Después de Otaiza

A propósito del asesinato del dirigente revolucionario Eliezer Otaiza, reviven situaciones y momentos que desnudan la frágil impunidad que ha cobrado cuerpo en nuestro país, en un afán gubernamental para mantener un clima de convivencia entre los diversos sectores políticos. Afán que a la oposición definitivamente le sabe y le huele a cualquier cosa, menos a compromiso.

Este nuevo crimen, indudablemente de corte político, nos obliga al recuerdo inmediato de las mil promesas para investigar “hasta las últimas consecuencias” y castigar a los responsables intelectuales y materiales, cuyos rostros se ocultan en inexplicables complicidades.

Es el momento para resaltar tanta entrega, tantas plegarias, peticiones, oraciones y llamamientos por la paz de toda la dirigencia de la Revolución Bolivariana, cuyos principales portavoces han sido precisamente nuestro líder Hugo Chávez y ahora nuestro Presidente Nicolás Maduro. ¿Cuántos llamados a la paz? ¿Y cuál ha sido la respuesta de la oposición?

Todo cuanto ocurre en nuestro país delata de manera clara y contundente el comportamiento irresponsable, cómplice, altanero y desafiante de una oposición que abiertamente es asesorada ideológica y económicamente desde los Estados Unidos, cuyos voceros lanzan agresiones todos los días contra la Revolución Bolivariana.

En todo este interin se han producido todo tipo de actos lesivos a la vida material y espiritual de la patria. No queda duda que la caracterización de los mismos tiene evidentes rasgos de terrorismos y del fascismo, que en mala hora revive en nuestro trópico de la mano de una ultraderecha venezolana que sigue al calco las recetas de sus ideólogos norteños.

Preocupa sobremanera el silencio de esta oposición empeñada en acabar con la Revolución Bolivariana. De ellos ni un pronunciamiento y una palabra de respuesta a las agresiones externas, a los crímenes y al saboteo de nuestra economía. ¿Qué se puede esperar de esta gente?

De nuevo se ríen. Se siguen riendo del dolor del pueblo ante tantas pérdidas de revolucionarios. No se frenan en sus ímpetus asesinos para generar miedo. Fresca está la memoria de nuestro pueblo para no olvidar los muertos del 11, 12 y 13 de abril del 2002. De las más de doscientos campesinos asesinados por el sicariato. De los caídos el 14 y 15 de abril de 2013, cuando los infelices derrotados acompañaron el llamado a drenar su fracaso. Se burlan del vil asesinato de Danilo Anderson y ahora de este nuevo acto tenebroso contra Eliezer Otaiza. Esta infeliz oposición aún se ríe a mandíbula batiente de la muerte de nuestro Comandante Supremo. En fin, se ríen de un pueblo al cual no han podido ni podrán derrotar.

Por encima de todo el dolor que pueda embargarnos y para honrar la memoria de Hugo Chávez, acompañemos a nuestro Presidente y a nuestra dirigencia revolucionaria a encontrar el camino de la convivencia y la paz.


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Juan Azocar


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