El odio y la rabia como armas de destrucción masiva

            Creo que muchos, muchos de nosotros ha vivido la experiencia de estar cerca de un opositor común, ese que vive cerca de ti, un amigo, algún familiar, etc., y haber escuchado una referencia al presidente Chávez cargada de una aversión abismal. Creo también que un barómetro de la intensidad de ese odio  se está reflejando en las redes sociales. También son unos buenos indicadores los comentarios que hacen los lectores de periódicos en sus versiones electrónicas en las que se reseñan noticias relacionadas con la gestión del gobierno o sobre el propio presidente Maduro. Veamos dos ejemplos de estos comentarios recogidos. Uno producido durante los días de convalecencia del presidente Chávez en Cuba, antes de morir y el otro de hace apenas unos días,  referido a Maduro: 

Referido a Chávez:

Ponte a creer muchacho gafoooo ! esa escoria se esta pudriendo por dentro y bien merecido que lo tiene el hijo de puta, ojala no se muera pronto para que sufra bastante el desgraciado, mientras más tiempo este en cuba "recuperandose" irónicamente de una enfermedad incurable mas me cago de la risa.. Lástima me da que no se lleve a todos los inferiores como tu a su lado el día que se muera, anda a mamarle el guevo con cancer a tu puto sarcomandante mientras esta en coma, maldito.

Referido a Maduro:

VENGAN AL DIALOGO Y POR ATRAS MATANDO Y APALEANDO AL PUEBLO DEJA QUE EL MISMO PUEBLO TE ECHE MANO LO QUE LE HICIERON A SADAN HUSSEIN Y A GADAFI VA A QUEDAR PENDEJO TE VAMOS A VOLVER CARNE MOLIDA DESGRACIAO

Creo que las citas anteriores son una mínima y genuina muestra  de las formas discursivas a través de la cuales, a diario, conseguimos ciudadanos refundiéndose a todo lo relacionado con Chávez, con el gobierno, con Maduro y con los chavistas. Es totalmente cierto que del lado del chavismo encontramos también esta alta dosis de agresividad verbal. El tono   elegido para referirse al otro contiene verdaderos cuchillos asesinos. Su altísimo nivel de fuerza destructiva no puede sino augurar un próximo y amenazante camino de agresión física entre los venezolanos  que estamos a tiempo de detener y estamos obligados a reconducir.  Pero, ¿qué gestó tal volumen de agresividad verbal? ¿Cómo el ciudadano común, de a pie, tu vecino de toda la vida, puede ahora resultar una amenaza a tu integridad física? La tesis central que difunden los especialista opositores (incluidos los medios de comunicación) es adjudicarle al discurso del presidente Chávez  su origen. No comparto, en su totalidad, esta tesis. Es simple y deja por fuera muchos elementos claves. Como todos los factores sociales, considero que sus causas son multifactoriales y creo que existen causas más determinantes que espero en otro momento exponer. Considero, además, que la agresión y el odio que se ha desencadenado en amplios sectores oposicionistas hacia el proyecto chavista es un producto mejor diseñado que en el que se manifiesta desde los sectores  chavistas. Con esto no pretendo que se disculpe o que se atenúe la también obvia realidad de la agresividad manifiesta de lado oficialista. Solo expongo que el odio en el lado opositor, como resultado cognitivo-afectivo, ha estado mejor construido y con los resultados esperados y de ahí que en los actuales momentos pareciera prácticamente imposible dialogar con ese importante y significativo sector de los venezolanos... ¿Cómo es esto? Intentaré argumentarlo.     

            Hace dos años asistí a un congreso de análisis del discurso en Caracas. En él, estudiantes de pregrado de la Universidad Metropolitana de Caracas presentaron varios estudios sobre el tratamiento informativo que sobre el tema la inseguridad hicieron periódicos afectos a la oposición y periódicos afectos al chavismo. Resultó que, que por vía indirecta, obtuve una información interesante al respecto.  Los lectores de los medios opositores (dado que así lo reseñaban estos medios) obtenían una  identidad bien definida del responsable de la situación de inseguridad del país: Chávez, la ineficacia del Chávez.   Por el contrario, a sus los lectores,  los medios afectos al chavismo les ofrecían como responsables  a conceptos,  abstracciones: el imperio, el capitalismo salvaje, la pobreza, la cuarta república, etc. Esto me hizo pensar en una clave para entender cómo y de qué manera los medios de comunicación había replicado un estado de cosas causante de que se generara un odio tan impresionante que pareciera difícil de revertir. ¿En qué táctica se basó este proceso? Esta es mi hipótesis.

            Creo que todos ya estamos familiarizados con la noción de guerra de cuarta generación, esa que afirma hasta la saciedad que los campos de batallas, ahora, no son países ni espacios físicos. La guerra se produce en la mentes de la personas. Es lo que también conocemos como guerra simbólica. Esto es, lo importante es producir pensamientos y sentimientos en torno a eventos, y que muchas veces, estos sean los que creen la realidad. Siendo así, los promotores (partidos políticos venezolanos,  Departamento de los Estados Unidos de Norteamericano, empresariado venezolano y muchas veces la mima iglesia, etc.)  de la batalla contra el gobierno de Chávez primero y ahora de Maduro, la hicieron promoviendo, principalmente desde los medios de comunicación, una táctica discursiva con fuertes soportes cognitivos:  la producción de relaciones causales simples en nuestro cerebro.  En las relaciones causales simples, nuestro cerebro entiende que existe un vínculo directo entre dos sucesos que están cercanos en el tiempo y en el espacio. Existen también  relaciones causales complejas y en estas,  el vínculo está alejado en el tiempo y el espacio y las personas requieren de una fina elaboración mental de observación y reflexión para encontrar ese vínculo. Cuando a través de los medios de comunicación se enfatizó hasta la saciedad que Chávez era el responsable de la inseguridad, las personas establecían la conexión de forma automática. Inseguridad y Chávez estaban cercanos en el tiempo y el espacio y no se requería, por tanto, mayor elaboración mental. Por el contrario, cuando los voceros del gobierno argumentaban que la inseguridad era una consecuencia, por ejemplo, del capitalismo, las personas primero tienen que entender que el capitalismo genera un sistema de explotación social, que esa explotación genera desigualdades, que esas desigualdades provocan exclusión y que, finalmente, esa exclusión genera actitudes antisociales en aquellos miembros que las padecen. El camino es sumamente extenso. De este modo, la relaciones causales simples entronizan de modo automático, nuestra mente, causa y efecto. Utilizadas como táctica discursiva en la generación de odio ponen a disposición de las personas (en este caso, de los opositores) al responsable inmediato (Chávez, Maduro, la ineficacia del gobierno) de su daño, al sujeto en concreto que los perjudica, al personaje que genera una conducta dañina para ellos. Este proceso se intensifica con la extensa repetición y visibilización del agente que causa el daño. Un dato que viene a corroborar este argumento está en el hecho de que en un rápido y poco riguroso arqueo vía web, es posible localizar en el español periódico como El País, más de 76 mil noticias en las que Chávez, y ahora, Maduro actúan como agentes causantes de algún tipo de daño perjuicio social hacia sus gobernados.

            Esta táctica discursiva no puede ser subestimada. En estos momentos corroboramos sus efectos nocivos en gran parte de la población opositora. Insisto, basta con revisar los comentarios que dejan en la versiones digitales de los portales informativos. Se ha aplicado de modo reiterada en otros momentos (¿Se recuerdan las acusaciones hacia los Círculos Bolivarianos?). En actualidad también se le aplica al colectivo político de Los Tupamaros. Es un verdadero refinamiento de la máxima goebbelsiana en cuanto a la mentira dicha cien veces...

            Siempre he sospechado que los opositores tienen un bien engranado equipo de profesionales (medios de comunicación, psicólogos, publicistas, periodistas, sociólogos, politólogos, etc.) que orientan sus pasos. La precisión quirúrgica con que se mueven en el terreno de esta batalla simbólica así lo demuestra. Por el contrario, desde el lado chavista todavía falta interés por considerar  y atender estos aspectos y armar colectivos que desmonten estas prácticas y que adelanten ofensivas que vacunen a nuestra población.  El filósofo mexicano Fernando Buen Abad nos lo viene advirtiendo y recomendado desde hace mucho, pero nuestros aportes carecen de la sistematicidad necesaria para enfrentar con contundencia la ofensiva despiadada que desde los medios se acuna con el propósito de mantener intacto el veneno.

Prof. Steven Bermúdez Antúnez (LUZ)

sbermudez37@gmail.com



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Steven Bermúdez Antúnez

Profesor de Comunicación Social de la Universidad del Zulia (LUZ)

 sbermudez37@gmail.com

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