Fe, razón y libertad: modelo laico

En un mundo donde la fe se ha utilizado tanto para consolar como para someter, donde la devoción se confunde con sumisión y el pensamiento crítico se castiga como traición, existe un faro silencioso que ilumina otra posibilidad: una sociedad que eligió no temer a la duda.

En los Países Bajos, más del 76 % de la población no se identifica con ninguna religión .

Y lejos de caer en el caos moral que algunos profetizan para las sociedades sin dios, Holanda ha construido uno de los modelos político-sociales más estables, justos y prósperos del planeta.

No se trata de una casualidad, ni de una bendición sobrenatural. Se trata de elecciones humanas, deliberadas, sostenidas en el tiempo respaldadas por cifras que duelen por su contraste.

Holanda ejemplo de un un país que funciona, tiene una economía avanzada, abierta y altamente productiva. su PIB nominal para el 2024 superó los 1,1 billones de dólares, con un PIB per cápita de 61.600 dólares según datos del Banco Mundial, el año pasado.

Su economía creció un 1,8 % en 2024, por encima del promedio de la Eurozona que fue de 1,2 %, y su tasa de desempleo es de apenas 3,6 % ,una de las más bajas del mundo desarrollado.

El ingreso medio neto mensual por trabajador en Holanda es de 3.550 euros (unos 3.850 dólares al tipo de cambio actual, después de impuestos . Incluso los trabajadores de salario mínimo fijado en 13,33 euros la hora para mayores de 21 años reciben un ingreso mensual neto de aproximadamente 2.100 euros lo que es aproximadamente unos 2.280 dólares, suficiente para vivir con dignidad en la mayoría de las ciudades.

El salario medio en trabajadores al servicios de la administración pública, educación o salud ronda los 4.200 euros mensuales netos.

La vida cotidiana con dignidad se refleja que estos números no son abstracciones: se traducen en realidades tangibles.

El 87 % de los hogares holandeses posee vivienda propia o alquiler asequible, gracias a un robusto sistema de vivienda social que cubre al 30 % de la población.

El gasto promedio en alimentos por persona es de solo 12 % de su ingreso disponible, frente al 30–40 % en muchos países en crisis y en otros donde trabajadores tienen que trabajar incluso más de 15 horas diarias para llegar a una cuarta parte de lo necesario .

El 95 % de los hogares tiene acceso a internet de fibra óptica, y la brecha digital es prácticamente inexistente, incluso entre adultos mayores.

Justicia Social no como ideal, sino como sistema, Holanda ocupa el 12 lugar en el Índice de Desarrollo Humano (IDH) con un valor de 0,947 , y el 3er lugar mundial en el Índice de Prosperidad del Legatum Institute.

Su sistema de salud es considerado el mejor de Europa , con esperanza de vida de 82,3 años y cobertura universal obligatoria sí, todos pagan un seguro, pero el Estado subsidia a quienes no pueden.

La educación es gratuita hasta la universidad, y los estudiantes reciben subsidios mensuales del gobierno hasta 1.200 euros si viven solos.

Además, el 92 % de los jóvenes completan la educación secundaria, y más del 45 % accede a estudios superiores .

En lo Político Holanda se caracteriza por ser el pais donde el poder rinde cuenta ;es una democracia parlamentaria con un sistema de consenso que fomenta el diálogo multipartidista.

Su índice de percepción de corrupción es de 79/100, ubicándola en el top 10 global .

El 67 % de los ciudadanos confía en el parlamento, y el 71 % confía en la policía .

Ocupa el 3.er lugar en el Índice de Democracia , solo detrás de Noruega y Nueva Zelanda.

Y, crucialmente, es el 2do país más pacífico del mundo, según el Instituto para la Economía y la Paz, 2024.

Desde Spinoza, expulsado por atreverse a pensar hasta las políticas de consenso que definen su democracia actual, Holanda ha entendido algo que muchos aún niegan: que una nación no se fortalece cuando sus ciudadanos obedecen, sino cuando pueden dudar, debatir y disentir sin miedo.

Este es el contraste que duele con realidades donde la religiosidad de la población no se traduce en justicia, sino en resignación.

Donde se les dice que su hambre es prueba divina, que su silencio es virtud, que su pobreza es cruz que deben cargar con humildad.

Mientras tanto, quienes gobiernan envueltos en discursos cargados de resentimiento no solo no alivian ese sufrimiento, sino que lo alimentan.Allí, la ignorancia no es accidente: es método. La miseria, no es consecuencia: es estructura.

Y sin embargo, muchos insisten en que la fe es garantía de orden moral.

Pero los hechos dicen otra cosa. Porque si la fe bastara para construir sociedades prósperas, entonces el mundo estaría al revés: los países más devotos serían los más desarrollados. Pero no es así. Al contrario: los más avanzados en justicia, equidad y libertad suelen ser precisamente aquellos que han sabido laicizar el espacio público, no para eliminar la fe, sino para protegerla de la política… y proteger a la política de la fe.

Holanda no es perfecta. Tiene sus sombras: su pasado colonial, sus tensiones con la inmigración, sus contradicciones internas. Pero ha elegido un camino distinto: no gobierna con mandatos celestiales, sino con acuerdos terrenales. No premia la obediencia ciega, sino la participación informada. Y sobre todo, no teme a quienes piensan.

En tiempos en que el autoritarismo se disfraza de redención, de tradición o de patriotismo, el modelo holandés suena casi subversivo.

Porque demuestra que una sociedad puede ser ética sin dogmas, cohesionada sin uniformidad, y libre sin caos.

Y quizás, en ese grito silencioso de razón y respeto, reside la verdadera esperanza: no en rezar por un milagro, sino en construir un sistema donde nadie tenga que rezar para sobrevivir.



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