Cosas que no andan bien

Cambio de cultura:

No se ha producido. Se han reanimado valores que estaban dormidos, como son los valores históricos y de nacionalidad, así como los de soberanía e independencia, pero nada más, aunque no son poca cosa. El venezolano sigue con su comportamiento habitual que no es necesario describir porque está a la vista. Es decir, el cambio radical de CULTURA –que es “sumatoria de comportamientos habituales”- no se ha logrado en la sociedad venezolana. Cito un ejemplo: a pesar de que ha aumentado la participación popular en temas que atañen a las comunidades, esa participación es desordenada, confusa y en muchos casos –muchísimos casos- teñida de inconsecuencia y pillerías. El valor de la acción seria y ordenada, y mucho menos el de la honestidad y el trabajo, han aparecido con perfiles claros en nuestro país. Hasta ahora se ha privilegiado el cambio político, pero se ha desatendido el cambio cultural y eso no es inteligente.

¿Y a quién corresponde propiciar ese cambio de cultura?

No es al Ministerio de marras, ni al de Educación, o al de Educación Superior. Es a la sociedad toda, amigos, a usted, a mí, a la Escuela, a la organización de trabajo, a las autoridades y a la Familia. Es decir: a “Fuenteovejuna, Señor”. Y más que a nadie, vea usted, a los medios de comunicación e información, precisamente por lo potente de su influencia y lo amplio de su cobertura. Así como imponen cantantes, actrices y actores, modas y modismos, pudieran trabajar sobre valores. ¿Pero cuáles son los que habitualmente exhiben? Sexo, violencia y drama. Serían una formidable ayuda esos medios en la adopción de valores sociales más convenientes, pero con el cuento de que debe tenerse “libertad para ver lo que se quiera”, y el chantaje del “respeto a la libertad de expresión”, han contribuido a corromper a una Humanidad de la que Venezuela es parte. ¡Y eso debe cambiar! Y la revolución venezolana debe propiciarlo.

¿Y qué pasará si ese cambio no se propicia?

Lo que ocurre en países más “civilizados”, es decir, más colonizados por los medios que el nuestro. U.S.A es un ejemplo: tiroteos en las escuelas; droga en consumo masivo; juegos de video para niños, que enseñan a asesinar y atracar. ¿Les cuento algo? Una ciudad en Florida. Una madre con un hijo adolescente en High School. Cuando el chico requiere ir al baño, llama a su madre para que lo vaya a buscar al colegio, lo lleve al baño de su casa -que afortunadamente queda cerca- y lo devuelva a clases. Y es que en los baños de esa escuela hay droga, prostitución, violaciones, pandillerismo y violencia. ¿Qué tal? ¿Pero qué películas exhiben los medios de “entretenimiento” y nosotros divulgamos? ¡Sobre droga, prostitución, violaciones, pandillerismo y violencia! Que coincidencia, ¿no? Y la pregunta es: ¿son esos programas un reflejo de la sociedad como lo afirman quienes lucran de ellos, o es la sociedad un reflejo de esos programas, como lo prueban sus víctimas? Con la fábula de lo primero los medios venden; con la certeza de lo segundo no hemos lidiado. ¿Se atreverá la revolución venezolana a propiciar ese crucialal y necesario cambio? En la esperanza de que lo haga sigo militando en ella.

coguevara@yahoo.com






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César O. Guevara


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