Adentro que, no le calma la tempestad que le come el cuerpo de su paciencia y, ella que es buena entendedora que palpita de desvelos punzantes que le corroen sin sabor las instancias de su porvenir que, desde ya le está maltratando su futuro y, más a ella que vive de incentivos espontáneos que sueña y se le disparan muchos trastornos mixtos.

A veces las razones se suman y, las tempestades se restan y, más ella que dentro del cálculo de su padecimiento quiere acortar distancias que le den de inmediato el derecho a gobernar sin el CNE por el medio que le estorba a sus planes de mande hoy sin crítica ninguna que, manda el que más puede y, el poder no es un logro del pueblo -no, señor- sino de la oligarquía y su ambición como oligarca que es no perder tiempo y, el presidente Maduro le estorba como uno más de los que nacieron, para obedecer y, ella sin mando es como una adeca en el desierto de la luna.

¡Maduro!, por favor, no hagas sufrir a la que sufre sinvergüenza en el sufrimiento de su ocaso de exigir y, permítele por un instante su solicitud que ella, María Corina, te lo agradecerá con las arterias de su política certera entre sus ojos y, dale un sustrato a su ambición como un purgante sin provecho que quien quita que después te ame con ansias ciegas en las tinieblas de su encanto.

Todo en la vida tiene su final y, María Corina, sin contemplación lo sabe y, eso de dejar para mañana, lo que se puede hacer hoy, también lo sabe y, Maduro también. ¿Entonces? Tiene que haber un buen entendimiento que él de ella es parco e irónico y, no la distrae lo que otros piensen que, lo que ella dice, está grabado con razón pura en el subterfugio de su inocencia que la tiene como un abanico sin uso.

María Corina, sufre de desviación implacable y, en su trámite fortuito ha puesto a Diosdado Cabello a pensar y, sus razones tendrá al manifestar él en privado que, la ex diputada es un arma peligrosa fuera de la AN y, que sí el pudiera no la perdería de vista nuevamente en la AN, pero con una condición acorde con sus principios esporádicos de que ella, se forre de negro en cada sesión con velo oportuno de tranquilidad incluido y, así su mundo sería otro al estar siempre de luto sin dar malos pasos ni estar viajando intranquilizando al orbe a sus pies con malas mentiras y, Nicolás seguiría siendo presidente sin acoso callejero, ni perturbado de exigencia espuria.

Eso, de salir a manifestar con la función política de solicitarle la renuncia al presidente Maduro, al pedirle, Maduro vete ya, se ve y suena feo y, no es oportuno ni pensar en eso siquiera, aunque; María Corina, se arrodille por un mes en capilla ardiente sin ausencia espiritual y, mejor le sería, seguir el consejo de Leopoldo López cuando, le aconsejo a través de su esposa, Lilian Tintori, que dejara de dar la cómica y se fuera mejor, a la cárcel de Ramo Verde, a ponerse a la orden de las autoridades como él lo hizo como cobarde consciente que no le ha hecho tanto daño ni en sueños al país como ella que, lo ha ultrajado hasta más no decir de Norte a Sur y, que para pedirle la renuncia al presidente Maduro, hay que tener bolas y, a ella, la ciudadana, María Corina, sólo le quedó responder, no tendré bolas, pero tengo al imperio de los EEUU y, se preguntó, ¿qué más quiere ése?.



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Esteban Rojas


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