Odiosis


Qué pensarán hijas e hijos de quienes a raíz del triunfo de Hugo Chávez los ven apoyar trancas de calles y avenidas, protagonizadas por una escasa docena de “manifestantes” que protestan en forma desmedida, envían arrogantes tweets, escriben vulgares mensajes de texto vía celular, o se expresan en términos furiosos entre sus amigas y amigos de amargura, porque en definitiva no reconocen que más de ocho millones de hombres y mujeres de su mismo país, en nombre de la conciencia revolucionaria bolivariana socialista vencimos en las elecciones del 7 de Octubre 2012, por una convincente y significativa ventaja superior al millón y medio de votos. No se prepararon los opositores para entender que las encuestas no estaban equivocadas, los periódicos que infortunadamente se venden menos cada día por su conducta antiética, las televisoras de poderosísima influencia en la formación de matrices de opinión pública y la red de estaciones de radiodifusión privada, no advirtieron a lectores, oyentes y televidentes enviando mensajes noticiosos sobre la posibilidad de derrota del oposicionismo y a consecuencia de ello, después del 7 O viven un desengaño colectivo difícil, padecen desasosiego, angustia e impotencia por habérsele insuflado un triunfalismo exagerado mediante excesiva propaganda contra el líder revolucionario Chávez, originando como consecuencia la desmoralización de personas mentalmente afectadas drenando su frustración con horrorosos conceptos, emitidos a través de la red social telefónica y en internet consumiéndose en el alimento perverso de la desestabilización inútil, nutrida por medios de comunicación social que han descendido a la categoría de agitación social.

Esta odiosis permanente es asimilada en forma negativa por nuestra niñez y juventud, por lo tanto la obligación moral, responsable y sensata debe ser elemento conductual a cumplir por la verdadera comunicación social o periodismo, a fin de recuperar el respeto del otrora llamado “cuarto poder”, aunque en realidad la vagabundería de aquellos tiempos durante gobiernos demócrata representativos cuando se compraba a la prensa privada mediante publicidad y negocios oficiales, subyace, queriendo volver a ofertarnos como “la vitrina de América”, aquella democracia venezolana disimulócrata conducida por gobiernos blancos y verdes irresponsables, donde fueron descalificados social y moralmente los adversarios llegando a detenciones individuales y colectivas, torturas, desapariciones y masacres asesinas, por razones políticas. Es la diferencia con la actual tolerancia socialista la que lleva a cierta excesiva libertad convertida en libertinaje de acción, respondiendo en forma equivocada cierta oposición llena de pernicioso odio antichavista, indigna actitud en un país donde la colectividad acude a votar alegre y entusiasta, cívicamente desde la madrugada hasta la noche en cualquier cita electoral, para demostrar una voluntad ejemplar que debe respetarse de parte y parte.


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Luis Sánchez Ibarra


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