El Pitiyanqui da pena ajena…

Pitiyanqui es un calificativo no inventado por las hordas del chavismo y ni siquiera por comunista alguno.

Pero, ¿qué significa ser pitiyanqui?, veamos:

Básicamente ser adorador del imperio norteamericano. Quien sueña que su patria pueda llegar a ser algún día parte de ese imperio, sin importarle a semejante sujeto que pase a ser una estrella más de su bandera, o sólo un Estado Asociado o un Protectorado o, algo menos complicado geopolíticamente hablando, como lo sería un disfraz de “país libre” domeñado por él, como lo fue el nuestro por muchos décadas en manos de dictadores y falsos demócratas. Así de sencillo se define lo que es ser pitiyaqui…

Pero es que hay más, lo cual resulta bien increíble y más que eso, vergonzoso. El pitiyanqui dice y lo repite a voz en cuello: “quien debe gobernarnos tiene que ser un gringo y si marine, mucho mejor” (no olvidar que algo similar a eso lo dijo por la televisión privada la inefable Angela Zago durante los días previos al golpe de Estado del 2002).

El término “pitiyanqui” no lo inventaron, efectivamente, los revoltosos y "muy peligrosos" marxistas leninistas castristas chavistas, sino para sorpresa seguramente de muchos de la llamada “sociedad civil”, lo fue el gran poeta costumbrista puertorriqueño, Luis Lloréns Torres (1876/1944), quien militó como importante intelectual en las luchas cívicas de su país por la independencia. Tengamos presente que a Puerto Rico ese imperio yanqui lo denomina, por cierto, Estado Libre Asociado.

Dice el maestro Don Mario Briceño Irragorri (1897/58) en su libro “Aviso a los navegantes” (1953), que él lo utiliza como una excelente forma idiomática para distinguir a aquellos “compatriotas prestados a hacer juego a los intereses norteamericanos, en perjuicio de los sagrados intereses de Venezuela.”

Agrega el ilustre escritor trujillano, en la misma obra, que “la voz piti, como alteración del francés petit, entra en la palabra pitimí (..) con la cual se designa (según el DRAE), el rosal de ramas trepadoras que echa rosas menudas y rizadas (..) Llórénz, más que en la rosas, debió pensar en la actitud trepadora de los compatriotas que se rindieron al colonialismo.”


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Iván Oliver Rugeles


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