El “Manifiesto de Mérida”: comentarios de un desatino histórico

Los estudiantes oposicionistas iniciaron, desde el 12 de febrero, otra férrea agenda político-partidista en contra del gobierno nacional, asentados en la campaña mediática “#lasalida”. Ya en el 2007 lo habían hecho en defensa de RCTV y desde entonces, no han cesado (con altibajos) en su intento de pasar como representación social prototípica de las luchas y esperanzas de todo el pueblo venezolano. El profesor Vladimir Acosta1, en un programa del 20 de junio de 2007, nos brindaba una buena radiografía de esta juventud. Pero hacía más: nos desmontaba los procedimientos semio-culturales con los cuales se ha querido hacerla sentir como la tabla de salvación de la sociedad venezolana actual. Sobre todo nos advertía que nada en este movimiento es “espontáneo”, ni mucho menos “fresco” ni “renovador”. Por el contrario: todo su accionar muestra y demuestra una estratégica planificación que los sobrepasa y los delata.

Un evento al cual no se le ha dado mayor relevancia pero que constituirá otra lacra en la historia oposicionista, es, sin dudas, el llamado Manifiesto de Mérida. El día 2 de marzo, estos estudiantes, reunidos en la ciudad de Mérida, “redactaron” y difundieron un comunicado con el que pretenden pasar a la memoria histórica de este país. Quizá el voluntario silenciamiento se deba precisamente a eso: al imperdonable acto fallido que supone la gestación, la divulgación y el contenido de este documento. Considero, que en lo concerniente a otro acto fallido, este documento se equipara al decreto de Carmona Estanga.

En mis comentarios no profundizaré en su pobre redacción. Adjudicaremos esa responsabilidad a la juventud de sus autores y al escaso tiempo con que cuentan para profundizar y mejorar este aspecto debido a las continuas marchas con las que defienden su propuesta. Solo aportaré un ejemplo: En el número uno de las declaraciones reza textualmente: “Todo sistema político es vigente en la medida que sean representativos sus líderes (…)”. Nótese, entonces, el uso del verbo ser. Cuando usamos el verbo ser más un adjetivo (en este caso “vigente”) significa, semánticamente, que se predica una propiedad inherente de la entidad. Sin embargo, “vigente” no es una propiedad inherente de un sistema político. Todo lo contrario. “Vigente” nos informa de una cualidad transitoria, un adjetivo que habla de una realidad que es cambiante. De allí que el verbo apropiado, en este contexto, sería está. También dejaré de lado el pésimo uso que se hace de signos de puntuación como los dos puntos, el uso indiscriminado de mayúsculas o la defectuosa sintaxis oracional. Dejemos a estos aspectos descansar en paz. En general, nos concentraremos, en muy breves comentarios, en lo que podemos denominar “estrategias del hablante”, es decir, los procedimientos semio-discursivos (conscientes o inconscientes) que el locutor (los estudiantes firmantes del documento) activa en el proceso de construcción de su discurso.

El “Manifiesto” como género discursivo

Un “manifiesto” es un producto texto-discursivo que enarbola un grupo (social, étnico, artístico, político, etc.), con el cual pretende dejar sentado, en un momento histórico, su postura (ideales) en torno a asuntos que cuestionan o intentan instaurar. De este modo, el manifiesto, como género, intenta ser “el acta de defunción” de algo y la “partida de nacimiento” de lo propuesto. Así lo recoge el diccionario: “Escrito en que se hace pública declaración de doctrinas o propósitos de interés general”. El hecho de que sean estudiantes universitarios y de que sea difundido en medio de un conflicto con el gobierno nacional, muestra la clara y manipuladora intención de equiparlo con el “Manifiesto de Córdoba”. Las pretendidas analogías son variadas, pero la más importante quedaría resumida de la siguiente manera:

El “Manifiesto de Córdoba”: luchas de los estudiantes universitarios en contra de un gobierno (universitario) anacrónico, que vulnera todos los derechos del estudiantado, que mantiene un sistema universitario equivocado.
El “Manifiesto de Mérida”: luchas de los estudiantes universitarios en contra de un gobierno (nacional) anacrónico, que vulnera todos los derechos de los ciudadanos, incluidos los estudiantes, y que quiere perpetuar un modelo político equivocado.

El “Manifiesto de Mérida” como texto

Está compuesto por una “entrada” (presentación de la situación), cinco “numerales” (visiones del país y exigencias), un “cierre” (finalidad y acciones futuras) y “firmas refrendarias” (actores sociales representativos participantes). En la entrada se pretende declarar las intenciones y las motivaciones que dan origen al documento. Según el texto, el manifiesto surge impulsado por dos circunstancias: por un lado, estos estudiantes se autoasumen como legítimos representantes de todo el país; y por otro lado, este gobierno ha cometido una serie de “crímenes” que ameritan la resistencia de la sociedad y la que ellos, en representación de toda la sociedad, tomarán como portadores. En los cinco numerales se exponen sus visiones de país y sus exigencias al gobierno. El en cierre se declara la finalidad última de todo su accionar y los anhelos en que se apoyan.

El “Manifiesto” como representación socio-política

El “Manifiesto” cataloga al gobierno nacional como “castro-comunista” (sin definir en qué consiste tal característica) y represor (“han asesinado, torturado y apresado compañeros en todo el territorio nacional”). De esto derivan el hecho de que TODO el país avale sus “luchas”: “El pueblo se ha sumado a nosotros”. De este modo, el sector estudiantil que ellos representan se autoasume como el todo y nunca como una parte. Por lo tanto, el manifiesto construye dos agentes sociales en gravísima confrontación: toda (toda) la sociedad venezolana (presentada a través de ellos) y el gobierno nacional (ilegitimado por sus decisiones socio-políticas). En definitiva, construye la imagen de dos actores sociales en irreductible lucha debido a que de un lado (los estudiantes oposicionistas) está la verdad única y transformadora, y del otro (el gobierno castro-comunista) está la fuerza torturadora y la violencia impositora de un sistema político rechazados por TODOS. La resolución de la disputa se circunscribe, exclusivamente, en la aniquilación definitiva del gobierno.

El “Manifiesto” y sus tácticas discursivas
Modo de nombrar a los participantes: Al respecto, como ya señalamos, se nombran y construyen dos grupos en conflicto radical: 1. los estudiantes opositores (igual) pueblo de Venezuela; y 2. el gobierno. Como puede verse, de entrada, el modo de nombrar conlleva a una exclusión absoluta e innegociable. Para los productores de este manifiesto, existen dos y solo dos grupos en conflicto: el gobierno contra toda la sociedad venezolana. Aquí no se escapa la presencia de eufemismos. Por ejemplo al afirmar que “…mientras siga el ataque terrorista por parte de estos grupos de manera impune, llamamos al pueblo a que se defienda. Nosotros nos protegemos con las “Trincheras de la Libertad” en nuestras ciudades y pueblos”, en claro enmascaramiento a las barricadas con que se ataca a la población en algunos ciudades del país.

Predicación: De los estudiantes opositores (equiparados con toda la sociedad venezolanos) se dice que son heroicos, luchadores, valientes. Del gobierno nacional se predica que es ilegitimo, opresor, torturador, totalitario, producto de elecciones fraudulentas (“farsas”). Valores ultrapositivos para ellos, valores ultranegativos para los otros.
Argumentación. ¿Por qué los estudiantes opositores (igual: pueblo venezolano en general) tienen los valores anteriormente señalados? Porque, dentro de su esquema de confrontación, aprovechan la mítica simbología de la “juventud” como portadores del futuro, la esperanza, la vulnerabilidad, lo que está por hacerse. ¿Por qué el gobierno tiene los valores negativos adjudicados? Porque ha decido asumir un proyecto político-económico que produce daño a los valores abstractos que ellos defienden: patrimonio, libertad, progreso, familia, mayoría de venezolanos, etc.
Representación del discurso. En general, el “Manifiesto” está constituido a partir de: 1. Un conjunto de cita de acontecimientos. Se tortura, se persigue, se limita la libertad de expresión, se ha dañado la economía del país, no se propicia el diálogo, régimen totalitario, etc.). 2. Afirmaciones sin lugar a lo posible o a lo cuestionable. A lo largo del texto se asumen como verdades absolutas una serie de afirmaciones: los estudiantes oposicionistas han unificado a la nación (por la tanto, han logrado coronar la unión entre opositores y oficialista), su postura es honorable, el sistema político venezolano no tiene validez porque ellos no reconocen a sus líderes, el gobierno ha oprimido a la sociedad en los últimos 15 años, los cubanos han ocupado a Venezuela en todos los ámbitos, este gobierno ha criminalizado sus derechos, este gobierno mantienen presos políticos, etc.
Intensificación/mitigación. Existe un claro proceso discursivo en el que se exacerba la conducta violenta del gobierno en cuanto a su accionar político-social y se mitiga la de los estudiantes. Y al revés: se exacerba el accionar de los estudiantes opositores como representantes de un imaginario salvador y se mitiga, esconde, deforma o generaliza las acciones públicas del gobierno. Por ejemplo, las acciones policiales contra los manifestantes violentos son represión y tortura, las acciones violentas de los manifestantes son acciones incitadas por la policía, en defensa propia o productos de infiltrados.
El “Manifiesto” y su arquitectura ideológica.

En general, todo el documento es una claro exponente de una postura ideológica alineada con la que han mantenido los sectores más recalcitrantes conservadores de la política interna e internacional. Pretenden presentarse como un movimiento renovador, inquieto y preocupado, pero se acogen, en su totalidad, a los planteamientos que hacen y han hechos todos los sectores políticos (internos y externos del país) adversos al gobierno. Sus firmantes (muchos de ellos productos de los mismos procesos que niegan) se adhieren a las mismas consignas, a las reiteradas posturas y a las insistentes acusaciones que desde hace 15 años se le hacen al gobierno nacional. No existe nada nuevo. Nada. Todo es un listado de anacronismo sin precedentes. Niegan, de plano, todos los procesos electorales (los cuales califican de “farsas”). Niegan o desconocen los variados procesos de participación ciudadanas activados desde la Constituyente. No reconocen ningún beneficio o mejoramiento del país generada por ninguna política pública. No ofrecen pruebas ni argumentos de aquello que critican y mucho menos propuestas para su superación. No hay análisis, no hay profundidad en nada de lo que exponen. Coinciden plenamente con las acusaciones que se hace desde Departamento de Estado Norteamericano. Comenten el craso error de querer involucrar e incluir en sus exigencias a amplios sectores que, manifiestamente, los adversan. Es un documento penosamente ciego. Por eso parece más un documento “mediático”, con miras a causar un impacto comunicacional fuera del país, que un auténtico producto de auténticas intenciones de fijar posición histórica.

Debo confesar que a quien se lo escuché difundir fue al presidente de la Federación de Centros de Estudiantes de LUZ (y es uno de los firmantes); un “estudiante” que tiene más de treinta años de edad y que ingresó a LUZ en 1995. Alguna deficiencia severa tiene el sistema (universitario, por un lado; y neuronal del este estudiante, por el otro) que en casi veinte años no ha logrado ofrecerle la prosecución de una carrera. Guillermo de Humboldt pensaba que la forma del lenguaje significa la forma en que el espíritu se acomoda para mostrarse. A eso se le suele llamar “forma interior”. Si asumimos como serio y genuino este manifiesto, no habrá manera sino de concluir que las almas de sus firmantes y acogedores se muestran viejas, saturadas de consignas vacuas, llenas de un hondo resentimiento social, cortoplacistas, miopes, deformadas, sin tino histórico, sin formación verdadera y profundamente alejadas de los variados factores intervinientes en lo que es, hoy por hoy, la compleja sociedad venezolana.

1 “La conspiración de los sifrinos. Marchas estudiantiles y estereotipos mediáticos”. En: Ensayos radiales. Del programa Temas sobre el tapete. Tomo II. Caracas: Monte Ávila. 2013.


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Steven Bermúdez Antúnez

Profesor de Comunicación Social de la Universidad del Zulia (LUZ)

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