Manifiesto mundial por la libertad de pensar , por una conciencia crítica

Desde la Roma republicana hasta la era digital, el poder ha perfeccionado una técnica milenaria: silenciar lo que incomoda.

En 1984, George Orwell no solo imaginó un Estado totalitario; reveló el mecanismo más perverso del control: legislar sobre la mente.

Hoy, esa distopía se filtra en sistemas que se autodenominan democráticos, pero que han convertido la vigilancia ideológica en política de Estado.

Historia de la censura: Del fuego al algoritmo

En el año 1559, el Vaticano publicó el Index Librorum Prohibitorum (Índices de Libros Prohibidos), una lista de libros censurados por considerarse heréticos o peligrosos.

Durante el siglo XX, regímenes como el Nazismo, el Estalinismo, el Fascismo y las dictaduras latinoamericanas institucionalizaron la censura como herramienta de represión masiva.

En 2023, más de 160 países aplicaban algún tipo de restricción a la libertad de expresión, según Reporteros Sin Fronteras.

Estados Unidos institucionalizó la pedagogía del miedo, En estados como Florida y Texas, se han retirado más de 6.800 libros de escuelas públicas en el último año escolar.

Obras que abordan racismo o historia crítica son etiquetadas como "inapropiadas". Esta "obediencia anticipada", donde docentes retiran contenidos por temor a represalias, recuerda al Ministerio de la Verdad de Orwell: una institución que reescribía el pasado para controlar el presente.

Europa, se podría describir como una libertad en disputa. Aunque Europa ostenta los niveles más bajos de censura digital, países como Hungría y Polonia han sido señalados por organismos internacionales por controlar medios y universidades, promoviendo una "democracia iliberal".

El Consejo de Europa ha advertido que el uso excesivo del derecho penal para limitar la expresión representa una amenaza directa a la seguridad democrática.

En latitudes del sur también podemos encontrar países donde se ve el pensamiento como amenaza

En ciertas regiones del sur global, donde la historia ha sido escrita con tinta de resistencia, el pensamiento crítico ha sido históricamente una herramienta de emancipación.

Sin embargo, hoy se observa una tendencia preocupante: leyes que criminalizan la disidencia, restringen el acceso a información independiente y promueven una narrativa única del poder.

En estos contextos, la educación se convierte en adoctrinamiento, y la prensa en eco oficial.

No se puedo dejar de señalar al Pagnotismo como domesticación del pensamiento.

El pagnotismo aunque no formalizado como corriente filosófica denuncia cómo el poder transforma la educación, los medios y la legislación en dispositivos de obediencia.

En este marco, legislar contra el pensamiento crítico no es solo censura: es ingeniería ideológica. Según datos de la UNESCO, más de 1.800 periodistas han sido asesinados a nivel mundial desde 1993, y el 86% de esos casos siguen impunes.

La violencia contra quienes piensan y escriben libremente no es un accidente, es una estrategia.

Según el Instituto Internacional de Prensa, más de 400 leyes restrictivas han sido aprobadas en la última década en países que se autodefinen como democráticos.

Este manifiesto no es una denuncia. Es una declaración de existencia. Pensamos, luego resistimos. Y mientras haya una sola mente que se niegue a ser colonizada, habrá esperanza.

Porque el pensamiento libre no se encarcela. Se multiplica.

Porque el silencio impuesto no es paz: es renuncia.

Porque la libertad no se decreta: se ejerce.



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